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Othman-Bentria:“La cultura como elemento inclusivo diluye fronteras”

–Su visita por Melilla coincide con el comienzo del Ramadán, ¿cómo le ha recibido la ciudad?

–Bien. El vuelo muy agradable salvo el aterrizaje, que habría que mirar cómo mejorar el aeropuerto quizá alguna vez. Pero muy bien, como siempre. No es la primera vez, soy un viejo conocido de la ciudad.

–Usted estuvo presente en la creación del grupo Zendint, se creó en 2018, ¿no?

–Sí, lo que pasa es que todo el equipo lleva funcionando en realidad desde hace bastantes más años. La idea de modificar lo que era el concepto de grupo es para darle un concepto de ciudadanía más enfocado. No localista, pero sí más específico de cuál es la realidad social melillense. Pero siempre en el concepto marco de la ciudadanía. De hecho, Zendint, y todos los diferentes grupos que gestionan la diversidad por todo el territorio dentro del PSOE, lo que buscan como objetivo final es un concepto marco que es la plena ciudadanía, que no es tanto buscar derecho nuevos para una parte de la ciudadanía, sino más bien dar a los ciudadanos todos sus derechos, porque ya los tienen, y que no se les restrinja el acceso a ninguno de dichos derechos por alguna cuestión derivada de raza, etnia, religión u orientación sexual.

–¿Eso cómo se consigue? Informándoles, empoderándoles...

–Ahí se abre un entramado que va desde la pedagogía interna dentro del partido. Hay que educar los estereotipos para poder llegar a políticas de acción social que sí sean directas y efectivas. Por otro lado, una política exterior a los diferentes colectivos, comunidades, etc; y luego, una acción social directa, más genérica en la que entra la gestión de los espacios públicos. Según la sociedad moderna, dentro de lo que entendemos como sociedades diversas y dentro de una correcta gestión de la diversidad un elemento clave es el repensar el espacio público.

–¿Y eso cómo se puede gestionar desde el espacio público?

–En un plano genérico. Ahí ya entra que para que sea realmente positivo debe ser un elemento en el que participen todos. Es decir, por un lado, las instituciones, las administraciones, luego también los colectivos, asociaciones las diferentes realidades sociales que hay en cada población... y en el caso de Melilla, las propias. Luego, hay que ver realmente qué es lo que está fallando si hacemos un estudio sociológico realmente intenso y objetivo. La palabra objetivo ahí es importante. Siempre hay subjetividades y todos las tenemos, todos tenemos una manera de ver el mundo. Pero no implica que tenga que ser la correcta. Entonces, llegar a un punto objetivo se hace a través de una suma de subjetividades. Una suma de igual a igual.

Llevándolo a un punto de teoría política y sociológica, es como si hablásemos de la diferencia entre multiculturalidad e interculturalidad, y se enfoca que la interculturalidad no puede ser natural. Pues puede ser natural, pero el concepto de multiculturalidad que es el que se ha impuesto, que no es precisamente justo desde el marco teórico de la base de la aldea global dentro de una sociedad multicultural porque se basa en la angloconformidad.

Dicha angloconformidad es que hay unos parámetros sociales que te derivan de una cultura que es la anglosajona, como la cultura que se debe imponer como la más justa y que luego se añaden a esa, dependiendo de en qué lugar del mundo estemos, especifica de hoy cada zona. Pues a todas luces, es injusto. ¿Por qué se quiere imponer? Porque el marco teórico en el que se crea es un marco teórico anglosajón. Entonces se entiende como “que lo mío es mejor”, en vez de ese modelo multicultural basado en algo que entendemos qué es lo mejor para todos, que es una de esas subjetividades. Lo que hacemos es igualar algo más horizontal en el que todas las subjetividades son de lo mismo y creando una sola objetividad a partir de ahí que sí sería un modelo intercultural.

–¿La multiculturalidad es real en el caso de Melilla?

–La multiculturalidad es real, pero lo deseable, que no la hay, sería la interculturalidad. Claro, hemos comprado el marco de la multiculturalidad. Ese marco, que sí existe, tenemos una parte de la sociedad melillense que es de confesión musulmana, otra hebrea, etc. Pero claro, ¿en tu vida diaria y en tu identidad la religión que porcentaje ocupa? Todos pertenecemos no a una, sino a un montón de minorías. Entonces, yo me llamo Farid y ya pertenezco a una minoría, porque no hay muchos Farid en esta zona del mundo, son más de Oriente Medio. Por otro lado, mis apellidos son mixtos. De modo que ya pertenezco a otra minoría que es la de los mestizos. Mucha gente va a asumir que soy musulmán porque me llamo Farid, lo sea o no, pero ya me ponen en otra minoría. Entonces, en una sociedad multicultural, si es Melilla, ¿qué festividades puedo celebrar y cuáles no? En una sociedad intercultural las celebro todas, y ese es el objetivo porque los que estoy compartiendo es algo tan bonito como la alegría.

–Algún cristiano me ha contado que ha salido a celebrar el Ramadán, aunque sea por las comidas...

–Claro, esta sociedad es multiconfesional, eso sí. Una sociedad dentro de lo confesional, multicultural, pero, a nivel político, prácticamente todos los partidos, menos el Partido Socialista, hacen hincapié sobre la identidad que conlleva a la religión. Con lo cual ahí separas un poco. Si nos vamos al Partido Popular, lo que se plantea es un modelo multicultural que sigue la cristianoconformidad. Se equivocan. Podríamos decir que no se da la plena ciudadanía. Como ser político que es el ser humano, tenemos lo que es el sentido de pertenencia. Si hay una angloconformidad y yo no sé los parámetros sociales que me hagan angloconforme, no voy a pertenecer a la sociedad que ya pertenezco. Con lo cual me están diciendo que no pertenezco a mi sociedad. Entonces, tengo que buscarme una sociedad a la que pertenecer y tengo que buscar algunas respuestas.

En el modelo de Melilla un problema puede ser ese. No se puede extranjerizar por sistema a una parte de la población o poner en duda su lealtad. Eso es una imbecilidad.

Por eso decía que el gran fallo es ese: tender a la multiculturalidad como lo positivo cuando lo positivo lo representa la interculturalidad.

Una interculturalidad bebe mucho del Partido Socialista, no lo digo por ser del PSOE, sino porque es difícil encontrarlo en según qué otros partidos en España en general, y también en Melilla. El modelo laico de laicidad, no de laicismo. No es un modelo excluyente sino un modelo inclusivo en el que la religión pertenece al ámbito privado. Es una parte de tu identidad, pero luego está el que seas rubio, con coleta, que te llames de una manera o de otra, que seas más mestizo o menos mestizo… La pregunta no es quién eres, sino qué aportas. Y el quién eres tendremos que saberlo entre todos. La pregunta para hacerse es cuál es la identidad de Melilla, porque no puedes defender tu identidad salvo que la conozcas. Porque si optamos porque la identidad de Melilla es intercultural, aparte de que es más divertido, es menos excluyente y más inclusiva. Todos queremos una sociedad inclusiva, es algo objetivamente bueno.

–En otra entrevista con otro compañero de este periódico, hace unos años mencionaba la ‘guetificación’, ya hablaba de que esto era uno de los principales problemas de la ciudad. ¿Esto se sigue dando?

–El problema que tiene el modelo político del Partido Popular aquí en Melilla, y también pasa en Ceuta con sus variaciones, es que crea un espacio reducido, volvemos al concepto de la angloconformidad, pero llevado al cuál es su idea de lo que debería ser un melillense. Entonces se crea un espacio en el que si no perteneces no eres, no tienes sentido de pertenencia. Eso hace que se creen otros enfoques con otra identidad diferente en el que te dicen que o eres eso, o no eres tampoco. Se crea un vacío en medio. El problema es que esos dos bloques, y el PP necesita otro bloque, se retroalimentan y al final son dos bloques que tienden más hacia una multiculturalidad, pero es dispersa. Sobre todo, es eso: yo no necesito que se retroalimenten, sino crear un marco propio que rompa con el modelo multicultural y que no lo compren, sino que opten por uno intercultural.

–¿Y eso se hace a través de políticas?

–Políticas en las que la pedagogía es muy importante. Las políticas a aplicar no son exclusivas de un solo partido, igual que tampoco la acción política no es exclusiva de los partidos políticos. Todo el asociacionismo es acción política. La pedagogía interna es esencial para luego poder hacer pedagogía externa. Y eso me vale para todos los partidos políticos, como para todas las asociaciones, colectivos, comunidades, etcétera, que conviven aquí.

–¿Qué opina de los movimientos de extrema derecha? Personas que no encajas en esta multiculturalidad o que quieren reivindicar su hegemonía cultural…

–Bueno, más de gente que no encaja, son gente que no quiere que el otro encaje. Por desgracia es un fenómeno europeo. Muchas veces nos falta el enfoque y no nos damos cuenta de que es un problema europeo, con lo cual la solución también es Europa. Con más Europa aquí hay menos espacio para la extrema derecha. Si nos vamos a los años 30 vemos cómo los nacionalismos excluyentes se empiezan a crear, y nosotros estamos hablando de sociedades inclusivas. Ahora están volviendo a crearse. Se crean con los mismos patrones, y el miedo es que llegan las mismas consecuencias. Ya lo hemos vivido, deberíamos saber pararlo. La vergüenza casi humillante es que los partidos de centro liberal-derecha de toda Europa han puesto una línea roja porque ya saben lo que viene con esta gente de la extrema derecha. Estos que tienen un modelo agresivamente excluyente de sociedad.

Sin embargo, los partidos de centro-derecha en España, no le han puesto un cordón sanitario a estos partidos que no creen en la democracia, sino que se han abierto directamente a pactar con ellos. Ahora tenemos el problema de que todo el espectro político español se ha desplazado hacia la derecha. Se ha creado un vacío en medio. El centro es del PSOE, la izquierda socialista y la socialdemocracia es PSOE. Pero han dejado un vacío en el centro-derecha para escorarse, y con ellos todos sus votantes, aún más en la derecha. Es muy irresponsable banalizar toda esa ausencia de democracia, toda esa identidad excluyente que traen las extremas derechas.

No ha pasado en otro país de Europa, salvo si nos vamos a Hungría o Bulgaria donde directamente gobiernan. Pero los tienen sancionados dentro del Partido Popular Europeo. Tenemos la única derecha que está pactando con la ultra derecha. Incluso ya reconociendo, como ya hecho Pablo Casado después de las elecciones, no antes, que son ultra derecha pero no han roto el acuerdo de gobierno que tienen en Andalucía. Ahí estamos viendo los resultados.

–Como usted pertenece a la Delegación Federal de Diversidad y Ciudadanía, ¿esn qué consistiría la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación que propusieron en una comisión al Congreso?

–Básicamente volvemos al principio. Lo de la plena ciudadanía. La plena ciudadanía no es la utopía, es lo justo, que es algo ya creado. Me voy a ir a algo que pasó hace unos años, y que sí es un logro socialista, que es el tema de los cementerios en España. Resulta que España es un país aconfesional, pero hay un altísimo de los cementerios públicos son parroquiales. Un ciudadano, que ante todo es ciudadano, si es judío, musulmán, de cualquier religión que no sea la cristiana resulta que, si su cementerio público es parroquial, no va a poder enterrarse, y tendrá que buscar otro elemento.

Si al solicitar otro sitio donde enterrarse, le dicen: “claro, si eres musulmán, ¿cuánto cuesta repatriarte a tu país?”. Pero es que su país es España. Entonces ahí había una anormalidad. Nosotros sí que hemos conseguido, y es algo previo a la ley de igualdad de trato, que se creen más cementerios públicos aconfesionales. Con lo cual tú como ciudadano te entierras en el lugar en el que tú pagas tus impuestos. No es que como musulmán o como judío tienes un sitio donde enterrarte, sino como ciudadano español, allá donde pagues los impuestos te puedes enterrar, que es lo lógico. Y no hay una discriminación por razón de religión.

Pues esto es uno de los elementos que se pueden desarrollar a través de la Ley de Igualdad de Trato. Y con esto sirve también como orientación sexual, o sexualidad. Porque seguimos viviendo en una sociedad de base patriarcal y el patriarcado es el gran enemigo a batir, porque del patriarcado viene el paternalismo, y el paternalismo también puede ser cultural.

–Me contaba al inicio de esta entrevista que venía de un congreso de literatura… y además, es poeta ¿Ha publicado algo hace poco?

–Soy un malvado, hay que ser muy mala persona para ser poeta. Bueno, ya en serio, venía de Granada de hacer un curso de la Fundación Euro-Árabe sobre Tánger en la literatura española. Sobre todo, publico poesía. Dentro de mi faceta creativo-artística hago instalaciones, exposiciones de fotografía, también dirijo el Festival de Fotografía Tanger Photo Med, estoy metido también en temas de cine… Bueno, no paro quieto porque me encanta la cultura. Porque si hay algo que nos acerca y rompe todos estos discursos de los que hablábamos es eso. La cultura no va a hacer que el estereotipo desaparezca, pero de pronto te puedo enseñar cómo compartir las cosas conmigo. Hablabas antes de las comidas, ¿no? A alguien a quien no le guste nada un “moro” pero de pronto prueba la chubakía de Ramadán dice: “Pues lo mismo tampoco son tan malos. ¡Qué cultura tan refinada, mira qué pastelito hace!”. Ya te cambia un poco la idea. La gastronomía también es cultura.

Dentro de literatura mi última publicación es un libro coral que se llama ‘Los conjurados de Tánger’, están Alberto Gómez Font, Javier Valenzuela, la finalista del Planeta, Cristina López Barrio, Rocío Rojas Marcos, Marta Rebón, Mohamed Mrabet y Santiago De Luca.

El de poesía es ‘Mare Incógnita’ que es precisamente algo que tiene una intencionalidad también política porque habla de la ‘matria’ mediterránea. Hablamos mucho de patria, a mí me han preguntado muchas veces cuál es mi patria como elemento mestizo o así, para que suene peor todavía. “¿Y tú qué te sientes más?¿español o marroquí?”. Me lo han preguntado en España, en Marruecos nunca me lo habían preguntado, y, sin embargo, en España me dan a elegir, o eres una cosa o eres la otra. Bueno, estamos hablando de patrias, y resulta que yo, que soy feminista, soy más de ‘matrias’. Mi matria es el Mediterráneo, y mi matria chica es el Estrecho.

–¿Podemos decir que la cultura fomenta la interculturalidad?

–La facilita. Si la cultura la abarcamos como un elemento inclusivo, y la verdadera cultura lo es, diluye fronteras. Y podemos hablar de una cultura europea, y dentro de la cultura europea está la española. Sí, pero no deja de ser una cultura europea. Pero al igual que pasa con las personas que pertenecen a muchas minorías, España es europea, pero España es también mediterránea. España tiene una herencia con los sefardíes y los arabe-andalusís enorme… Pero España también es Iberoamérica. Todo eso es cultura, no es frontera.

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