Categorías: Sociedad

Originalidad sin límite de edad

No por recurrente, ya que la hay todos los años, deja de ser atractiva la inauguración de la Cruz de Mayo en el Centro de Mayores.

Sobre todo para los protagonistas, que, como demostraron ayer, esperaban esta cita desde hace tiempo para dar rienda suelta a anécdotas, recuerdos y confidencias. A las 12:00 horas gran parte de los usuarios ya habían tomado asiento frente al escenario del salón de actos para poder visionar su obra de cerca, que aún quedaba cubierta por un telón. Los encargados de dejarla al descubierto fueron la directora territorial del Imserso, Isabel Quesada, y el director del centro, Ramón Paqué. “Que preciosidad de cruz”, exclamaron entre risas nerviosas señoras, que se sentían claramente satisfechas con su trabajo. Sí, su trabajo porque fueron cerca de 30 usuarios los que colaboraron en el montaje del altar. Flores rojas y blancas vestían la cruz. Ésta se mantenía gracias a un pedestal verde, que descansaba sobre un suelo blanco y azul. “Los colores de la superficie recuerdan a la bandera de Melilla”, explicó Magdalena Fernández, monitora del taller de manualidades. Del techo colgaban pajaritos de colores hechos con cartón. Sus casetas, confeccionadas con madera, se colocaron en la pared. En el fondo, lucía una gran ventana de rejas negras, pintada con pintura. Un manto de manila de una usuaria aportaba el toque folclórico a esta estampa. Tras la inauguración de la Cruz de Mayo, la escuela de flamenco de Melilla amenizó la jornada con su actuación. Materiales reciclados Papel de periódico, cartón y cucharas de plástico. Estos fueron los materiales que usaron los mayores para la confección de la Cruz de Mayo. Durante un mes trabajaron los asistentes del taller de pintura, manualidades y el de carpintería en conjunto para contar con su propio altar en el Centro de Mayores. “Todos han colaborado con mucho entusiasmo, se llevaban trabajo a casa y aportaban ideas”, dijo Fernández. Originalidad sin límites. La complicidad entre los mayores era más que palpable, una confianza que se ha forjado semana a semana, mientras se ponían manos a la obra. Juan Fernández y Miguel Polli se entretienen desde el año 97 en clase de manualidades. “Nos lo pasamos muy bien y aprendemos mucho”, afirmó Fernández. Las manualidades ofrecen múltiples beneficios para las personas mayores. Proporcionan un envejecimiento activo a través de la estimulación cognitiva y mejoran la psico-motricidad. Según cuenta la monitora del taller de manualidades, este trabajo ha reforzado su autoestima, ya que interiorizan que son capaces de hacer trabajos manuales y hacerlos bien. “Mi reconocimiento y el de otros familiares o amigos fomentan también este sentimiento de superación personal”, explicó Fernández. “Pero yo informé a mis mayores de que no iba a rechazar ningún trabajo”. “Todo lo que han elaborado se ha utilizado”, señaló. Este entretenimiento también les ayuda a nivel físico. Antonio Rodríguez, quien asiste a las clases de pintura, aseguró que sus manos han ganado en “elasticidad y movilidad” con el paso de los años.

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