Opinión

Orgullo de empresa familiar

Los recientes acontecimientos que hemos sufrido estos dos últimos años han puesto de manifiesto lo que representamos para la sociedad las empresas familiares. Todos hemos hecho un esfuerzo por preservar la salud de nuestra gente -nuestros trabajadores y nuestras familias- y la de nuestros vecinos, clientes, proveedores y colaboradores más próximos. Los datos han puesto de manifiesto que las empresas familiares hemos sido capaces de mantener el 93% de los puestos de trabajo durante la pandemia, según consta en el ‘Informe de Empresa Familiar 2021’, elaborado por KPMG junto al Instituto y las Asociaciones Territoriales de Empresa Familiar.

Gracias a la maldita pandemia, la sociedad ha valorado nuestra responsabilidad social, la preocupación por el bienestar de nuestra gente y el esfuerzo por mantener las plantillas y hacer frente a todas las dificultades. La resiliencia siempre ha sido un atributo que ha marcado la diferencia de la empresa familiar frente a otras compañías. Ahora que se habla tanto de resiliencia y que tan de moda se han puesto las siglas ESG o ASG (en español) –abreviaturas de Ambiental, Social y Gobernanza– debemos presumir de que las empresas familiares ya venimos practicando esa cultura desde hace años. En palabras del presidente del IEF, como le ocurría al personaje de Molière, en la obra ‘El burgués gentilhombre’, nosotros ya hablábamos en prosa, sin saberlo. Ahora, todos quieren también hablar en prosa. Y nos parece muy bien, faltaría más.

Las empresas familiares siempre hemos sabido adaptarnos, afrontando los retos con optimismo y tenacidad para convertirlos en una oportunidad de crecimiento. Los valores intrínsecos que caracterizan a la empresa familiar, como la búsqueda constante de nuevas oportunidades de negocio, la motivación de los equipos, la cercanía con las comunidades y el vínculo entre la familia y el negocio son los que nos permiten adaptarnos al contexto y crecer.

En la edición del Informe de KPMG titulado “El poder regenerador de las empresas familiares” publicado este mes de julio, las empresas familiares españolas destacan especialmente en aspectos relacionados con la proactividad y la asunción de riesgos, registrando un alto nivel en comparación con Europa: 62% en España frente al 33% en Europa, en el caso de la proactividad; y del 41% frente al 25%, en el de la asunción de riesgos.

Por otra parte, la consultora EY en colaboración con IE University han analizado la información extraída de 2.045 empresas del sector industrial que “a priori” es donde más se innova, aunque no sea solo en ese sector donde se analiza, investiga y se ponen en funcionamiento nuevas tecnologías, productos y procesos. Y los resultados del estudio son sorprendentes y contundentes: Las EF gastan o invierten un 66% más en innovación que las ENF, lo que a lo largo del tiempo se traduce en un stock de I+D acumulado superior en un 56% al de las ENF. Además, la eficiencia en la gestión de la innovación es un 23% (si lo medimos por patentes) y un16% superior a la ENF (medido por innovaciones de producto)

¿Cómo no vamos a sentirnos orgullosos de ser empresa familiar? No solo nos enfrentamos a los mayores retos y los superamos, no sólo ponemos a las personas en el centro de nuestras decisiones estratégicas y mantenemos una visión a largo plazo o que nos esforzamos en llegar a nuevos territorios con nuestros productos y servicios -manteniendo el arraigo al territorio donde nacimos y nos hemos desarrollado- sino que, además, las empresas familiares somos más innovadoras y más proactivas que las empresas no familiares. Como para no estar orgullosos.

Todo ello, junto al rasgo principal que distingue al empresario familiar como es la presencia de una serie de objetivos a alcanzar más allá de los puramente financieros, tales como el deseo de mantener el control de la empresa familiar y de trasmitir el legado familiar a generaciones futuras, hace que las empresas familiares seamos el motor de la recuperación y el crecimiento de las ciudades y pueblos de nuestro país. Si con las condiciones actuales las empresas familiares hemos sido capaces de afrontar los retos, pensemos en lo que podemos hacer si los gobernantes nos facilitan nuestro trabajo. No pedimos ni más subvenciones, ni más privilegios. Solo pedimos a los gobernantes que nos escuchen, nos imiten y nos dejen hacer lo que sabemos hacer: crear riqueza y empleo.

Sintámonos orgullos de lo que somos y de lo que podemos dar a la sociedad: riqueza económica y sostenibilidad social. Tenemos ante nosotros una oportunidad histórica gracias a los Fondos europeos -el Plan Marshall que antes nunca tuvo España- y si nuestros políticos son capaces de gestionarlos en tiempo y forma podemos transformar definitivamente a nuestra nación. No la desperdicien en debates estériles y partidistas y tengan -como las empresas familiares- visión de largo plazo y compromiso con la sostenibilidad económica, social y medioambiental. Así de fácil debería ser. Y en sus manos está que así lo sea. Gracias

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