Melilla no se puede entender sin Marruecos. Sin la influencia de nuestros vecinos, nuestra ciudad y nosotros mismos seríamos hoy algo muy distinto.
Al igual que nuestra historia es un constante interrelación, nuestro futuro sólo puede ser un camino que tendremos que recorrer juntos. Sin embargo, eso nunca puede significar dejar de mirar hacia la península ni hacia Europa, nuestros auténticos referentes. Y allí, en la otra orilla del Mediterráneo, es imposible encontrar escenas comparables a las que se viven a diario en nuestros pasos fronterizos. La tensión, la continua algarabía, la ausencia de cualquier cortesía y la falta de respeto hacia los agentes de la autoridad por parte de los porteadores es inconcebible en cualquier frontera de la Unión Europea. Sólo conocemos escenas parecidas en el país vecino, lo que en ningún caso puede servirnos de pretexto. Nuestra frontera debe ser exactamente igual que cualquier otra de la Unión Europea, con los mismos dispositivos de seguridad, con las mismas garantías para los transeúntes, con idéntico respeto hacia los agentes encargados de su vigilancia. Quizá este objetivo, marcado desde hace tiempo por la Delegación del Gobierno, nos obligue a renunciar a algunas costumbres o prácticas, pero Melilla no puede continuar con unos pasos fronterizos en los que no impere la seguridad y la obediencia a la autoridad. Son imperdonables situaciones como los episodios que ocurren periódicamente y que no siempre llegan al conocimiento de la opinión pública. Ayer mismo un inspector recibió un botellazo de un ciudadano marroquí que pretendía entrar en Melilla. Hace unos días otro provocó heridas a un agente porque éste quiso hacer que respetara el orden de salida hacia el país vecino. Eran personas que iban a entrar a por mercancías o que salían con ellas desde Melilla. Eran compras importantes para nuestros comerciantes, especialmente para los que tienen sus negocios en las proximidades de la frontera. Sin embargo, los melillenses tenemos otros intereses a parte de los de este importante sector económico de nuestra ciudad. Es necesario garantizar la seguridad, supervisar el tránsito por la frontera. Es un objetivo irrenunciable del que depende el bienestar de todos los melillenses, incluidos los propios comerciantes, cuyos negocios no podrían prosperar sin garantías de orden y seguridad. Es un principio que no hay que perder de vista a la hora de sugerir soluciones al tránsito de mercancias por la frontera. Cualquier planteamiento que menosprecie la labor que deben realizar los agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil no tiene posibilidades de prosperar.
Así deben entenderlo los comerciantes de la frontera, que ayer se reunieron para proponer soluciones, además de medidas de presión hacia la Delegación del Gobierno.
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