‘Operación Emperador’

José Luis Calama, juez de la Audiencia Nacional, propuso hace unos días juzgar a 105 personas en la ‘Operación Emperador’, que en 2011 destapó una red de supuesto blanqueo de dinero y fraude fiscal en torno al conocido empresario chino Gao Ping.

Entre el centenar de personas que serán juzgadas por su relación con el magnate chino hay un mando intermedio de la Policía Nacional que ha conseguido un destino especial en Melilla.

No me propongo hacer un juicio mediático paralelo y mucho menos en estos momentos, con los antecedentes que tenemos. Otros cinco agentes del Cuerpo Nacional, un municipal y un guardia civil acusados de pasar información a Gao Ping quedaron absueltos en 2016, pese a que la Fiscalía pedía para ellos entre uno y nueve años de prisión por delitos de cohecho, tráfico de influencias y revelación de secretos.

El caso, como es natural, ha despertado suspicacias entre efectivos de la Policía Nacional de Melilla, que están deseando saber quién firmó el traslado de ese mando a la Jefatura Superior de nuestra ciudad, que apunta maneras en el difícil arte de convertirse en un cementerio de elefantes. Por curiosidad, vamos, que sé que no hay mala fe.

Conversando con un periodista vasco que en los 90 estuvo trabajando aquí me comentaba para mi sorpresa una historia que no sé hasta dónde puede ser cierta, pero él asegura que el Mosad tuvo muchos intereses en nuestra ciudad por aquella época. Melilla, me insistió, es un destino obligatorio para quienes quieren ser periodistas.

No sé si lo del Mosad es verdad o no, pero a lo otro no le pongo pegas. Aquí se forja el acero. Es muy difícil hacer periodismo en una ciudad tan pequeña, donde la gente se conoce de vista, de verdad o de mentira.

Yo, por norma, no acepto en Facebook a gente de Melilla. Los cuatro o cinco que están, son afortunados. Están porque tienen que estén. Porque los quiero en mi vida. Salvo un par de anguilas que se me han colado en un despiste, los demás están porque me interesan. No como políticos, intelectuales, diseñadores, vigilantes, amas de casa, historiadores o militares sino como personas. Me gusta la gente a la que se le nota que está viva. Para mí es importante tener cerca a quienes hacen uso de la vida. Que viven, disfrutan, que sienten dolor, rabia, pena, indignación… Incluso tengo a un ‘brasas’ que sólo habla mal del tripartito y aunque muchas veces no coincido con él, ni pienso como él, ni voto lo que él, lo leo, lo sigo y con él estoy al tanto de todo el cotilleo político. El tipo es un lince. Supongo que le dedica a las redes sociales mínimo una jornada laboral. Me encanta.

Volviendo al periodismo en Melilla, reconozco que no es fácil llevarle la contraria a los políticos desde las páginas de un diario local. Eso, y no estoy descubriendo nada nuevo, se puede convertir en una condena para aquellos que aspiren a subirse al ascensor social. Pero para los que sólo queremos escribir e informar, esto es una escuela. Yo diría imprescindible. Esta ciudad es muy particular.

Por eso nos envían desde Madrid a todos los eslabones perdidos que darían el cante en cualquier otra comisaría de España. Aquí los recibimos con los brazos abiertos. Son bienvenidos sin preguntas ni reproches.

Pero ojo, una cosa es que no le preguntemos y otra muy distinta que no les averigüemos la vida. Por eso para vivir aquí hay que ser inmune al qué dirán.

También por eso pasó por aquí aquel jefe de los antidisturbios que se había hecho famoso ordenando los palos en la ‘manifa’ de “rodea el Congreso” y que en el poco tiempo que estuvo en Melilla se metió a saco-paco en La Cañada. Duró lo que dura un paquete de chuches en la puerta de un colegio.

También estuvo aquí el comisario José Ángel González Jiménez, hoy DAO en Madrid, que fue el primero en soltar la liebre y hablar de la intención de reorganizar los pasos fronterizos antes de montar la frontera inteligente. Con él, como con Kevin Roldán, empezó todo.

Esto es una escuela y no sólo para los periodistas. Aquí hay que tenerlos bien puestos. El plus de residencia nos permite atraer a Melilla a agentes de la vieja escuela, con muchas horas en el culo y con ganas de un retiro dorado.

El caso del mando supuestamente relacionado con la trama de lavado de dinero de Gao Ping no nos sorprende. Aquí estamos curados de espanto. Pero, ojo, la peña quiere saber quién lo mandó a África. Sólo por curiosidad; por conocer las filias y las fobias.

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