Ha pasado un año desde la declaración del primer estado de alarma y el director territorial del Ingesa aseveró a El Faro que los peores momentos se viven cuando la UCI tiene un nivel alto de ocupación. Afirmó que cuando se ve morir a tantas personas por Covid-19 se pregunta “cómo hay tanto irresponsable por ahí saltándose las medidas de protección e incluso celebrando fiestas”.
–Ha pasado un año desde el primer estado de alarma y el confinamiento, pero ¿recuerda cuándo escuchó hablar del Covid-19? ¿Qué información tenían en ese momento?
–Desde finales del 2019 empezó a llegar algo de información sobre la existencia de coronavirus en China, lo que nos preocupó porque en 2014 otro coronavirus, el MERS-CoV, tuvo fatales consecuencias en Oriente Medio.
Ya el 31 de enero en Melilla nos reunimos Ingesa, Salud Pública de la Ciudad Autónoma y Sanidad Exterior para analizar el documento emitido por el Ministerio de Sanidad sobre el Covid-19. Ese mismo día comenzaron los cursos en el Hospital Comarcal para formar al personal del área sobre el coronavirus y la utilización de equipos de protección.
Inmediatamente se tomaron medidas, por ejemplo, el 9 de febrero el Hospital Comarcal restringió el número de visitantes. El 27 de febrero se preparó a nivel general en la ciudad la posible llegada del virus con una reunión en la que participaron la Delegación del Gobierno, Salud Pública, Ingesa, Comandancia General, Policía Nacional, Guardia Civil, Protección Civil, Policía Local, Bomberos, 112, Autoridad Portuaria y Cruz Roja.
El Área Sanitaria actuó con rapidez antes de los primeros casos positivos en la ciudad y de la declaración del estado de alarma, pues ya se habían tomados medidas preventivas y se habían realizado 21 sesiones formativas para profesionales.
–¿Cómo fueron esos primeros días de gestión de la pandemia en Melilla, donde llegó más tarde que a Madrid, por ejemplo, o que otras autonomías?
–Desconocíamos el alcance que podía tener la pandemia y nos dedicamos a tiempo completo, bajo la dirección de la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, y la coordinación con Salud Pública, a preparar la ciudad y estar prevenidos ante el aumento de casos, así como a elaborar proyectos para adelantarnos a cualquier situación.
Vivimos en una ciudad con unos medios limitados que tenemos que gestionar adecuadamente para prestar la mejor atención posible a la ciudadanía.
–¿Qué dificultades tuvieron en ese primer mes marzo cuando llegó el virus a la ciudad?
–En los primeros días el material y equipos de protección para los profesionales sanitarios fue una preocupación constante. Pero, gracias al buen trabajo de los responsables de la gestión del Área Sanitaria, a la ayuda del Ministerio de Sanidad y de otros benefactores, se subsanó cualquier deficiencia. Asimismo, el Ingesa Melilla colaboró con el Imserso para asegurarle el suministro de material al personal de la Residencia de Mayores.
También adquirir respiradores fue una obsesión hasta que comenzaron a llegar los envíos del Ministerio de Sanidad. Hoy disponemos de más de medio centenar y eso que en la primera ola no hicieron falta.
–¿Cuál fue el mayor temor del Ingesa de Melilla en esos primeros días?
–Nuestra capacidad de respuesta ante un incremento exponencial de la demanda de asistencia hospitalaria y de UCI.
–¿Recuerda cuáles fueron las medidas que se adoptaron en primer lugar en el Hospital Comarcal y en los centros de salud?
–De todos es conocido que el 15 de marzo se suspendieron las consultas presenciales en los centros de salud y se habilitaron diferentes canales telemáticos para poder atender la demanda en la medida de lo posible.
En el Hospital Comarcal se habilitó un área de la unidad de hospitalización de Medicina Interna con entrada desde el exterior para la recepción de pacientes Covid-19. Después, conforme se incrementó el número de pacientes positivos o con sospecha, se quedó la planta exclusivamente para estos pacientes.
En Urgencias se reordenaron los espacios para funcionar con dos circuitos, con dos triajes distintos: uno para pacientes sospechosos de Covid-19 y el otro para la atención al resto de las urgencias.
Con respecto a la UCI, es conocido que a la tradicional de 6 camas, se habilitó para 7 camas pacientes Covid-19 y se destinó el Hospital de Día también para aumentar el numero de camas UCI, en principio para paciente no Covid, con 5 plazas de capacidad. Se añadieron 2 camas más en ERCA sin ventilación mecánica no invasiva. Y, la ultima actuación, la habilitación de la capilla para incrementar la capacidad de UCI en 3 camas más.
Las adaptaciones funcionales para dar respuesta a la pandemia del Covid-19 se realizaron en todas las unidades del Hospital Comarcal, como por ejemplo, en la unidad de hospitalización de Tocoginecología, ante la necesidad de disponer de una zona para la atención a mujeres embarazadas con sospecha de Covid-19. También en la unidad de hospitalización de Cirugía, ante el incremento del número de pacientes, se habilitaron varias habitaciones para pacientes con sospecha de Covid-19, para cuando se sobrepase la capacidad de la unidad de hospitalización de Medicina Interna. Asimismo, se actuó en Diálisis, Psiquiatría... y en el resto de unidades. Además, se reubicaron unidades y servicios para conseguir unas dependencias donde instalar el laboratorio de biología molecular que actualmente realiza los PCR.
Aquí no queda todo lo hecho y ya está, sino que, de forma constante, se revisan todos los circuitos asistenciales para dar la mejor respuesta posible a pacientes y profesionales.
Además, ante un posible aumento de la demanda de hospitalización, se preparó un ala de la Residencia de Mayores del Imserso, como una unidad de hospitalización externa para pacientes, no Covid con 20 camas disponibles, y todas las zonas necesarias para la atención sanitaria.
Como complemento de lo anterior, se habilitó el Centro de Autonomía Personal del Imserso para pacientes Covid que no pudieran guardar la cuarentena en sus domicilios, así como se utilizó el Hotel Tryp Melilla para albergar a los profesionales sanitarios, gracias al acuerdo entre Salud Pública y los propietarios del establecimiento.
–¿Cómo ha cambiado el trabajo en el hospital? ¿Y en los centros de salud??
–Ha cambiado totalmente la dinámica de trabajo. Todo tiene que pasar por un filtro, tanto en Atención Especializada como en Primaria. Luego, se continúa por circuitos diferenciados Covid y no Covid. Se ha reducido la movilidad dentro de los centros sanitarios, restringiendo la política de visitas en los centros con la finalidad de reducir el contagio, tanto del personal sanitario como de los pacientes que están ingresados por otras patologías que no son Covid.
El Ingesa ha hecho un gran esfuerzo en Primaria para reforzar los equipos médicos y de enfermería de los centros de salud, además de completar las plantillas de enfermería que estaban pendientes de cubrir. Este refuerzo nos ha permitido llevar adelante tanto la actividad asistencial diaria como la extraordinaria. En esta última me refiero al equipo de seguimiento de los casos Covid, las cuatro oleadas del estudio ENE-COVID de pseroprevalencia y la vacunación anti Covid que se realiza en las dependencias de Álvaro de Bazán.
Sin lugar a dudas, la contratación de un facultativo especialista en Epidemiología ha sido un acierto para poder desarrollar muchas de estas acciones y ello nos marca la tendencia de lo que podemos realizar en el futuro, en coordinación con Salud Pública de la CAM, sobre acciones de cribado de muchas patologías.
–¿Qué fue lo más complicado de gestionar en esa primera ola?
–La primera ola fue la que provocó más ansiedad y preocupación porque desconocíamos cuál iba a ser su alcance.
–Lo peor para Melilla vino en la segunda y tercera ola, es cuando se han producido más muertes y contagios. ¿Cómo afrontan esta nueva situación?
–En la segunda y tercera ola la preocupación sobre el incremento de la demanda de hospitalización se ha mantenido. Pero ya teníamos más experiencia y conocíamos, tanto los profesionales sanitarios como los gestores, cómo proceder ante las adversidades.
En realidad, para quienes estamos en la toma de decisiones las tres olas se pueden unificar porque el riesgo se mantiene, está ahí y continúan muriendo personas y, otras, arrastran secuelas importantes tras superar la enfermedad.
Los peores momentos se viven cuando la UCI tiene un alto nivel de ocupación y se espera que siga creciendo. Esa situación angustia.
–¿Qué opina sobre las críticas de los sindicatos respecto a que los contratos del personal que se ha incorporado son de corta duración y provocan que esos profesionales, con experiencia, acaben yéndose a la península a otros centros de salud?
–Entre los años 2019, 2020 y 2021 Ingesa Melilla ha hecho un esfuerzo enorme, no solo en aumentar la contratación, sino también en dar estabilidad (122 trabajadores pasan a ser fijos). Sin contar que en el año 2020 el incremento en el capítulo I de los presupuestos ha sido del 9,3%, lo que se traduce en 7 millones de euros de más que se han ejecutado en ese capítulo. De hecho, dejamos vacías las bolsas de trabajo de varias categorías.
A pesar de la pandemia, el Ingesa no ha dejado de trabajar en el tema de recursos humanos. Los ejemplos son claros: se convoca la promoción interna y se abre la bolsa de trabajo después de estar cerrada desde el año 2014.
–Está pasando la tercera ola de forma muy lenta en la ciudad, ¿cómo están viendo ahora a los pacientes? ¿Hay alguna pauta que se repita? ¿Hay edades diferentes? ¿Tenemos un perfil de las personas que acaban en el hospital ingresadas?
–El perfil de enfermo de coronavirus candidato a ingresar en planta o en la UCI suele ser mayor de 50 años, con fiebre superior a 39 grados y dificultad respiratoria.
Los pacientes con Covid-19 ingresados en España en el inicio de la pandemia tenían una edad media de 70 años y el 25% tenía más de 80 años. El 61% era hombres. Más del 70% tenía alguna enfermedad subyacente y más del 25% padecía al menos tres enfermedades de base. Las más frecuentes fueron hipertensión arterial, cardiopatía crónica, diabetes, EPOC y obesidad. Pero, en la última ola, la edad media de los ingresados ha descendido. Es importante destacar la influencia que tiene la edad en el pronóstico.
Los principales signos y síntomas de pacientes en planta o en la UCI por Covid-19 son los siguientes: tos, fiebre, disnea, crepitación respiratoria, distrés respiratorio agudo (SDRA) e imagen radiológica de neumonía. Y con marcadores y datos analíticos altos que sugieren cuadros inflamatorios o infeccioso grave.
En cuanto a comorbilidad o enfermedades añadidas al coronavirus: la cardiovascular la padece aproximadamente el 75%; la diabetes, el 40%; la obesidad, el 25%; y las enfermedades respiratorias crónicas, el 6%.
–Imagino que lo más doloroso de esta pandemia están siendo ver tantas muertes. ¿Cómo se gestiona esa pérdida?
–Toda pérdida de una vida es un fracaso y produce frustración en un centro sanitario. Además, detrás de un paciente hay, normalmente, una familia que recibe con dolor esa pérdida.
Esta pandemia ha provocado situaciones duras para muchas personas porque también ha cambiado todo ante el duelo de la muerte: no poder despedirse de los seres queridos y la forma de enterrar a estos pacientes.
Cuando ves que muere otra persona con Covid, te preguntas cómo hay tanto irresponsable por ahí saltándose las medidas de protección, cómo todavía se celebran fiestas…
Es incomprensible porque el peligro está ahí. Quizás a uno el virus no le afecte; pero eso no impide que pueda contagiar a un ser querido.
–Las vacunas están trayendo tranquilidad a los sanitarios. ¿Cuál es el porcentaje de vacunación? ¿Ya están todos los trabajadores, sean o no del Ingesa, de los centros sanitarios vacunados?
–Efectivamente la vacunación está trayendo tranquilidad al personal de Ingesa. En cuanto al porcentaje de vacunación, es muy alto. Probablemente en las próximas dos semanas estará todo el personal vacunado.
Quiero aprovechar la ocasión para agradecer a todo el personal del Ingesa, sin distinción de especialidades y categorías, el gran trabajo que viene realizando desde el inicio de la pandemia. Una vez más, gracias a todos por su esfuerzo y profesionalidad.
–¿Cómo se afronta ahora la pandemia?
–Con la misma preocupación que hemos mantenido desde que conocimos la posibilidad de que la propagación del Covid-19 llegara a España y a Melilla: estar prevenidos ante el aumento de casos y elaborar proyectos para adelantarnos a cualquier situación.
–El hospital modular tardará en llegar, ¿cómo se prevé su uso?
–Está previsto que esta semana se firme el contrato por parte de Salud Pública de la CAM con la empresa que se va a encargar de su instalación. La finalidad de esta actuación es intentar que casi toda la asistencia a la patología Covid se atienda fuera del Hospital Comarcal. Así se evitará la saturación de las Urgencias del Comarcal y de la UCI al disponer de una segunda Urgencias solo para patología Covid con consulta, triaje, admisión, sala de observación y unidad de cuidados respiratorios intermedios que permiten que los pacientes sean tratados con oxigenoterapia de alto flujo. Esto último, conllevará una reducción de camas ocupadas en UCI y aliviará la presión sobre estas unidades. Con esta instalación continuará con normalidad la actividad programada en el hospital.
–¿Qué mensaje mandaría a la población en estos días previos a Semana Santa y en los que hay días festivos que pueden favorecer reuniones?
–No podemos volver a caer en los mismos errores. La única forma de evitar que los hospitales se saturen es reducir el número de contagios en la población y eso solo se puede conseguir si la ciudadanía cumple con las normas.
Solo podemos salir de esta pandemia con la colaboración de todos hasta que se consiga vacunar a un porcentaje alto de la población. Aún así, el riesgo de contagios no desaparecerá al 100% en la población.
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