Editorial

Una solución justa al dolor de los padres de Emin y Pisly

Va ya para diez años que ocurrieron los asesinatos de los jóvenes melillenses Emin y Pisly a manos de soldados de la Marina Real marroquí mientras se encontraban en su barco de recreo en aguas próximas a Melilla.

Se va a cumplir una década de un doloroso suceso que no se ha resuelto a pesar de que, según sus padres, se sabe a ciencia cierta quiénes pudieron apretar el gatillo que acabó con las vidas de dos jóvenes de 24 y 20 años.

Decía este lunes Abdeselam Ahmed, padre de Pisly, que ojalá fuera la última concentración ante las puertas de la Asamblea. Y efectivamente a todos nos gustaría que así sucediera porque eso significaría que se ha dado satisfacción a esas familias y se ha podido cerrar una herida que Melilla lleva en sus entrañas desde hace ya demasiado tiempo.

Estos padres han acudido ya a todas las instancias españolas a las que pueden acudir. Incluso han pedido varias veces poder reunirse con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para explicarle los motivos de su protesta. Nada ha funcionado, ninguno de sus llamamientos ha obtenido respuesta y ahí siguen sin tener nada a qué aferrarse en la búsqueda de justicia para sus hijos.

Hace casi un año que España y Marruecos rompieron el hielo de sus relaciones y que se abrió una nueva senda en las relaciones bilaterales. Sería muy bueno para las partes encontrar un acuerdo que satisfaga a todos para que se pueda dar carpetazo a uno de los episodios más negros que ha sufrido la ciudad en los últimos tiempos.

Estamos hablando de que mataron a dos jóvenes españoles y que todavía no se han dado explicaciones de por qué, no se sabe qué pasó exactamente más allá de que ambos fueron torturados, apaleados y luego asesinados a tiros.

Las autoridades marroquíes aseguraron que juzgarían el caso, pero a día de hoy no se ha hecho justicia.

En estos momentos, las relaciones bilaterales entre España y Marruecos atraviesan un buen momento. Lejos de aparcar temas espinosos, hay que hablar con franqueza de ellos y buscar una solución que contente a los padres y que no reabra la herida entre los dos países. Los amigos están también para esto.

Entendemos que sería una muestra de buena voluntad que Marruecos aclarara las circunstancias en que se produjeron las muertes violentas de ambos melillenses. España debe buscar un acercamiento que permita dar por finalizado este caso y que las familias de los dos jóvenes puedan vivir en paz sabiendo que se ha hecho justicia.

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