Muchas personas aseguran que en la actual sede de la Consejería de Economía pasea el espíritu de una monja, que algunos dicen haber visto · Los vigilantes nocturnos apuntan que se oyen ruidos.
La existencia de fantasmas y espíritus es uno de esos temas que temen, incluso aquéllos que aseguran no creer en ellos. Anoche muchos salieron a la calle disfrazados para generar terror y celebrar la noche de Halloween, pero eso no son los únicos fantasmas que parecen habitar la ciudad. Los ruidos, las presencias, las apariciones y en definitivas, todo aquello que se ve o se siente y no se puede explicar, forman parte de la historia y la leyenda urbana de todas las ciudades. En Melilla hay unos cuantos espacios en los que alguien asegura haber visto o sentido una de esas presencias. Uno de ellos es el antiguo hospital de la Cruz Roja, que en la actualidad alberga la Consejería de Economía y Hacienda. En los pasillos hoy restaurados del edificio, hay muchos que aseguran que hay algo más que lo que se ve a simple vista. Entre los trabajadores del centro, ninguno se atreve a afirmar que haya visto un fantasma. Sin embargo, en cuanto se les saca el tema de conversación, en sus caras aparece, cuanto menos, la curiosidad y lo más importante, nadie se sorprende de que allí se pregunte por espíritus. Las trabajadoras de la sección de recaudación voluntaria indican que hace poco más de un mes un melillense que se acercó a la Consejería a realizar una gestión les dijo que uno de los patios del edificio había una monja. No era la primera persona que hablaba de esa presencia. Son bastantes lo que han dicho que en los pasillos del antiguo hospital, en las escaleras que conducen al sótano o en los patios que rodean el edificio, no sólo están los trabajadores y usuarios. En aquel caso, el del hombre que dijo que había visto a esta monja en el patio, las trabajadoras indicaron que se dirigió a la ventanilla y les pidió que lo acompañaran al lugar en el que estaba la mujer. Sin embargo, cuando las empleadas llegaron allí ninguna de ellas veía nada, mientras que él insistía en que a su lado había una persona. Los vigilantes que pasan la noche en el edificio también dicen que escuchan ruidos. Y en la ciudad son muchos los que han oído hablar de la monja que vaga por los pasillos del edificio. Además, según comentan entre los trabajadores, ha sido más de un usuario el que ha dicho que junto a él sentía que había alguien. Ninguno de los empleados se atreve a decir que ellos han visto algo y algunos ni siquiera quieren hablar del tema. En estos casos, la realidad choca de frente con la imaginación y muchos prefieren pensar que esas presencias sólo son fruto de bromas o que los ruidos que se oyen obedecen a los que son habituales en cualquier estancia. “Yo también oigo ruidos en casa”, asegura una de las empleadas, que aunque incrédula, cuenta todo aquello que se comenta por el edificio. Justo al entrar en la Consejería, en la escalera principal, hay una placa de recuerdo a todas aquellas mujeres, algunas de ellas monjas, que cuidaron de los heridos del Desastre de Annual de 1921. Algunos de aquellos heridos murieron y sus cuerpos se enterraron cerca de este antiguo hospital de Cruz Roja. Las hermanas que actuaron como enfermeras de ellos también han fallecido en su mayoría. El primer vistazo a la inscripción, antes de oír hablar de presencias, es sólo por curiosidad, el segundo, cuando uno ya ha escuchado que por esos pasillos hay algo más que facturas por cobrar, provoca un escalofrío. En estos casos siempre hay quien pensará que nada existe y quien creerá que todo es real, porque lo ha sentido o porque teme sentirlo. En la Consejería de Economía, a los fantasmas de la crisis y el temor a presupuestos cada vez más complicados, se une la presencia de un espíritu, que también parece vigilar las cuentas de la Ciudad.