Leo el libro ‘Godos, insurgentes y visionarios’ de Arturo Uslar Pietri, un libro que quería leer pero ha esperado para ser leído. Y en él tantas cosas. De América. Desde su inicio o encuentro, sobre sus raíces, su naturaleza, su formación. Sus misterios, su realidad compleja y única, su cultura. Sí, tantas cosas. Entre ellas el esclarecer el sentido del divulgado realismo mágico de la voz y la mano de uno de sus forjadores. Vuelvo a recordar algo que dice Arturo Uslar Pietri con motivo de la concesión del Premio Cervantes a un compatriota suyo, Rafael Cadenas, porque se hace notar que es la primera vez que este Premio lo recibe un venezolano. Arturo Uslar Pietri es venezolano. Recuerdo con agrado sus libros -’Las lanzas coloradas’, sus cuentos-, y este libro que tenía por leer me ha interesado muchísimo, como ya así esperaba que fuera. Pienso en leer una novela suya que también ha quedado por leer, ‘Oficio de difuntos’. Quería releer a otro escritor venezolano que quiero, el poeta Eugenio Montejo, y me he llevado su poesía algún verano para ello, pero no he cumplido esta gozosa tarea. Espero hacerlo -en verano o en invierno. Quería releer también hace tiempo a Rafael Cadenas, y me encuentro con que la concesión de este Premio hace que esté muy presente. Ya lo tenía yo en mi ánimo y mi voluntad de releerlo, motivada por el buen recuerdo de su poesía y prosa. Este detalle, que sea un venezolano quien por primera vez reciba este Premio, me hace recordar algo que dice Uslar Pietri en este libro, como digo, y en el que une respeto y literatura. Así acaba un capítulo del mismo: “Cuando se llega a respetar una literatura es imposible no respetar al pueblo que la produce”. Quiero transcribir el párrafo final de este capítulo, para que se comprenda que Uslar Pietri se refiere a América Latina, no sólo a Venezuela, pero que se señale que su país sea distinguido en la persona de uno de sus escritores con esta medida de respeto me hace recordar esta convicción que tiene y las palabras con que la expresa. Éstas son las que conforman el párrafo final del capítulo en que se encuentran: “Si hoy se contempla a la América Latina con otros ojos, si hoy se la considera como una fuente de creación cultural, si se le da un rango y un tratamiento, que ya no es el de la simpatía benevolente o el del estímulo generoso, no se debe solamente al peso de su petróleo o de su hierro, de sus ganados y sus cosechas, de sus tres o cuatro centenares de millones de habitantes, o de sus industrias, sino también, y sobre todo, a la presencia creadora que le han dado sus grandes escritores y artistas en el escenario universal. Cuando se llega a respetar una literatura es imposible no respetar al pueblo que la produce”. Arturo Uslar Pietri habla, sí, de América Latina y no de Venezuela en estas palabras, y es un detalle circunstancial quizá de poca importancia éste que se ha señalado, ya que Venezuela contaba ya con escritores que estimamos. Pero así se ha hecho, se ha señalado, y recuerdo estas palabras del compatriota del poeta galardonado. Yo quería releer a Rafael Cadenas sin necesidad de que obtuviera esta medida de respeto. Que me alegra. Pero pienso que esto ha hecho que muchas personas lo estén analizando o comentando algo de él. Yo sólo quería releerlo, espontánea e inocentemente. Pienso luego que puedo igual hacerlo. Alcanzo por ello el libro ‘’Obra entera’’ de un estante alto. Veo que indica la fecha de su adquisición y supongo que pronta lectura: 25 de diciembre de 2010. El día de Navidad. En el que debí obsequiarme con la obra de un poeta que quería leer y cuya edición me había llamado la atención. Es la edición del Fondo de Cultura Económica del año 2009. Recuerdo que me gustaron y llamaron especialmente los fragmentos, que están al final. Pienso en ir directamente a ellos, pero leo primero los poemas. Y luego, los fragmentos. Como están. Los primeros que encuentro son los que conforman ‘Anotaciones’. Y en ellos, ya en su principio, expresa la especial conciencia que de estos fragmentos, que de esta escritura en fragmentos tiene. Y se pregunta por ello. Da razón o rodeo en su razón. Así, tras una fulgurante y muy significativa frase que abre el libro y quiero también señalar (“El poeta moderno habla desde la inseguridad”), desde ella y de esta manera nos dice ya en su primera página: “La historia misma nos lleva, o nos trae, a la escritura fragmentaria. ¿No sentimos que los libros precisamente de quien tanto ha reflexionado sobre aquélla, los de Nietzsche, son como cuadernos de notas?// La fragmentación del mundo tal vez conduce al fragmento, o a todo lo contrario, a la obra ordenada. En este momento me inclino hacia esa forma de expresión, la que brota sin pretensiones al hilo de los días”. Nos dice poco más adelante, al principio de otro fragmento: “El lenguaje de la poesía mira al misterio, lo tiene presente; es lo que lo hace esencial”. Pero este misterio puede estar también, quizá menos visible, pero firme, sustentándolo, en un cauce que de manera aparente es otro -y en parte es otro. Puede estar también en esta escritura particular, sustentándola. Nos dice en otra anotación que une éstas -las anotaciones- a los poemas y expresa también este hacerse del escribir al hilo de los días, algo que puede darse también a través de poemas: “Los libros se forman solos. Van haciéndose al hilo de los días como una historia. Nunca me he propuesto “escribir un libro”. Ellos nacen, como mis palabras, en el vivir cotidiano. Mi reflexión es fragmentaria. Los “poemas” son momentos. Anotaciones”. Nos dice en otro momento: “A quienes nos cuesta la expresión, a quienes no usamos con soltura el idioma, a quienes las palabras se nos dan tasadamente, sin largueza, nos alivia lo que dice Bollnow de Rilke: Su lenguaje no nace de la superabundancia. Muestra exigua de riqueza léxica. Más bien ahonda en ciertas palabras preferidas.// La facundia, la facilidad de palabra, la verbosidad abundosa constituyen a veces un peligro, cunado no van acompañadas por una vigilancia aguda; revelan una seguridad sospechosa; en todo caso tienen poco que ver con el espíritu, que es sobrio, y con el alma, que no suele correr”. Me hace pensar en algo que encuentro más adelante, y es considerar las cosas desde la orilla en que se está, desde la tierra que se pisa, mirarlas y hasta sentirlas desde esa perspectiva. Es natural así hacerlo, supongo que inevitable, si se traduce un sentir. Así esta anotación, el pensamiento que está en esta anotación, viene de una vivencia del lenguaje y del escribir. Y está bien que así sea. Aquí se puede advertir, en estas anotaciones, que van seguidas entre las páginas 564 y 565: “Palabras como rasgones./ Escritura inmediata, urgida, penetrante, pero sin “designio claro./ Letras en la incertidumbre, no belles-lettres”; “Casi siempre al ponerme a escribir, balbuceo; eso es mi literatura últimamente, y no me siento mal en el seno de esta pobreza./ En cuanto a hablar, je suis si lent. Mis pausas son largas, imposibles para los rápidos. No podemos conversar”. Y en la página siguiente, la 566, hay una anotación que da razón de muchas cosas: “Me resulta trabajoso escribir, carezco de soltura, las palabras no acuden con facilidad a mi bolígrafo; pero no quisiera que fuese de otro modo: desconfío de la brillantez”. Me encantan estas afirmaciones. En cuanto a las posibles maneras de escribir y de darse en el escribir la lengua, pienso que hay más caminos posibles que el que se nos contrapone, como parece decir en algún momento Rafael Cadenas -es decir, de lo que él llama balbuceos a una se entiende que vacía y floja facundia. Creo que el lenguaje y el arte en él puede darse de más, infinitas maneras. Que tiene otras maneras de mezclarse, como se mezclan la poesía y la prosa y él sabe expresar con brillantez -algo que ha dicho que no le gusta, o de lo que desconfía- esta conciencia. Sí, así lo hace. Y que la poesía está en esta prosa, en esta manera especial de sentir el vivir y en ella decirlo y escribirlo: ‘Poesía y prosa’ es el subtítulo de esta ‘’Obra entera’’ de Rafael Cadenas. Título y subtítulo me parecen un gran acierto, como el así presentar su escritura, junta. Los fragmentos y los poemas, los ensayos más formales, hasta llegar a ese artículo sobre San Juan de la Cruz que constituyen ‘Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística’ y en los que se entrecruzan ambos ámbitos, el ensayo y la poesía, y la poesía brilla en la prosa. Intentaré traer algún ejemplo de ello. Aquí un apunte que puede ser representativo de uno de estos rasgos que he indicado los distinguen: “Siempre es difícil saber dónde se está./ Trataté de situarme./ He buscado incesantemente la respuesta; claro, a través de lecturas. Tal vez ella no existe. Pero podemos vernos, sobre todo percibir nuestro lado oscuro, darnos cuenta de nuestra dependencia de algo que no tiene nombre, aunque tiendo a llamarlo la vida, y esperar ¿qué? El milagro, lo máximo, que acaso sea lo más corriente, pero visto de manera inhabitual, a otra luz, no usada”. Y éste del otro que también destacaba: “En una carta a una religiosa, dice hermosamente san Juan: “…adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor”. ¿Será así realmente? Antes no tenía duda; de algún tiempo acá no estoy tan seguro. La frase, sin embargo, tiene el sello de la perennidad. Brilla como una joya en nuestras tinieblas”. Y, de estos finales Apuntes que cierran la ‘Obra entera’ de Rafael Cadenas, esta frase maravillosa: “La humildad es un refinamiento”. Porque la humildad es una altura. Hay que poderla tener. (No la tiene cualquiera).
Me he adelantado, me he ido al último capítulo o libro de los que constituyen esta ‘Obra entera’, por esta razón de que en él conviven y se entremezclan características particulares, se dan en él a la vez. Me agrada el cuestionarse a uno mismo, el sondearse. Desde el asombro que el escribir en sus manifestaciones causa. Me agrada también, como ya he apuntado, la manifestación de la conciencia con que se da el escribir, que es un por él preguntarse. También yo en mi escribir, y de un modo natural e inevitable, me he preguntado por estos cauces -poesía y prosa. Sus raíces y razones, sus trasvases, su convivencia. Que he advertido y expresado, a mi manera, y puede verse también una expresión de conciencia el que ahora, últimamente, todo junto en mi escribir se presenta. Así sucede en mis últimos libros. No es de extrañar por tanto que me agrade esta ‘Obra entera’ de Rafael Cadenas, y su subtítulo, ‘Poesía y prosa’, el mostrarlas ya al así presentarlas y publicarlas como tal, y las apreciaciones sobre éstas. Pero la más rotunda expresión de esta conciencia unitiva se encuentra en así presentarlas, por supuesto. “Sin embargo, estas ‘obra entera’ están entrelazadas por un hilo subterráneo”, nos dice en un momento, y es la poesía, claro, pero también la conciencia vigilante. Que se da en los ensayos más formales y en los fragmentos –‘Anotaciones’, ‘Dichos’- y en los poemas. Al ensayo que podríamos formalmente así considerar titulado ‘Realidad y literatura’ le completa el titulado ‘En torno al lenguaje’. Le completa porque esta conciencia de uno y otro el poeta (que nunca deja de ser poeta) expresa: “Creo también que estas páginas pueden servir de contrapunto a ‘Literatura y vida’, notas para un curso que lleva este mismo nombre, y al ensayo ‘Realidad y literatura’, que hoy me parecen bastante unilaterales, aunque en su descargo cabe una razón: busqué poner de relieve de modo que resaltara con fuerza inusual la dimensión menos valorada de la existencia, la dimensión de fondo, la no verbal, donde ocurre el contacto con el mundo circundante, y al querer destacar algo que se soslaya solemos cargar la mano y olvidar aspectos principales”. Dice muchas cosas en este profundo y personal ensayo Rafael Cadenas -de la educación, de la cultura, de la lectura, del lenguaje. Quiero destacar estas palabras respecto a éste: “Podría afirmarse que, en gran medida, el hombre es hechura del lenguaje. Éste le sirve no sólo como medio principal de comunicación, para pensar y expresar sus ideas y sentimientos, sino que también lo forma. Está unido en lo más hondo a su ser; es parte suya esencial, propia, constitutiva. En cierto modo conocemos a las personas por su manera de usar el lenguaje. Éste nos revela más que cualquier otro rasgo”. Del ensayo formal al fragmento. Tras éste, y leídas las ‘Anotaciones’, me encuentro con ‘Dichos’. Quiero poner tres entre los primeros -primero, segundo y cuarto-: “Nuestra morada es impenetrable, y la habitamos”; “Sondear ese extraño que uno es. Pero ¿quién indaga?/ Alguien perdido sale a buscar a alguien perdido”; “Vivir en el misterio: frase redundante”. Y tres entre los últimos: “Sólo el niño ve brillar el barro”; “Cuando nada pedimos, el mundo destella”; “Tú creas la voz; pero ella también te crea”. Y aquí algo que se encuentra en los apuntes en que se convierte el artículo que el poeta quiere escribir sobre San Juan de la Cruz y que al final afirma no va a escribir y ha quedado transmutado en éstos: “En este proceso es posible que surja el sentimiento del misterio, lo cual, sin ser la iluminación de que hablan los místicos, bastaría para contrapesar los males de un mundo que tiene mucho de monstruoso”. Quería acompañar la lectura de la ‘Obra entera’, subtitulada ‘Poesía y prosa’, de Rafael Cadenas, decir algunas cosas sencillas para así hacerlo. Expresar también en ellas una conciencia del escribir, en el sentido de que nacen de una vivencia de éste y dan de él testimonio. Y si la poesía es el hilo que une un escribir, y lo sostiene y hace posible, pienso que sin más puedo ir a bucear otra vez entre los poemas para traer alguno aquí y que sean ellos los que estas palabras acaben y lo hagan, tal ellos son, como una herida y una pregunta y un misterio que tiembla. Aquí y por estos motivos algunos poemas de Rafael Cadenas: “LO GUIASTE/ fuera del país/ donde vegetaba,/ el país de la pureza,/ el país de la detención,/ pero después tenía que seguir solo,/ tanteando./ No había otra manera de volverte a encontrar”; “MISIÓN/ del amante:/ arder/ fuera de camino”; “HE VIVIDO/ cediendo terreno/ hasta quedarme con el necesario/ -un área invicta,/ de nadie,/ que un desconocido reclama”; “NUNCA HE sabido de palabras/ tanto como quise.// Relegadas en un tiempo,/ no me buscan.// Yo también tengo, Auden,/ the best dictionaries that money can buy.// Piezas que se alinean/ con ahogo.// Nuestra vida es ardua,/ queda atrás,/ hierve.// No quiero estilo,/ sino honradez”; “OCURRE QUE DESPUÉS del laborioso forcejear/ el poema/ está donde menos se esperaba,/ donde nadie lo buscó,/ donde no se ve,/ en el rincón más apagado.// Vino a dar ahí/ burlando al que escribía, al lector, a la página./ Se deslizó hasta ese lugar/ donde de pronto/ es descubierto./ Aquí,/ dice una voz queda./ Oculto/ como un niño/ en un cuarto/ donde se guardan viejos muebles”.