Marruecos ha hecho lo que sabe hacer: desplegar sus recursos para hacer ver ante España que la estabilidad en Melilla también dependen en gran medida de sus relaciones políticas con nuestro país. De hecho, el primer asalto masivo de inmigrantes que se ha registrado en nuestras vallas, casualmente tras la renovada reclamación de nuestras dos ciudades por parte del primer ministro de Marruecos, El Fassi, no deja de ser una clamorosa casualidad que revela cómo nuestros vecinos están dispuestos a enseñar sus ‘armas’ para presionar a ‘la amiga España’.
No obstante, la reacción marroquí va más allá de la presión sobre nuestras fronteras, porque pone en solfa los acuerdos que ha suscrito con Europa para controlar la inmigración subsahariana.
En realidad, el hecho de que la permisividad de las autoridades alauitas se midiera sobre poco más de una docena de inmigrantes, no cambia el fondo del hecho ni tampoco la necesidad de atajar la indebida presión como una cuestión que afecta no ya a Melilla ni a España sino a toda la Unión Europea.
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