La cumbre hispano-marroquí sobre Migraciones, celebrada este viernes en Rabat, ha sido aprovechada por Marruecos para mostrar su predisposición a recibir de vuelta a los menores extranjeros que entran solos en España.
El Gobierno marroquí pone como condición la identificación eficaz de los menores. Lo de incidir en la identificación puede parecer una obviedad, pero no lo es. En el caso de las devoluciones en caliente impide la entrega al pie de la ley de muchos migrantes porque para ser devueltos, Marruecos exige identificarlos y pruebas de que han saltado desde su territorio, como si fuera posible sortear la doble alambrada de Melilla desde alguna otra parte del planeta.
Si son niños de la calle en Marruecos, que los hay, ¿cómo identificarlos? ¿Cómo demostrar que son marroquíes? Si un menor de edad sabe que si lo identifican España lo devolverán a su país de origen, ¿entrará en Melilla con su necua en el bolsillo? No es tan simple como parece y estamos ante el problema de siempre.
En todo caso, es una buena noticia que sea el propio Marruecos quien ponga sobre la mesa su compromiso con la devolución de menores no acompañados, habida cuenta de que estamos ante un tratado firmado por Madrid y Rabat en 2007, ratificado en 2012 y que sigue sin funcionar, a expensas de la buena voluntad de las autoridades de turno.
Las ciudades autónomas, junto con Andalucía, Madrid y País Vasco, son quizás las que mayor número de menores extranjeros no acompañados acogen y, por tanto, las más interesadas en que el mecanismo de devolución funcione.
Los niños con quienes mejor están es con sus familias. Forzarlos a vivir las carencias emocionales de la emigración no es saludable ni para ellos ni para el futuro de sus países.
Llevamos décadas acogiendo, tutelando y formando a menores marroquíes sin que se haya podido alcanzar un acuerdo serio con Marruecos que garantice un retorno seguro a su país de origen.
Sería una buena noticia que la cumbre hispano-marroquí de Migraciones que se ha celebrado este viernes en Rabat sea el primer paso para resolver un problema al que no nos enfrentamos sólo en Melilla porque lo que nos pasa aquí, habitualmente pasa en las grandes fronteras del mundo.
Sin embargo, en nuestro caso, no sería un escollo en ocasiones imposible de sortear si en nuestro país hubiera solidaridad a la hora de repartir esos niños entre todas las comunidades autónomas. Existe la recomendación, pero sigue faltando la voluntad política.
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