Editorial

Nuestras vergüenzas, a la vista

  • Ecologistas y otros voluntarios retiraron ayer 146 kilos de basura de la cala de Trápana

A la hora de denunciar la suciedad existente en nuestras costas, toda proclama es insuficiente. Las basuras proliferan en el litoral y en los fondos marinos melillenses pese a que son muchos los ciudadanos que luchan para que ello no ocurra.

Entre las personas que trabajan duro para evitar que se siga dañando el medio ambiente está la asociación Guelaya-Ecologistas en Acción, que ayer, en compañía del Club Ánfora y otros voluntarios, llevó a cabo una recogida de basuras en la cala de Trápana.

Estos grupos se emplearon a fondo para retirar la cantidad de inmundicias que tanto daño hace a nuestro litoral y, por extensión, a todos nosotros. Los voluntarios recogieron nada menos que 146 kilos de desechos del lugar tras un arduo trabajo por la mañana.

Por la tarde, los ecologistas mostraron en la plaza de los Pescadores parte de las basuras que retiraron de la costa. De esta forma, dejaron nuestras vergüenzas a la vista. Nuestras, sí, porque todos nosotros tenemos la obligación de cuidar nuestro entorno y no ensuciarlo, pero no basta con eso: también tenemos el deber de denunciar a quienes se creen que el litoral es un vertedero en el que se pueden arrojar las inmundicias como si se tratase de una extensión de nuestro cubo de la basura.

Manuel Tapia, uno de los directivos de Guelaya-Ecologistas en Acción, hizo una afirmación a este periódico que debería hacernos reflexionar a todos: la cala de Trápana es un lugar con encanto, pero “la primera impresión que se lleva un ciudadano o un turista al verla es la de que tiene muchísima basura”. Lo mismo ocurre en la vecina ensenada de Galápagos, un paraje idílico que pierde gran parte de su encanto, si no todo, cuando se observan plásticos y otros residuos flotando en el agua.

Los melillenses debemos dar un puñetazo en la mesa y gritar basta. No es justificable en modo alguno que no pocos conciudadanos sigan considerando el mar como un basurero. Mientras se continúen observando estas conductas, será necesario que alguien las denuncie. Y desde las páginas de El Faro no vamos a dejar de hacerlo.

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