LA Asociación Musulmana Annur dio ayer una rueda de prensa para hablar de la frontera y de paso anunció que tiene la intención de solicitar a la Ciudad Autónoma... ...que subvencione las carpas que se utilizan para celebrar las bodas musulmanas en la calle.
La petición es polémica en sí, porque si la Ciudad accediera a ayudar a pagar los 18.000 euros que cuesta montar una de estas carpas, entonces nos encontraríamos con el agravio comparativo que supone para las celebraciones del resto de religiones que conviven en Melilla. ¿Alguien en su sano juicio pediría al Gobierno que le pagara el salón de fiesta de una boda católica o hebrea?
Otra cosa es que se llegue a un acuerdo con la Ciudad para encontrar un sitio donde se puedan ubicar estas carpas, de manera que molesten lo menos posible a los vecinos de las zonas donde se montan durante varios días.
También ahorraría a los organizadores del festejo el tener que pasar por el mal trago de añadir a los gastos de la instalación de la carpa la multa que puede ponerles la Policía Local por ocupar la vía pública o tener cabreado a más de un barrio, como ocurrió hace poco en Monte María Cristina y Ataque Seco.
En todo caso, lo de buscarle ubicación a las carpas de las bodas musulmanas sería un tema que podrían abordar el Ejecutivo y las asociaciones de la comunidad musulmana de la Ciudad y si llegan a un acuerdo, bienvenido sea.
Con la petición de una subvención para el pago de las carpas de las bodas musulmanas salta a la vista que muchas veces no somos capaces de percibir el límite entre lo público y lo privado.
El dinero público es para invertir en colegios, hospitales, carreteras, barrios... incluso en fiestas patronales o no, pero de ahí a pagar el local (sea una carpa o un salón) donde se celebra una celebración particular, hay un abismo de por medio.
La propuesta de petición de las carpas subvencionadas ya está lanzada a modo de globo sonda. Por pedir que no quede, pero deberíamos tomarnos más en serio lo que pedimos y pensar que no estamos solos en el mundo. Aquí, como en casi todo en la vida, hay que pensar en “nosotros”.