Nos mordemos la lengua

EL rey emérito Don Juan Carlos ha querido poner tierra de por medio para ver si la jauría que va a por él se relaja un poco. Sin embargo, quien de verdad se va a relajar es él y lo hará, según el diario La Vanguardia, en República Dominicana, en la casa o en el lujoso resort Casa de Campo de La Romana, propiedad del multimillonario cubano Pepe Fanjul, al que Fidel Castro le evaporó el imperio en 1959. Un hombre que, como el Ave Fénix resurgió de sus cenizas en 1987, con un nuevo imperio azucarero. A día de hoy Bloomberg estima que su fortuna personal supera los 8.200 millones de dólares.

Y pese a que los comunistas cubanos desvalijaron a Fanjul, el empresario, votante confeso de los republicanos y simpatizante de Donald Trump, levantó ampollas en tiempos del deshielo Estados Unidos-Cuba cuando aseguró en una entrevista que si se daba la posibilidad estaba abierto a invertir en la isla. Los negocios son los negocios.

Pues bien, La Vanguardia asegura que el rey emérito ya está en la República Dominicana, donde los Fanjul, y podría estar alojado en el complejo turístico en el que han dormido Beyonce, las Kardashians, Michael Jordan o el diseñador Óscar de la Renta.

Ya conoce el monarca la exclusiva villa mediterránea del siglo XVI, única de su tipo en el mundo, que Pepe Fanjul ha reproducido en la Casa de Campo de La Romana.

Dice el ABC, que el rey Juan Carlos salió de España por Sanxenxo (Pontevedra) y llegó a Oporto desde donde cogió un vuelo hacia la República Dominicana. Ya os podréis imaginar lo que le importa en estos momentos a Don Juan Carlos lo que digan Pablo Echenique, los Podemos y compañía.

Tengo que admitir que me ha sorprendido el revuelo que se ha montado. Su hija, la infanta Cristina, al verse salpicada por los escándalos de corrupción de su marido, Iñaki de Urdangarín, se fue a vivir a Suiza y no se acabó el mundo. No estamos, ni mucho menos, ante una decisión que hace falta madurar. Todo lo contrario. No hay como poner tierra de por medio para ver las cosas con mayor claridad y a Don Juan Carlos es evidente que le hace falta. A esto podemos llamarle vacaciones en el Caribe o fustigarnos pensando en el exilio de un rey.

Admito que no deja de ser un exjefe de Estado que decide abandonar su país y residir en otro. Podía haberlo hecho con discreción, pero la presión mediática y del Gobierno socialista mantenían a la Zarzuela en jaque. Tenían que hacer un anuncio rimbombante. Pues bien, el rey emérito se ha ido. Ya tienen lo que querían.

Nosotros en Melilla tendremos muy presente a Don Juan Carlos cada vez que atravesemos la principal avenida de la ciudad. Es lo que tiene ser monárquicos.

Quizás ahora lo vemos con más claridad. Hay que reconocer que con la que le estaba cayendo al rey es normal que Felipe VI abortara su viaje a Melilla porque sólo le faltaba que en su gira nacional de apoyo a las autonomías tras la crisis de la Covid le hicieran una foto en la Avenida Juan Carlos I de nuestra ciudad, enfadando al rey de Marruecos y sumando uno más a todos los problemas que arrastra la Casa Real española.

Don Juan Carlos sí hizo esa visita a nuestra ciudad y Mohamed VI tampoco se lo tomó tan mal. De hecho, le ha regalado una finca de 45.000 metros cuadrados en Marrakech, que necesita inversión. Lo soltó Corinna y lo grabó el comisario Villarejo en la conversación bomba que mantuvieron ambos en Londres. Vaya usted a saber por qué.

Hace tres años en esta ciudad nos llevamos un disgusto cuando leímos una exclusiva de Europa Press que desvelaba cables desclasificados de la embajada de Estados Unidos en España, en 1979 Don Juan Carlos le habría insinuado a Marruecos que estaba dispuesto a ceder Melilla. Ceuta no. A la ciudad caballa estaba dispuesto a concederle un estatus de protectorado internacional similar al que tuvo Tánger entre 1923 y 1956. Los desmentidos llovieron, pero el cable decía lo que decía y Europa Press no retiró la noticia que aún se puede leer.

De todo eso nos acordamos los melillenses y por eso, quizás, dejamos para el finalla valoración del papel decisivo de Juan Carlos I en la transición democrática en España. Los que vivimos con el sufrimiento de haber nacido en dictadura sabemos que personajes que jueguen el papel que jugó nuestro rey emérito no nacen todos los días. Mejor mordernos la lengua. El rey está donde quiere estar y sigue a disposición de la justicia. Lo que tenga que ser, será.

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