Llevo tiempo preguntándome a qué se debe la llegada continua de migrantes tunecinos a Melilla, en los últimos tiempos. Al tener frontera con Libia, entiendo que tienen más fácil llegar a ese país y de ahí, partir en patera a Italia. Eso, en mi opinión, tiene más lógica que travesar Argelia, Marruecos y entrar en Melilla por vía terrestre.
Pero en esto, como en todo lo que tiene que ver con migraciones, mandan las mafias, el bolsillo y el boca a boca. Si se corre la voz de que la vía española (Melilla) es segura y más barata, no hay nada que hacer.
A principios de junio de este año el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla tenía registrados 221 migrantes procedentes de Túnez. Representaban el segundo grupo mayoritario, sólo por detrás de Marruecos (379). Estaban por delante, incluso, de los argelinos (215).
La mayoría de los tunecinos pide asilo político nada más entrar en la ciudad. Pisan Melilla y lo primero que hacen es desgañitarse pidiendo asilo y ser conducidos ante la Policía Nacional. Saben de qué va la cosa y no quieren saber de la Guardia Civil. Llegan informados de por dónde van los tiros.
El jueves pasado murió el presidente de Túnez, Béji Caid Essebsi, un aristócrata de 92 años que se convirtió en el primer presidente elegido democráticamente en el país tras la primavera árabe que consiguió derrocar la dictadura de Ben Alí en el año 2011.
Los tunecinos tenían muchas esperanzas puestas en él, pero lo cierto es que no logró estabilizar el país y mucho menos la economía de una nación que históricamente ha sido uno de los destinos turísticos con más tirón en Europa. La falta de seguridad y los atentados terroristas han mermado el número de visitantes anuales.
La muerte de Essebsi es una mala noticia para Túnez. Si con él, que tenía la autoridad moral para sacar el país adelante, no se consiguió ni siquiera formar un Tribunal Constitucional, poco podrá hacer su sucesor, ahora interino, el presidente del Parlamento, Mohamed Ennaceur, teniendo en cuenta que la Cámara Baja ha aprobado enmiendas a la Ley Electoral que Essebsi no ratificó y que ahora podrían aprobarse.
Estos cambios facilitarían que miembros del antiguo régimen de Ben Alí puedan presentarse a los comicios y además se lo pone difícil a los independientes.
Salvo que suceda un milagro, todo apunta a que Túnez vivirá una interinidad convulsa y eso no nos interesa a Melilla porque previsiblemente llegarán más inmigrantes procedentes de ese país.
Habíamos augurado ya un incremento del número de marroquíes que intentarían entrar en nuestra ciudad tras la aprobación del servicio militar obligatorio y así ha sido.
Estamos ubicados en un sitio que hace camino a todos. Lo mismo nos llegan palestinos que yemeníes, que subsaharianos.
Europa debería empeñarse más a fondo en promover la estabilidad en estados fallidos como Malí. No basta con tener desplegados en la zona 20.000 militares. Quizás hacen falta 60.000 o 100.000. Necesitamos convencer a la gente de que emigración habrá siempre. Eso no es como la varicela, que te da una vez en la vida. Pero una cosa es la llegada esporádica que la llegada masiva de refugiados.
Hay que replantearse las ayudas a la cooperación internacional. Ya sé que ese dinero sale de algún sitio y difícilmente se pueda reunir si todos tenemos en mente que lo mejor para dinamizar la economía es bajar impuestos. Pero quizás nos sobran funcionarios bien pagados en la UE, que no pisan la calle y que viven como Dios en las instalaciones europeas. Habría que recortar ese monstruo burocrático y preocuparnos por llevar la democracia allí donde no existe.
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