No creo que a estas alturas quede en Melilla alguien que no haya visto el vídeo de un joven contando que mientras estaba ‘emparanoiado’ con su Instagram escuchó los gritos de una mujer, a la que él socorrió en su todoterreno tras haber sufrido un intento de violación por parte de cuatro personas de piel negra que habían huido. Circunstancia, esta última, que hizo imposible identificarlos, según contó en su vídeo viral.
Fuentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de nuestra ciudad han asegurado a El Faro que se trata de un bulo. Según nos dicen es la típica fake new que alguien que se aburre cuelga en las redes sociales con la intención sibilina de meternos un gol por toda la escuadra.
El problema es que muy pocos pusieron en duda que el único testigo de los hechos hubiera podido burlar el toque de queda para salir a socorrer a una víctima en plena pandemia del coronavirus. ¿Y saben por qué? Porque aquí la gente se salta el toque de queda y no pasa nada. Y si pasa, no nos enteramos, que es peor.
Tampoco nadie puso en duda que esa violación no ocurriera porque tal y como está el patio en Melilla, a día de hoy, todo, absolutamente todo, es posible en esta ciudad. No descartamos que eso hubiera ocurrido en la misma semana en la que asaltaron una gasolinera y un estanco y nuestros propios políticos confesaron que nos estaban dando gato por liebre con las cifras de curados de coronavirus.
Pues bien, no hubo violación ni nunca hubo cuatro personas de piel negra que ataran a una mujer a un árbol. Es pura mentira. Bazofia racista que sólo busca ponernos a todos en contra de los inmigrantes y, de paso, a las mujeres nos mete el miedo en el cuerpo porque nos envía el mensaje subliminal de que hay cuatro violadores sueltos por Melilla. Es terrorismo informativo y como tal debería juzgarse.
Me preocupa muchísimo que en medio de la situación tan delicada que estamos viviendo, alguien se invente una historia con consecuencias brutales para un colectivo determinado de esta ciudad. ¿De verdad creéis que es fortuito que los culpables de la violación fantasma, que nunca existió, fueran cuatro hombres negros? No lo es.
En el imaginario de los racistas de esta ciudad, las personas de piel negra y los menores extranjeros no acompañados son los responsables de todo lo malo que nos pasa y hasta de lo malo que nos puede pasar. Aquí ya no asustan a los niños con que viene la Aisha Kandisha. Aquí directamente los asustan diciéndole que vienen los menas.
Pero que la violación sea falsa no significa que no haya pasado nada en Melilla. Hemos denunciado ya en alguna ocasión la proliferación de chabolas en determinadas zonas de Melilla. Pues bien, en una de ellas, un hombre y una mujer mantenían relaciones sexuales consentidas. Tras consumir hachís sintético, según la versión de fuentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado consultadas por El Faro, a él se le fue la cabeza y agredió salvajemente a la chica. Por suerte, acudió la Policía y pudo comprobar que, en efecto, le había hecho mucho daño.
Eso fue lo que pasó y estamos seguros de que el agresor pagará por lo que ha hecho independientemente de su estatus social, creencias políticas, religiosas o color de piel. No hace falta hablar de nacionalidad, origen o lo que sea porque es una situación terrible, la haga quien la haga.
Hace apenas dos días denunciábamos en este espacio que pese a que la frontera está cerrada a cal y canto desde el 13 de marzo, la droga sigue entrando a Melilla con más frecuencia de la que le gustaría a nuestros agentes fronterizos. Los fardos están saltando la valla con linterna y sin linterna. No hay efectivos para frenar esa lluvia de hachís.
Aquí no entra el pescado ni el pan de Marruecos, pero la droga no nos falta. Seguimos siendo vulnerables y esta situación sólo viene a demostrar que no somos capaces de impermeabilizar nuestra alambrada contra la inmigración irregular, pero tampoco contra el narcotráfico.
¿Y saben por qué? Porque nos faltan agentes. Porque los cuatro gatos que tenemos no dan abasto; porque nos prometieron incrementar el número de efectivos policiales y de la Guardia Civil y esos refuerzos ni están ni se les espera. Esto no es serio.
No podemos, de ninguna manera, buscar los responsables en Melilla. Los responsables están en los despachos de Madrid, donde saben que estamos mal, muy mal y siguen mirando para otro lado.
Es cierto que no somos Cataluña, pero también es cierto que la delincuencia, como el coronavirus, en Melilla se nos fue de las manos. No podemos seguir cediendo espacio al narcotráfico. Tenemos que frenarles los pies porque de lo contrario jamás conveceremos a nuestros jóvenes de que estudien y trabajen para ganarse la vida honestamente. Saben cuál es el camino más corto. Se encargan de mostrárselo los narcos que los mueven como si movieran peones en un tablero de ajedrez. Estamos perdiendo la partida y últimamente estamos en racha. Todo lo que tocamos, se hunde.
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