Los agentes de la Guardia Civil deberán aguantar como buenamente puedan.
La Delegación del Gobierno no adoptará ninguna medida nueva ni ha acordado ningún otro plan tras los últimos asaltos masivos a la valla del pasado jueves. El encuentro que ayer mantuvo Abdelmalik El Barkani con los medios de comunicación tenía varios objetivos, pero ninguno de ellos era presentar una alternativa a las medidas ya conocidas. El delegado del Gobierno se limitó a presentar el ‘armamento’ con el que los subsaharianos se enfrentan a los sofisticados dispositivos repartidos por la valla fronteriza. Algunos palos y unos hierros atados a unas cuerdas les bastan a los inmigrantes para llevar a cabo sus asaltos. Con estas ‘armas’ el pasado jueves 140 subsaharianos entraron en Melilla. Otros 150 tuvieron menos suerte y su aventura terminó de nuevo en el país vecino tras permanecer seis horas en lo alto de la valla. A éstos últimos, El Barkani les aclaró que en ningún momento llegaron a estar en España y que, por lo tanto, no hubo ‘devoluciones en caliente’ ni ‘rechazos en frontera’, como prefiere llamar el Ministerio del Interior a las entregas de inmigrantes a Marruecos, que quizá, siguiendo el razonamiento del delegado, tampoco las hubo. No lo aclaró. El Barkani se limitó a decir ‘dónde no’ habían estado los inmigrantes. Tal vez otro día aclare ‘dónde sí’ estuvieron durante esas seis horas.
Negar las ‘devoluciones en caliente’ era otro motivo de la rueda de prensa. El más importante quizá fue defender sin fisuras la actuación de los agentes de la Benemérita. El delegado respaldó el uso de un extintor por parte de un guardia civil sobre un inmigrante y el argumento que expuso fue dar a entender que la única alternativa era que el agente soplara para apagar el fuego. En este punto tomó la palabra el coronel Ambrosio Martín Villaseñor, que asistía a la exposición del delegado como un oyente más. Como si el asunto fuera cosa de bomberos, añadió que de haber habido una boca de riego y una manguera, sus guardias civiles también las habrían utilizado. Luego el máximo responsable de la Benemérito en Melilla regresó a su estado de meditación. No dijo nada cuando el delegado del Gobierno afirmó que los sprays de pimienta son un material reglamentario y que, por lo tanto, los agentes van a seguir utilizándolos contra los inmigrantes. Tal vez prefirió callar Villaseñor y no mencionar que los guardias civiles cuentan con otra clase de materiales igualmente reglamentarios que no convenía mencionar en ese momento porque la argumentación del delegado, sin tener en cuenta la proporcionalidad, también serviría para justificar, por ejemplo, el injustificable uso de las pistolas reglamentarias.
Para apoyar sus palabras, El Barkani proyectó unos vídeos tomados con las cámaras de seguridad que no aportaron nada y sólo sirvieron para contemplar desde otra perspectiva escenas ya vistas en todos los telediarios del jueves, a parte de las habituales aproximaciones multitudinarias de los subsaharianos a la valla, esta vez tras superar sin demasiada dificultad la zanja que alguien ha ordenado cavar en territorio marroquí durante las últimas semanas.
Poco dio de sí la comparecencia ante la prensa de El Barkani y del ‘silencioso’ coronel de la Benemérita en su papel de convidado de piedra.
Entre tanto, en otro punto de la ciudad, el presidente Imbroda exigía el fin de una vez por todas de los asaltos a la valla. Pero su queja sonaba como una voz en el desierto, como las palabras del portavoz de su Ejecutivo, Daniel Conesa, quien aseguraba que Melilla está llegando “al borde de lo que puede soportar”.
¿ Ha caído ya la última gota?