Con las elecciones autonómicas en un horizonte cada vez más cercano, no se podía esperar otra cosa. Vimos unas escenas muy parecidas el pasado jueves en el Congreso de los Diputados durante el debate de dos proyectos de ley con medidas contra la corrupción.
Ayer esas imágenes tuvieron su reflejo en la Asamblea. El último Pleno de Control del año fue un adelanto del ambiente político que nos espera en 2015, con una primera cita electoral de carácter local y autonómico en mayo y un segundo señalamiento en noviembre que servirá para conocer el nombre del inquilino de la Moncloa en los siguientes cuatro años.
Con este panorama, difícilmente se podía esperar algo distinto a lo que se vio ayer en la Asamblea. Además, la gresca irá en aumento a medida que nos acerquemos a esas dos fechas señaladas en rojo en el calendario político.
El Pleno de Control contó ayer con dos claros protagonistas. Por un lado, el debate sobre la corrupción que acapara la actualidad nacional tuvo su reflejo en la política local. Sin embargo, no hubo grandes aportaciones dialécticas ni argumentales. Los oradores se limitaron a intercambiar conocidos reproches con más o menos elocuencia. Se limitaron a tantearse, cada adversario político con su habitual argumentario, que en esencia es el mismo ya que su fundamento está basado en el aburrido ‘y tú más’.
La Cañada fue el otro protagonista del debate, también con un claro trasfondo electoral. De hecho, los vecinos de esta barriada pueden tener mucho que decir sobre la conformación del próximo Ejecutivo local. Dependerá en gran medida del desgaste que la corrupción provoque en cada formación política y de la evolución de la economía. Un repunte o una caída del desempleo, así como las expectativas económicas para el próximo año pueden hacer que la balanza electoral se incline hacia uno u otro lado, también en La Cañada, donde los vecinos tienen muy presente que la única cifra económica que les preocupa es la referida al paro. La falta de trabajo se siente con especial intensidad en esa zona, de ahí la importancia que puede tener el momento en el que se encuentren los planes de empleo cuando llegue el momento de acudir a las urnas.
Ése es ambiente político que tenemos hoy, cuando aún no hemos cruzado el umbral de 2015, un año eminentemente electoral. No se puede esperar otra cosa en los próximos doce meses.
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