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“No queremos pensar...”

La muerte de Ouchda ha estado en el centro del debate político. Un suceso que debería haber unido a todos los partidos contra de este crimen y en apoyo a los familiares de la víctima ha servido, sin embargo, para arreciar el enfrentamiento político entre el Gobierno local y el principal partido de la oposición. El primero ha optado por esperar a la conclusión de la investigación policial para pronunciarse con contundencia y saber si debía condenar el crimen como un caso de violencia de género o contra la mujer. Y el segundo, CpM, considera que no es necesario aguardar tanto para mostrar el rechazo a esta muerte y expresar el apoyo a la víctima.
Hasta ahí, se puede considerar que el asunto está dentro de los parámetros normales del debate político. Sin embargo, comienza a chirriar cuando la diputada de CpM Salima Abdeslam sale a la escena pública y dice en rueda de prensa que ‘no quiere pensar...’, para continuar hablando (sin pensar) y acusando gravemente de xenofobia al Gobierno local. “Lo que no queremos pensar es que porque la chica (Ouchda) es marroquí no se ha hecho nada al respecto (un pronunciamiento firme del Ejecutivo  condenando el crimen)”, dijo el pasado lunes la diputada  ‘sin querer pensar’.
Tres días después responsables de CpM negaban la acusación de xenofobia de Abdeslam hacia la viceconsejera de la Mujer. El único argumento (equivocado) de éstos era que no se puede hablar de xenofobia refiriéndose a una persona de otra nacionalidad. Sin embargo, precisamente así es como define el término la Real Academia Española. [Xenofobia.  (De xeno- y fobia). 1. f. Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros].
En una ciudad multicultural y fronteriza con un país como Marruecos hay asuntos sobre los que, si uno ‘no quiere pensar’,  es mejor permanecer callado. El lunes Salima Abdeslam perdió una magnífica oportunidad para reflexionar antes de lanzar sus graves acusaciones públicas. Tampoco supo aprovechar la ocasión para permanecer en silencio en caso de no ser capaz de ver todas las implicaciones y consecuencias que puede tener en nuestra ciudad unas palabras lanzadas al viento ‘sin querer pensar’.
Se equivocó el lunes la diputada Salima y volvieron a equivocarse ayer sus compañeros de partido tras insistir en el error y no pedir disculpas por esa grave acusación. Precisamente, los diputados de CpM reclaman al Gobierno local lo mismo que ellos no son capaces de hacer.
Sobraba la acusación de xenofobia para criticar la supuesta lentitud en la reacción de la viceconsejera de la Mujer ante el crimen. No era necesaria porque, además de ser injusta, resta fuerza a los otros argumentos que quería poner encima de la mesa el principal partido de la oposición. Al final, la crítica se ha vuelto contra la diputada de CpM por ‘no querer pensar’, un error grave en un representante del segundo partido político de la ciudad y mayoritario entre una de las cuatro comunidades que conviven en Melilla.

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