Kamel lleva seis meses en el CETI esperando un permiso de salida a la península. Su mujer y sus dos niños tienen permiso de residencia en España y hoy viven en Cantabria.
Unos desean entrar en el CETI a toda costa, mientras que otros lo que buscan es irse de allí cuanto antes. Entre estos últimos se encuentra Kamel, uno de los más de 20 argelinos que se manifestaron ayer en la Plaza de España, de donde no tienen intención de marcharse hasta que se solucionen sus solicitudes de asilo a las autoridades españolas.
“Llevo seis meses en el CETI, desde el pasado noviembre”, indica a El Faro. Desde entonces, sólo piensa en obtener el permiso de salida hacia la península.
En realidad, todos los que llegan al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes desean alcanzar pronto suelo europeo, pero Kamel tiene más prisa que sus compañeros. A él lo están esperando su esposa y sus dos hijos en Cantabria desde hace dos años y medio.
Llegada a Melilla
No es la primera vez que Kamel llega a Melilla. “Entré en 2009 con mi mujer. Nuestro primer hijo nació aquí”, afirma a este periódico. Según cuenta, él y su familia pasaron “un año y cuatro meses” en nuestra ciudad.
“Soy técnico superior en marketing, pero en todo ese tiempo no encontré trabajo”, continúa Kamel. Asevera que la Policía le dijo entonces que su esposa no podía quedarse en Melilla “por ser marroquí”. De esa manera, optó por llevarse a su familia de vuelta a Argel, de donde él procede.
Añade que posteriormente su mujer pasó temporadas viviendo “entre Marruecos y Argelia”. En su país natal ella tuvo problemas con sus familiares de allí y decidió no regresar más. Sin embargo, estaba convencida de que en Argelia no le aguardaba un futuro mucho mejor ni a ella ni a su familia y “hace dos años y medio” consiguió llegar a la península con su hijo y su hija, que había nacido en Argelia.
Lejos de sus seres queridos
Kamel lleva desde entonces sin ver a su esposa y a los niños, quienes han conseguido permiso de residencia en España y viven en Cantabria. Sin embargo, la mujer se encuentra actualmente sin trabajo y sólo cuenta con una paga de desempleo que no le permite pagarse un billete de avión para venir a visitar a su marido mientras éste pelea por conseguir un permiso de salida a la península.
“Un hombre no puede vivir sin sus hijos”, confiesa Kamel con un semblante que refleja el estado de su alma. “Yo tenía un empleo en Argel. Trabajaba en la Sociedad del Petróleo de Argelia. Pero lo dejé y volví a Melilla. Tengo que ver a mi familia, no puedo estar más tiempo así”.
Por el momento, este hombre se comunica con su esposa gracias al teléfono de uno de sus compañeros argelinos del CETI, quien, al igual que Kamel, piensa quedarse en la Plaza de España hasta que se les otorgue un permiso de salida hacia la península.
“Mi hijo me pregunta: papá, cuándo te vamos a ver? Y luego le pregunta a mi mujer: ¿Dónde está papá?”, relata Kamel con gesto compungido.
Mientras sueña con que las autoridades españolas permitan la reagrupación familiar, vive preocupado por la situación de su esposa e hijos. “Están solos, no tienen a nadie que pueda ayudarlos”, lamenta.
Pero guarda un resquicio para la esperanza: “Quizá ella pueda reunir algo de dinero y venir con los niños a visitarme a Melilla”.