No habrá suficientes camas para alojar a todos los asistentes que Ángeles Guardianes había previsto que participarían en la concentración motera del próximo mes de abril. Faltan habitaciones para alojar a ese medio millar de turistas que iban a venir a nuestra ciudad y tampoco hay mucho interés en buscar soluciones por parte de la Viceconsejería de Turismo.
Su máximo responsable, Javier Mateo, fue ayer tajante al señalar que las plazas hoteleras en nuestra ciudad “son las que hay”. Y añadió: “No podemos construir un hotel nuevo”.
Son unas palabras que sorprenden en una ciudad como la nuestra, que por un lado se siente orgullosa de su espíritu acogedor y que por otra parte lucha por potenciar sectores económicos alternativos, como el turismo. Pero si a alguien habrían sorprendido las palabras de Javier Mateo hubiera sido a los directores generales de Turismo que el miércoles mantuvieron una reunión de trabajo en nuestra ciudad. ¿Cómo habrían entendido la decisión de su colega melillense de echar con cajas destempladas a unos turistas que desean venir a Melilla?
Mateo dijo ayer que “no se puede ofrecer lo que no hay. Por eso no ofrecemos turismo vacacional, porque no tenemos hoteles en primera línea de playa ni con piscina”. Quizá tenga razón el viceconsejero; es muy probable que sus palabras estén llenas de sensatez, pero entonces ¿cómo explica la oferta que ha llevado Melilla a las últimas ediciones de la Feria Internacional de Turismo (Fitur)? ¿No es contradictoria la argumentación que Javier Mateo ofreció ayer con el stand de nuestra ciudad en Fitur, ése que levantó la curiosidad de los visitantes y de numerosos medios de comunicación? ¿También estábamos “ofreciendo lo que no hay”?, como dijo ayer el viceconsejero de Turismo.
Los Ángeles Guardianes pretendían reunir en abril a medio millar de moteros en nuestra ciudad. Medio millar de moteros que iban a ocupar plazas en nuestros hoteles como turistas. Medio millar de turistas que iban a consumir en nuestras cafeterías y restaurantes como visitantes. Medio millar de visitantes que iban a recorrer Melilla convirtiéndose luego en medio millar de ‘embajadores’ de nuestra ciudad. Medio millar de ‘embajadores’ de Melilla que ahora sólo tienen la opción de buscar alojamiento en el otro lado de la frontera o quedarse en la otra orilla del Mediterráneo. Quizás en esos dos lugares sepan valorar como se merece el impacto que puede suponer para la economía local la llegada de medio millar turistas durante algo más de un fin de semana.
Melilla no tiene capacidad para ofrecer turismo vacacional ni de playa, según explicó ayer Mateo. Tampoco puede atender a visitantes como los propuestos por Ángeles Guardianes. Tal vez algún día sepamos qué tipo de turistas quiere nuestro viceconsejero; unas veces va de viaje en Londres atraer cruceristas a pesar de que no convencen a los comerciantes locales, no interesan a los hosteleros y pasan desapercibidos para los hoteleros; y otras veces se presenta en Madrid ‘vendiendo’ un turismo de sol y playa que luego no tenemos capacidad de satisfacer. ¿Qué hubiera sucedido si la participación de Melilla en Fitur se hubiera materializado este verano en una exitosa respuesta en forma de reservas? ¿Qué habría dicho entonces Mateo? ¿También se hubiera desecho de esos turistas con cajas destempladas?
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