Opinión

No nos dejen solos

Desde la Asociación Andaluza de la Empresa Familiar (www.aaef.net) siempre hemos tenido una mirada puesta al otro lado del Estrecho pues en nuestro ámbito territorial se incluyen a las empresas familiares de Melilla y Ceuta, muchas de ellas en segunda y tercera generación e, incluso centenarias, como la de nuestra familia. Como presidente de la AAEF llevo con mucho orgullo ser de Melilla y nunca dejo pasar oportunidad sin hablar de ella y de nuestras raíces andaluzas. Puedo anunciar que la próxima reunión anual de los 18 presidentes de las Asociaciones Territoriales de la Empresa Familiar vinculadas al IEF se celebrará en Melilla (D.m.) como prueba del apoyo a ambas ciudades.

En ambas ciudades, el 99% de sus empresarios somos autónomos o empresas de muy pequeño o reducido tamaño que hasta hace unos cinco años dependíamos -de una forma más o menos directa- del tránsito de personas y mercancías entre ambos lados de la frontera como ha sido y es normal en todas las ciudades fronterizas del mundo, salvo Corea. A raíz de la entrada de España en la Unión Europea se perdieron las pocas industrias existentes.

Melilla -en sus 526 años de historia española- y Ceuta -desde que en 1.640 decidió ser española antes que portuguesa- hemos soportado asedios, guerras, pandemias y crisis de todo tipo como la mayoría de las demás regiones españolas y nos merecemos y queremos seguir siéndolo a pesar de las ansias anexionistas de Marruecos y la desidia del Gobierno que hemos tenido los últimos años. Por mucho que se empeñen unos y otros, los empresarios somos la solución pero necesitamos el apoyo del Estado tanto o más que otras regiones. El problema es el vecino que nos ha tocado en “suerte” y que se ha “olvidado” de los Acuerdos bilaterales de Buena Vecindad y algunos otros Acuerdos internacionales y ha decido asfixiar la economía de ambas ciudades con su hoja de ruta para “recuperar” las “ciudades ocupadas”, según ellos.

Empezó en agosto de 2018 prohibiendo unilateralmente las importaciones a través de la aduana comercial existente desde finales del s. XIX antes de la creación del actual Reino de Marruecos y oficializada a petición del mismo en 1.959 tras la independencia. Luego, vino el covid y el cierre total al paso de personas y de mercancías pero es que una vez superada la pandemia no se ha recuperado ni el tránsito fluido de personas con colas de varias horas de espera ni se permite el paso en régimen de viajeros de un simple danone o de un botellín de agua sin abrir o un par de zapatos o una manta de regalo para un familiar o amigo al otro lado de la frontera. Nuestro Gobierno mientras, mirando para otro lado como si no le importara.

Del cierre de la aduana, nuestro Gobierno no hizo la más ligera protesta diplomática ni verbal ni escrita. Aceptó sumisamente la creación de una comisión “técnica” cuando no había ni hay nada técnico que tratar. Se habían venido efectuando centenares de miles de declaraciones de importación y exportación en todos estos años sin problema técnico alguno. Se nos prometió por nuestro Gobierno en diversas ocasiones que antes de la RAN con Marruecos del pasado febrero las aduanas estarían operativas y pocos días antes nos sorprenden con la realización de unas “pruebas” para ver cómo funcionaba la aduana. Una milonga… A esta fecha no sabemos el resultado de las pruebas, pero la aduana sigue cerrada. De vergüenza.

Consecuencia de esa nueva estrategia diplomática personal de Sánchez respecto al futuro del Sáhara se firmó una declaración conjunta en Rabat en abril del 2022. Vimos un rayito de esperanza en que volveríamos a la “buena” vecindad. Extrañamente o no, de los 16 puntos acordados solo se ha puesto en marcha el correspondiente a la Operación Paso del Estrecho por los puertos españoles que es lo que interesaba a Marruecos y lo tuvo a cambio de nada. Y, de paso, nos cargamos las buenas relaciones con Argelia perdiendo el liderazgo del gas en Europa a favor de Italia y consiguiendo que cientos o miles de empresas no pudieran exportar sus productos a Argelia.

En ambas ciudades tenemos problemas comunes que solucionar, aunque las soluciones no tienen por qué ser las mismas en todos ellos. Coincidimos ambas en que la alternativa al comercio tradicional con Marruecos pasa por potenciar el turismo y las industrias relacionadas con las TIC y el mundo digital y, si fuera posible, potenciar la implantación de alguna industria de transformación y montaje de productos semiterminados previamente importados ya que no disponemos de agricultura, ganadería, pesca o minería que podamos exportar o transformar.

Coincidimos en que para potenciar el turismo necesitamos mejorar la conectividad con la Península y, concretamente, en el caso de Melilla acabar con el monopolio “de facto” que disfruta Iberia/Air Nostrum poniendo unos precios abusivos en las conexiones con Melilla. Por ejemplo, un vuelo Andorra-Madrid con ATR72 se anuncia a 59 euros y el vuelo Madrid-Melilla (15 millas menos, mismo aparato y misma compañía) suele rondar los 600 euros. Y el salto de Málaga-Melilla oscila entre los 150 y los 240 euros cuando el billete Málaga-Nador (unas 20 millas más, mismo aparato y misma compañía) sale por 72 euros. ¿Cómo justifican esa diferencia? ¿Nadie les ha pedido explicaciones? ¿Ha hecho algo el Gobierno para acabar con esta sangría ya que es el que paga el 75% del precio de estos billetes de los residentes en Ceuta y Melilla? Parece como si no le importara…

La bonificación al transporte de mercancías que tenemos concedida -al igual que Canarias y Baleares- desde los PGE de 2017 sigue sin ser efectiva para Melilla y Ceuta después de seis años a pesar de haber aprobado el pasado mayo un cicatero RD que solo contempla el transporte de residuos, mercancías peligrosas, las devoluciones a Península de ciertas mercancías y solo de comerciantes al por menor y la de productos fabricados en ambas ciudades, os sea, uno o ninguno…Por tanto, una milonga pues hasta la fecha no se ha desarrollado el procedimiento para poder solicitarla. El mar y el cielo son nuestras carreteras o el Ave de conexión con la Península a la que tenemos derecho como españoles para utilizarlas, cuando lo necesitemos o lo deseemos, pero las pagamos a precio de autopista y bastante caras.

Del Plan Integral de Desarrollo Socioeconómico presentado por la ministra de Política Territorial para ambas ciudades en octubre del año pasado con 711 millones de inversión -pintados con muchos colorines y gráficos en un folleto- a día de hoy, no se han visto incluidos en los PGE ni un solo euro que no sean los que ya estaban asignados de Fondos de Resiliencia u otras ayudas europeas. O sea, otra milonga más.

Por si fuera poco, en enero de este año el Gobierno de Sánchez con el RDL 1/2023 ha suprimido de un plumazo la bonificación directa del 50% en las cotizaciones sociales que disfrutábamos los empresarios desde 2004 y, ante las protestas, nos entretienen seis meses diciendo que lo van a solucionar y en el último Consejo de ministros -y ministras, faltaría más- se sacan de la manga un RD con un sistema alternativo que siguen rechazando todo el mundo empresarial y político menos los sindicatos y el partido socialista. ¿Qué han pretendido con esta medida? ¿Seguir poniendo trabas al cada vez más difícil desarrollo de las empresas privadas? ¿Dónde queda la seguridad jurídica de las ventajas fiscales que tienen ambas ciudades? Esto no es una milonga, es un grave problema. Y ¿qué podemos esperar si finalmente sigue el Gobierno de España en las mismas manos a pesar de haber perdido las últimas elecciones municipales, autonómicas y nacionales?

Desde Melilla y Ceuta se pidió hace años ayuda a Andalucía, nuestra antigua “hermana mayor”, y se firmaron Acuerdos de colaboración. En Ceuta, el Gobierno del PP los puso en marcha. En Melilla, el inane presidente que hemos tenido que soportar estos cuatro últimos años no le hizo ni caso (“papel mojado”, me dijo) y lo dejó caducar. El nuevo Gobierno de Melilla ha afirmado que va a reactivar un nuevo acuerdo con la Junta de Andalucía y no dudo de la generosidad que vamos a tener de nuestros hermanos andaluces y el cariño con el que nos van a ayudar. Las buenas relaciones de Andalucía con Marruecos podrían ser un medio para que volvamos a tenerlas aquí.

Las empresas familiares somos el corazón de España, de Andalucía, de Ceuta y Melilla. No nos dejen solos en estos momentos pues la sensación que tenemos es que estamos abandonados a nuestra suerte.

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