Desde que abrió al frontera de Melilla, los melillenses están viviendo un desgaste inmenso haciendo colas para vacunarse, para sacarse el pasaporte, para hacerse las fotos del DNI y para cruzar la frontera los fines de semana a Marruecos.
Las colas monumentales y las largas esperas del primer fin de semana con el paso fronterizo de Beni Enzar abierto se han vuelto a repetir este viernes sin que, de momento, conozcamos qué medidas ha tomado la Delegación del Gobierno para evitarlo.
No podemos ni debemos acostumbrarnos a esto. No se puede armar un discurso político defendiendo que queremos una frontera del siglo XXI a la vez que se permiten aglomeraciones tercermundistas nada recomendables en pandemia y las instalaciones en las que trabajan los policías nacionales y los guardias civiles continúan severamente descuidadas.
Si queremos una frontera del siglo XXI tenemos que empezar por hacer hasta lo imposible para que lo parezca. Habría que empezar por eliminar las colas y agilizar el tránsito fronterizo especialmente los fines de semana. Pero eso no se puede hacer si como ha denunciado el Sindicato Unificado de Policía hay noches en las que solo tres policías velan por la seguridad y el tránsito fronterizo.
De momento, sólo tenemos imágenes de las autoridades en Beni Enzar, cuando apenas hay tráfico de vehículos y de personas. No es en ese momento en el que queremos que se retraten. Queremos que lo hagan cuando la frontera está atestada de gente, soportando las altas temperaturas bajo el sol, más horas de espera para salir a Marruecos a ver a la familia o a hacer turismo o a cualquier otra cosa que quieran hacer del otro lado.
Si esto es lo que tenemos ahora, que cerca de 4.000 personas aún no pueden salir porque se vacunaron la semana pasada, y todavía no pueden entrar los transfronterizos, es normal que nos preguntemos qué va a pasar cuando se normalice todo.
Leemos a diario las noticias sobre los preparativos que hace Ceuta para para modernizar la frontera así como su puesta a punto. Aquí estamos pendientes de que salgan los trabajos a licitación y aún no nos han explicado por qué no se licitaron en los dos años que estuvo cerrado el paso fronterizo.
Tenemos que tener paciencia, pero la paciencia tiene límites. Si queremos que la frontera de Beni Enzar sea una frontera europea, hay que trabajar más y hablar menos.
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