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“No fue capaz de mirar a otro lado y se negó a ser un espectador de las atrocidades”

Violeta Ogneova, la canciller de Promoción de Suecia, explica a El Faro el por qué de la exposición sobre Raoul Wallenberg.

–¿Cómo surge hacer una exposición sobre Raoul Wallenberg y por qué emprender esta iniciativa desde la Embajada de Suecia?

–La exposición ‘Para mí, no hay otra opción’ está comisariada y producida por el Instituto Sueco en colaboración con The Living History Forum en 2012. Ha realizado giras tanto por Suecia como a nivel internacional.

El contenido recorre la vida de Raoul Wallenberg, sin embargo, va mucho más allá de la mera semblanza biográfica. En última instancia, se trata de una historia sobre todos nosotros, nuestras responsabilidades como individuos y las elecciones morales que tomamos en la vida. Y un recordatorio del hecho de que todos podemos cambiar las cosas.

La defensa de los valores democráticos y los derechos humanos es la esencia de la política exterior de Suecia.

Este proyecto se hace dentro del marco de Drive For Democracy, una iniciativa del Ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia con el objetivo de dar a conocer y trabajar en el desarrollo de la democracia en el mundo.

Teniendo en cuenta que los principios democráticos se están debilitando en la sociedad actual lo vemos primordial respetarlos e inspirar a los jóvenes que conozcan estos derechos y que tengan la valentía y el coraje moral para defenderlos.

–¿Qué resaltaría de la figura de Wallenberg?

–Raoul Wallenberg hubiera podido vivir una vida privilegiada en Suecia, en un país neutral, pero decidió arriesgar la vida por personas con las que no compartía ni nacionalidad ni convicciones religiosas. No fue capaz de mirar al otro lado, se negó a ser un espectador de las atrocidades que se cometían y pasar a la acción.

–Saber lo que hizo Wallenberg, ¿nos ayudará a no cometer los errores de aquel tiempo? ¿Es uno de los motivos de hacer esta exposición?

–Es el mensaje principal de la exposición. No hay futuro sin memoria y por eso es importante contar esta historia, sobre todo a los jóvenes. Tenemos que aprender de la historia y actuar a tiempo.

Tienen que aprender que sí pueden marcar una diferencia mostrando coraje civil y defender los fundamentos de los derechos humanos hasta con pequeñas acciones.

–Wallenberg ha logrado que sus acciones le hagan ‘vivir eternamente’ porque va a estar en la memoria de todas las familias de aquellos que salvó y también en la de muchas personas que visitarán esta exposición. Se sabe que desapareció, pero no su paradero. ¿Es un consuelo que viva, al menos de esta forma, en la memoria de todos?

–Wallenberg se convirtió en un héroe inmortal sin ser esta su aspiración.

Sus acciones siguen vivas y ha inspirado a todo el mundo y nos recuerdan la continua necesidad de combatir el racismo, antisemitismo, la islamofobia, la homofobia, todas las tendencias que alimentan la intolerancia hacia personas que no son como nosotros mismos. Su legado sigue vivo gracias a su familia.

–La Fundación Yehudi Menuhin aprovechará la muestra para impartir talleres sobre los derechos humanos. ¿Cómo surge colaborar con esta entidad y cómo ve esta iniciativa?

–La Fundación Yehudi Menuhin fue la que se puso en contacto con nosotros tras conocernos en un acto de se llevó a cabo en la embajada y en el que se hizo un homenaje a los fallecidos en el Holocausto.

Se trata de una fundación que trabaja en la misma línea que la Embajada de Suecia en relación a la promoción de los valores humanos. Conocimos cómo se trabaja por parte de esta entidad en los centros educativos.

Y para nosotros lo importante de esta muestra no es solo dar a conocer a Wallenberg y que se visite la exposición, sino que en este marco, se puedan hacer programas educativos, sobre todo, dirigidos a alumnos para impartir estos valores. Nos interesa que vean la defensa de los derechos humanos y concienciarles sobre qué es la responsabilidad cívica, qué es el coraje moral y qué puedes hacer tú en la sociedad para defender los valores democráticos. Asimismo, hablamos de la importancia de actuar, de no tolerar las intolerancias.

Y como la Fundación Yehudi Menuhin trabaja en la línea de esos valores pues pensamos que era interesante colaborar con ellos. Además, es que ellos tienen el conocimiento de desarrollar estos programas.

–El Swedish Institute forma parte de las entidades que lideran en esta muestra. ¿Qué es? ¿Cuáles son sus objetivos?

–El Instituto Sueco es una institución que forma parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, aunque sea una entidad independiente. Y se encarga, a través de la cultura, la educación, la ciencia y también el comercio para fortalecer las relaciones o el desarrollo de las mismas entre varios países. Además, las embajadas también están para llevar a cabo este tipo de relaciones. El objetivo de todo es trasmitir una imagen de Suecia positiva en el exterior y se hace, por ejemplo, mostrando los valores suecos, a través de la cultura, la enseñanza de sueco o el intercambio de universidades.

También me gustaría resaltar que esta exposición esta realizada, además de el Instituto Sueco, por The Living History Forum. Esta última pertenece al Ministerio de Cultura y su función es promover todo el trabajo para fomentar la democracia y luchar contra la intolerancia. Esta entidad trabaja de forma específica en temas relacionados con el Holocausto y desarrolla un gran número de programas para las escuelas. Se centran en combatir la intolerancia y el discurso del odio. Y es que trabajamos mucho en cómo combatir el discurso del odio en las redes.

–¿Hay más proyectos relacionados con esta exposición para el futuro?

–La ciudad de Ceuta ha mostrado interés por la exposición sobre Wallenberg y junto a la Fundación Yehudi Menuhin hablaremos para ver si se podría llevar allí en septiembre.

Nosotros estamos encantados porque siempre nos quedamos, no solo en la península, sino que muchas actividades están centradas en Madrid. Y lo que queremos es llegar a todos los rincones de España. De hecho, últimamente se hacen cosas en Málaga, en el norte o en Barcelona. Y nunca habíamos llegado hasta Melilla y Ceuta. Además, nos resulta interesante porque son ciudades multiculturales. Y por ello, nos pareció interesante llegar hasta allí.

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