Ante la incertidumbre de si hay o no Plan Estratégico para Melilla, nos pusimos este lunes en contacto con el Ministerio de Política Territorial, que avanzó este verano a El País en que iba a consistir el ‘rescate’ de las ciudades autónomas. Queríamos saber, como mínimo, si aquello seguía en pie.
Más que nada porque tras el anuncio vino, como todos sabemos, la reestructuración de la parte socialista del Gobierno de Pedro Sánchez y lo que el ex ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, tenía avanzado, se perdió en un cajón. O al menos eso parece.
Como decía, este lunes contactamos por teléfono y por escrito al Ministerio de Isabel Rodríguez y empezamos con mal pie: nos dieron un e-mail antiguo que, al parecer, ya no existe, así que la gestión del lunes no llegó por escrito a su destinatario.
El caso es que este martes, insistimos y entonces tuvimos suerte; nos dieron el e-mail correcto a través del cual preguntamos por el Plan Estratégico de Melilla y desde Madrid quedaron en contestarnos. Y en esas estamos.
Ante la ausencia de respuesta, volvimos a contactar este miércoles y la persona que atendió al teléfono sufrió un arrebato de sinceridad: “Si no te han contestado, es porque no lo tienen”, dijo. A ciencia cierta no sabemos si se refería a la respuesta que esperamos o al Plan Estratégico que, por lo visto, era estratégico este verano y ahora cuesta encontrarlo.
Tenemos que decir, en honor a la verdad, que la atención a los periodistas desde el Gobierno funciona muy bien. Usted llama a Defensa, a Transición Ecológica o a Medio Ambiente y en cuestión de una o dos horas tiene la respuesta. Pero este caso es distinto. Estoy convencida de que no es un problema de personas, ni siquiera de instituciones. En mi opinión, depende de las preguntas.
Mucho me temo que el Plan Estratégico de Melilla ni está ni se le espera. Es evidente que no es una prioridad del Gobierno de la nación porque de serla, ya estaría sobre la mesa. Nos han vendido humo y ahora no hay manera de disimular que no hay medidas en camino.
Como me comentaba este miércoles un político de Melilla, esto había que haberlo dejado atado y bien atado en caliente. Si tras lo ocurrido este 18 de mayo en Ceuta, cuando Marruecos permitió el paso de 10.000 migrantes irregulares por la frontera sur de Europa, se hubiera insistido a Pedro Sánchez para que pusiera en marcha un plan de revitalización de las ciudades autónomas, no estaríamos ahora como pescado en nevera: con los ojos abiertos y sin ver nada.
En estos momentos, con la crisis aplacada y el escándalo de los menores marroquíes que no han podido ser repatriados, lo último que querría Moncloa es revolver el avispero de Ceuta y Melilla para reconocer que prometieron mucho y no dieron nada.
Pero no podemos pasar por alto unas declaraciones que hizo ayer la vicepresidenta del Gobierno de Melilla, Gloria Rojas, que en una rueda de prensa sentenció que la defensa de la españolidad de la ciudad no debe medirse en convocatorias de actos públicos sino en inversiones.
Me da a mí que Rojas se ha metido ella solita en un berenjenal. No podemos decir que el Gobierno central no invierte en Melilla porque eso sería faltar a la verdad, pero es más discutible que las inversiones que se están haciendo estén a la altura de lo que en su día hizo el PP de Rajoy.
Desde las filas populares, el diputado Díaz de Otazu le recuerda Rojas que ha sido un gobierno socialista el que paró las inversiones plurianuales de más de 200 millones de euros destinadas a la ampliación del puerto y el que recortó las frecuencias del transporte marítimo de Melilla.
La socialista se defiende con que están construyendo el hospital universitario y el colegio Gabriel de Morales y no miente, pero hay que asumir que en Melilla todo lo que tienen que exhibir es la retirada de la estatua de Franco.
Cuando se acaben las obras del hospital a las que este año han destinado 34 millones, si se acaban, habrá que equiparlo. Cuando se equipe, si se equipa, entonces se le reconocerá el mérito. Lo mismo pasa con el colegio, al que han destinado 10 millones. De momento, lo que tenemos son aulas prefabricadas; ni una sola nueva titulación universitaria; llevamos dos años sin certificados de profesionalidad y en 2020 perdimos 3,1 millones de euros en formación para el empleo.
Eso por no hablar del Plan Estratégico. No hay ninguno en marcha. Así que si nos da por puntuar la defensa de la españolidad de acuerdo a las inversiones, igual las cuentas no dejan bien parado al Gobierno del Pedro Sánchez.
Los números son los que son. No engañan. En comunicación política hay que identificar las debilidades y fortalezas y potenciar estas últimas con un objetivo cumplido convertido en una bandera que puedas enarbolar a toda hora. Aquí los mástiles están desangelados. No es que no tengan nada que vender es que se desgastan dando explicaciones y justificando sus debilidades. Eso sin contar las metidas de pata monumentales como la de no invitar a los diputados de PP y Vox a la ofrenda floral de este 17 de septiembre frente a la estatua de Pedro de Estopiñán. Dígame usted qué necesidad había de reventar el acto institucional por el Día de Melilla.
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