El juez de lo Penal número 2, Álvaro Salvador Prieto, se hizo cargo en diciembre del Juzgado de Menores, relevando a Emilio Lamo de Espinosa.
Desde el pasado mes de diciembre el juez de lo Penal número 2 de Melilla es también juez de Menores. Álvaro Salvador Prieto asegura, en esta entrevista concedida a El Faro, que ninguno de los menores que están ahora en el Centro de Reforma es un caso perdido y afirma que todos son recuperables. El optimismo de este magistrado no es en vano. Se presentó a la vacante existente en el Juzgado de Menores para cambiar, tras siete años en el Penal número 2, y sabiendo que en Menores puede hacer “mucho más” por los jóvenes infractores. La legislación es mucho más flexible en relación a los menores y, por el trato personalizado que ésta permite, favorece y aumenta las posibilidades de reeducar y reinsertar en la sociedad a los infractores.
Salvador Prieto releva en el Juzgado de Menores a Emilio Lamo de Espinosa, juez decano de Melilla, y dice haberse encontrado el Juzgado “al día”. Ello le ha permitido a Salvador Prieto tomar las riendas del área de Menores y hacer una puesta a punto que ha finalizado en las últimas semanas con diversas reuniones.
Puesta a punto
Como juez de Menores, Salvador Prieto se encarga de aplicar las medidas, que no condenas, a los menores infractores en aras de conseguir su reeducación y reinserción social y realizar, posteriormente, el seguimiento del cumplimiento de esas medidas. Prácticamente todas las instituciones de Melilla están implicadas. La Fiscalía es la que se ocupa de la instrucción de los casos y la Ciudad Autónoma, a través de la Consejería de Bienestar Social, de ejecutar las medidas impuestas por el juez.
Con ambas y con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, el juez de Menores ha conseguido aunar voluntades y esfuerzos para agilizar procedimientos y conseguir más medios para ello.
Salvador Prieto asegura que hay “muy buena predisposición a colaborar y de hacer muchas cosas” por parte de las Administraciones implicadas. Una de las líneas de acción en la que ya se está trabajando por parte de la Ciudad Autónoma es en la de poder ejecutar algunas medidas para menores infractores que la legislación contempla, pero que no se estaban aplicando en Melilla, como los trabajos en beneficio a la comunidad y la convivencia en grupo familiar o educativo.
Lógicamente implementar estas medidas viene condicionado por la situación económica actual, pero, en general, el juez de Menores en Melilla no considera que las necesidades existentes en su Juzgado sean “preocupantes”. “Se podrían mejorar las cosas, pero la situación no es preocupante”, insiste.
Cambio de ‘aires’ judiciales
El seguimiento de los menores infractores obliga al juez a realizar visitas periódicas al Centro de Reforma. Precisamente, ese contacto personalizado con los infractores es uno de los atractivos que hizo que Salvador Prieto se decidiera a dar el paso y volver al Juzgado donde hace algunos años estuvo en comisión de servicio.
“Si la experiencia no hubiera sido positiva no habría vuelto”, afirma, convencido que con estos jóvenes infractores “se puede hacer y ayudar mucho más”. Y éste es su reto en la nueva etapa profesional que inicia: “Ayudar en la resocialización del menor. Para muchos es su última oportunidad porque están a punto de cumplir la mayoría de edad y la responsabilidad penal es distinta. Tratamos de evitar que vuelvan a cometer infracciones”, explica.
Por la flexibilidad de actuación que la ley permite y las diversas medidas que se pueden adoptar, el trato personalizado y, en definitiva, tener más posibilidades de ayudar son los motivos por lo que Salvador Prieto postuló para la plaza de juez de Menores en Melilla. “Es una justicia muy diferente. No tiene nada que ver con los adultos. Es un cambio de mentalidad, de hacer las cosas. Los objetivos no son los mismos ni la forma de trabajar ni las herramientas. El interés superior del menor da más margen para poner las medidas que mejor incidan en la reeducación y reinserción del menor y que éste tenga un futuro”, afirma.
“Ningún caso perdido”
El juez ya ha tomado contacto con los menores infractores del Centro de Reforma. Algunos tienen más interés en su reinserción y en “hacer las cosas bien”. Otros, no. Pero asegura que “todos y siempre son recuperables”. “No doy a ninguno por perdido”, recalca.
El abanico de infracciones por las que los menores infractores están en el Centro de Reforma es tan variopinto que, como personas que son, no permite establecer un perfil de menor infractor. Son muchos los factores que influyen en la efectividad de las medidas impuestas, como la propia voluntad del menor infractor o el apoyo familiar. “El contacto con los chicos ha sido bueno. Tienen sus problemas y sus cosas. Algunos responden mejor y otros peor”, afirma Salvador Prieto. En todo caso, con todos ellos, guarda “buenas expectativas”.
El Juzgado de Menores da satisfacciones profesionales y personales, cuando un joven consigue resocializarse y no volver a cometer infracciones. Salvador Prieto afirma que se preocupa por cada menor infractor, pero siempre desde su posición como juez de Menores. “Las implicaciones personales con menores son mayores que con los adultos, pero yo soy padre de los hijos que tengo yo. No soy padre de nadie más. Los menores (infractores) no me ven ni me van a ver como padre”, concluye.
“Las crisis conllevan un repunte de la delincuencia en general, no solamente en menores”
Esta semana la consejera de Bienestar Social, Mª Antonia Garbín, destacaba el repunte en el número de menores infractores en el Centro de Reforme. Este repunte no parece preocupar en exceso al juez de Menores, Álvaro Salvador Prieto. “Los repuntes puntuales suceden a veces. No hay un motivo o motivos concretos más allá de la evidencia que las crisis conllevan a un repunte de la delincuencia en general, no solamente de menores”, argumenta. No obstante, puntualiza que “siempre el aumento de la delincuencia es preocupante”.
Sobre la problemática existente en la ciudad respecto de los menores extranjeros no acompañados (menas), el juez no se pronuncia al no ser de su competencia. “Lo que tiene que ver con los menas es un tema de protección en el que está implicada la Fiscalía, no el Juzgado”, aclara. Pero reconoce que en este tipo de casos son propios de Melilla, que no se dan en ninguna otra ciudad española. La situación geográfica de la ciudad es el principal elemento diferenciador y en la mayoría de los casos un handicap. “Vivimos al lado de un país y una zona que podíamos calificar del Tercer Mundo, lo pasan muy mal. Creen que viniendo a Melilla es el primer mundo y no lo es. El choque de culturas y el idioma son problemas que se notan mucho más en Melilla que en otra ciudad”, argumenta.