El mes sagrado para los musulmanes suele multiplicar las ausencias de acusados o testigos citados en los tribunales. El juez decano de Melilla confirma esa tendencia. La agente judicial abre la puerta de la sala de vistas y, folio en mano, pronuncia el nombre del acusado. No comparece. A continuación hace lo propio con el de un testigo. Ausente, mismo resultado. Y, por experiencia, se oye el comentario de dos letradas: “Se nota que ha comenzado el Ramadán”.
La escena es de ayer, en los juzgados de Melilla. El mes sagrado para los musulmanes, que cumplía su primera jornada, modifica durante casi un mes hábitos alimenticios, labores y sociales, pero en el caso de las comparecencias judiciales la salvedad no es menor: la presencia o no tras ser citado formalmente no es un acto voluntario que se pueda eludir sin justificación, sino de obligado cumplimiento. Y esquivarlo puede salir bastante caro.
El fenómeno no es nuevo. Emilio Lamo de Espinosa, juez decano de Melilla, confirma que “es cierto que en Ramadán, por ejemplo, disminuye bastante la litigiosidad”, circunstancia que pese a su experiencia acumulada durante años considera “curiosa”. El caso de ayer, aunque llamativo, es conocido por los funcionarios y el resto de trabajadores de los juzgados. “En estas semanas es muy frecuente que testigos o acusados no aparezcan”, certifica.
Pese a todo, la maquinaria judicial sigue su curso, con comparecencias o sin ellas. “No se puede decir que el Ramadán afecte directamente al funcionamiento de los juzgados. Nosotros seguimos fijando los mismos señalamientos que en cualquier otra época del año. Lo que sí ocurre es que la persona que está citada, haciendo uso de su libertad personal o religiosa, actúa como considera más oportuno. Es decir, viene a juicio o no, cada uno decidiendo en cada momento lo que piensa que debe hacer”, subraya Lamo de Espinosa, quien no obstante hace una salvedad: los juzgados no paran, pero los procesos con incomparecencias sí se ven afectados.
Esa no presencia acarrea consecuencias, ya que como recuerda el juez decano, alegar que se está cumpliendo con el Ramadán para no acudir cuando se está citado no es una excusa aceptada. “Quien está citado formalmente tiene que acudir. Si no lo hace y no puede justificarlo tiene que responder de acuerdo a la ley”, advierte. Y cita ejemplos: un imputado que no aparezca se enfrenta a su detención, o un acusado para el que se solicite una pena de prisión inferior a dos años que no se presente ante el juez puede ser juzgado y condenado en su ausencia.
Los juzgados de Guardia también viven su particular Ramadán. Lamo de Espinosa narra cómo “los detenidos se ponen nerviosos cuando llegan las horas en las que rompen el ayuno e insisten en que se aceleren los procedimientos”, registrándose incluso “gritos frecuentes en los calabozos porque quieren ser los primeros en pasar”.
No obstante, el juez decano prefiere tomárselo con filosofía. “En Melilla hay más incidencia por el alto porcentaje de población musulmana. Imagino que en Sevilla, durante la la Feria de Abril, también habrá incomparecencias”, bromea.