Categorías: Tribunales y Justicia

Niega un intento de violación, pero fue sorprendido con los pantalones bajados

Varios militares de prácticas en los Pinares socorrieron a la víctima, que dijo haber sido secuestrada en El Real.

Dos hombres, uno de ellos residente en Melilla, se sentaron ayer en el banquillo de los acusados por, supuestamente, secuestrar e intentar abusar de una mujer en marzo del año pasado. La Audiencia Provincial en Melilla celebró ayer el juicio en el que ambos negaron los hechos. Uno de los testigos aseguró que cuando fue a socorrer a la víctima, alertado por los gritos que ésta profería, vio a uno de los hombres con los pantalones bajados y encima de la mujer. El Ministerio Fiscal y la acusación particular piden para ambos procesados 13 años de prisión, según informó la defensa.
Los hechos ocurrieron en marzo de 2012, cuando los dos acusados supuestamente secuestraron a la mujer en el barrio de El Real y se fueron a la explanada frente a los Pinares de Rostrogordo, donde la golpearon, la arrancaron las ropas e intentaron violarla. La víctima declaró que aquella noche, cuando fue abordada por los acusados, estaba en las inmediaciones de la iglesia de El Real “esperando a una amiga” con la que acababa de dar un paseo. Los acusados se acercaron a ella y “le ofrecieron dinero a cambio de sexo”. Según la declaración de la mujer, ella se negó y fue entonces cuando el conductor del coche se bajó y la golpeó. Perdió la consciencia y lo siguiente que recuerda, según declaró ayer, es que habían llegado a los Pinares.  Entonces, intentó huir. Cogió un teléfono móvil que encontró en el coche y salió corriendo, pero fue interceptada por uno de los acusados. Ya en el suelo, dijo que uno de ellos la sujetó, mientras el segundo empezó a tocarle el pecho y a quitarse los pantalones. La víctima aseguró ante el tribunal que en todo momento se negó a mantener relaciones con los acusados y que se resistió y gritó, pidiendo auxilio. En ese momento, llegó al lugar un grupo de militares que la socorrieron y evitaron que los hombres consumaran, supuestamente, la violación.
La mujer declaró que vive con sus padres en Nador y que se dedica a trabajar de empleada del hogar en Melilla, a pesar de las insistentes preguntas de la defensa para que la víctima admitiera que en realidad es una mujer “que se dedica a la vida”, es decir, a la prostitución.

Los acusados niegan los hechos
Ambos hombres, uno de ellos residente en Melilla, negaron los hechos de los que se les acusa. Aseguraron que aquella noche estaban en El Real con su vehículo aparcados, cuando la denunciante se metió voluntariamente en el coche en el que iban, aunque inicialmente indicaron a la mujer que no se subiera, finalmente, se fueron los tres a los pinares. El segundo acusado en declarar dijo que la supuesta víctima estaba esa noche “bebida y drogada”. Reconoció que le dio una bofetada porque le tiró el móvil al suelo. Por su parte, la mujer le identificó como la persona que la había intentado forzar, mientras el primer acusado le sujetaba los brazos. Uno de los militares que socorrió a la mujer, aseguró que fue a éste al que vio con los pantalones bajados y encima de la supuesta víctima, tendidos en el suelo.
Los acusados no supieron explicar a preguntas de la Fiscalía y la acusación particular por qué se fueron de El Real a los Pinares con la mujer en el interior del coche ni cómo se hizo ésta las lesiones reflejadas en el parte médico. Uno de ellos aseguró que los hematomas y las ropas desgarradas se produjeron a raíz de la caída de la víctima cuando salió corriendo del coche en la explanada de Rostrogordo.
Los dos hombres tampoco explicaron con claridad por qué intentaron huir del lugar de los hechos cuando los militares se acercaron. De hecho, uno de ellos se metió en el coche y dos militares le sacaron por la ventana del vehículo y le quitaron las llaves. Así estuvieron retenidos hasta que llegó la Guardia Civil.

Los testigos
Dos guardias civiles declararon que estaban patrullando aquella noche el perímetro fronterizo y explicaron que cuando llegaron a los Pinares escucharon unos gritos. Buscando su procedencia, vieron las linternas de los militares que les hacían señales para que acudieran al lugar. Allí encontraron a los dos hombres retenidos y a la mujer cubierta con una manta porque hacía frío aquella noche.
Ambos agentes de la Benemérita afirmaron que hacía frío y dijeron que escucharon perfectamente los gritos, pues en esa zona “el silencio de la noche” permite escuchar cualquier tipo de ruido inusual. La defensa de los acusados preguntó por qué en el atestado de la Guardia Civil no especificaron que habían escuchado gritos “femeninos”.
El segundo guardia civil en declarar destacó que cuando detuvo a uno de los acusados, éste dijo: “¿Para qué tanta historia si sólo es una puta?”. El testigo atribuyó esta declaración al más alto de los acusados, el mismo al que uno de los militares identificó como el hombre que estaba con los pantalones bajados y encima de la mujer tendidos en el suelo.

Los militares que evitaron la violación

Uno de los militares que auxilió a la mujer, cuando estaba siendo agredida en Rostrogordo, explicó que esa noche estaba con sus compañeros de maniobras en la zona. Escucharon “un bofetón” y los gritos de una mujer. Puesto que estaban a una distancia de entre 100 y 150 metros, corrieron hacia el lugar. Declaró que “la noche era muy clara y se escuchaba todo”. A medida que se iban acercando, vio a un hombre que se incorporaba del suelo y les decía: “No pasa nada”. Pero cuando llegaron, vio al segundo acusado “con los pantalones bajados y encima de la mujer”. Encontraron a la víctima “muy nerviosa, llorando y con sangre en la oreja”. Uno de los acusados intentó huir en el coche, pero el testigo dijo que un compañero suyo le sacó del vehículo por la ventana del conductor y otro le quitó las llaves.

300 euros de multa para un guardia civil que se fue del juicio

El juicio fue suspendido a media mañana por la incomparecencia de dos testigos, un militar y un guardia civil. La Fiscalía y la acusación particular consideraron que sus declaraciones eran importantes para el caso y el tribunal accedió a aplazar la sesión, a pesar de la protesta del abogado defensor.
Además, el presidente de la Audiencia Provincial impuso una multa de 300 euros al guardia civil porque se había marchado de los juzgados sin permiso del tribunal y después de que se hubiera accedido a que declarara en primer lugar porque a las 13:00 horas tenía que coger el barco. El juez dejó constancia de que la multa se ejecutaría si el testigo en cuestión no justifica su marcha del juicio, a pesar de haber estado presente.

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