Categorías: Tribunales y Justicia

Niega haber intimidado a su vecina con un cuchillo, pero la amenaza en el juicio

La joven de 20 años  está bajo tratamiento. Tras declarar ante el juez se quedó en la sala con su supuesto agresor presente.

Es la segunda vez que se ven las caras en la sala de vistas del Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla y el juicio no estuvo exento de polémica. Una joven melillense de 20 años de edad denunció a su vecino por haberle amenazado con un cuchillo de grandes dimensiones en las inmediaciones del Centro de Salud de Cabrerizas el pasado 4 de julio. La pasada semana se celebró otro juicio, también por un delito continuado de amenazas, entre estos dos vecinos de La Cañada. El acusado, que está en prisión, negó en todo momento haber amenazado alguna vez a esta joven, aunque sí reconoció que el enconamiento personal lo tiene con el hermano y el padre de ésta. A pesar de que rechazó los hechos que se le imputaban no dudó en amenazar a la chica en un receso del juicio, lo que le valió una fuerte reprimenda del juez.

Escondido tras una palmera
La chica declaró ante el juez, pero llamó la atención que, después de mostrarse muy nerviosa durante el interrogatorio, se quedara en la sala en presencia del acusado y presunto agresor. Aseguró que su vecino, M.M.M., la siguió la mañana del 4 de julio hasta el Centro de Salud de Cabrerizas y la esperó detrás de una palmera. Repentinamente salió de su escondite y comenzó a amenazar a la joven, que iba acompañada de una amiga suya. “No puedo salir sola a la calle”, aseguró, pues dijo estar sufriendo las amenazas de su vecino desde hace meses. “Me dijo que me iba a matar, que me iba a cortar el cuello”, agregó.
Declaró con firmeza que su agresor se levantó el chándal que llevaba, descubriendo así un cuchillo de grandes dimensiones, pero que éste no lo llegó a sacar. Fue su amiga y acompañante, que declaró como testigo, quien aseguró ante el juez que el acusado agitó el cuchillo en el aire. Sin embargo, la abogada defensora consideró que ambas declaraciones de las chicas se contradecían.
El vigilante de seguridad del centro sanitario también fue otro de los testigos que declaró en el juicio de ayer. Únicamente dijo haber salido del ambulatorio, alertado por los gritos de la muchacha, y que se acercó hasta donde estaba el acusado. Solamente escuchó a éste decir: “Tu trabajo está dentro del ambulatorio. Ya me la encontraré”. Aclaró a preguntas del juez que únicamente escuchó los gritos de socorro de la joven, pero no las amenazas del acusado esa mañana.
La madre y el hermano de M.M.M. fueron los testigos de última hora aportados por la defensa. La madre, quien a pesar de tener documentación española, dijo no hablar y entender bien el español, aseguró que su hijo “no está bien de la cabeza” y que son sus vecinos, entre ellos, la denunciante, los que “van a buscarle a casa”, al parecer para increparle.  Su hermano se expresó en los mismos términos.
Con ambas declaraciones la defensa quiso dejar patente que el enfrentamiento de los vecinos viene de hace varios años. Según declaró el acusado, el padre y el hermano de la joven le atacaron y su objetivo desde entonces “es que me vaya de la casa”. El acusado afirma que la familia ha implicado a su hija, la supuesta víctima, para tenderle “una trampa” y que “me detengan y me metan en la cárcel”.
M.M.M. quiso aportar como prueba una grabación con su teléfono móvil de las amenazas e increpaciones de sus vecinos, mientras él está en casa de su madre en La Cañada. Sin embargo, por dos veces las supuestas grabaciones no pudieron ser escuchadas con claridad, por lo que no tendrán valor para el juicio. El caso quedó visto para sentencia.

Le piden dos años de cárcel y orden de alejamiento

Una vez concluidas las declaraciones de las partes, supuesto agresor y víctima, y los testigos, la Fiscalía y acusación particular coincidieron en solicitar una sentencia condenatoria para M.M.M. de dos años de prisión, una orden de alejamiento de la víctima de 200 metros durante tres años y un mes y una compensación económica por daños morales de 100 euros.
La defensa insistió en la absolución de su cliente al entender que las declaraciones de la víctima y su amiga son contradictorias, pues no ha quedado probado que su cliente sacara el cuchillo de gran tamaño de su bolsillo y, teniendo en cuenta que el acusado anda ayudado de una muleta por una enfermedad en la pierna, no pudo salir corriendo detrás de la joven, tal y como ésta declaró.

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