El hermano del menor, que propinó una paliza al agresor, en paradero desconocido.
La Audiencia Provincial celebró el juicio contra un melillense de 32 años, acusado de abusar de un menor de edad. La vista se suspendió a principios de octubre, pues faltaba el segundo acusado, el hermano de la víctima que supuestamente propinó una paliza al agresor del menor y que sigue en paradero desconocido. Por ello, únicamente se enjuició los hechos contra Y.B. por agresión sexual, para el que el Ministerio Fiscal solicita once meses de prisión, cuatro años de libertad vigilada y una orden de alejamiento de la víctima durante dos años.
El acusado negó los hechos denunciados por el menor y alegó que se encontraba en el portal de la vivienda de la supuesta víctima con una mujer, que era entonces su pareja ocasional, manteniendo relaciones sexuales con ella.
El procesado afirmó ante el tribunal que “nunca” ha estado con un menor. El acusado también negó que siguiera a su víctima hasta el portal de su casa en el barrio de El Real y que en el interior del inmueble le ofreciera a ésta dinero a cambio de tener relaciones sexuales.
Y.B. declaró que se había metido en el portal para mantener relaciones con una mujer con la que ocasionalmente se encontraba. Explicó que de repente una persona bajó hasta el portal y empezó a propinarle golpes hasta que pudo salir a la calle y huir. Dijo no recordar más de la agresión, puesto que “el primer golpe fue muy fuerte y estaba casi inconsciente”.
El primer testigo en declarar fue la madre del menor. Del día de los hechos, el 9 de junio de 2012, únicamente dijo recordar que escuchó gritos en el portal y que su hijo mayor bajó corriendo las escaleras. Ella se asomó por la ventana que da a la calle y vio a su hijo y al acusado agarrados de la ropa y seguidamente a éste último salir corriendo.
Declaración tras un biombo
Tras lo ocurrido explicó al tribunal que su hijo menor “siempre está triste” y que se siente “incómodo” cuando tiene que salir a la calle solo. “No le gusta recordar lo que pasó. Al poco tiempo se fue a Marruecos para olvidar lo ocurrido y ahora no quiere hablar de lo que pasó. No quiere que se sepa y que piensen que es maricón”, concluyó la madre.
La víctima declaró detrás de un biombo para evitar el contacto visual con el acusado. Durante el interrogatorio se mostró claramente cohibido y en varias ocasiones el presidente de la Audiencia le pidió que hablara más alto.
El menor de 16 años de edad recordó que aquel día bajó a comprar pimientos y que de vuelta a casa el acusado le siguió y se metió con él en el portal de la vivienda. Allí le agarró de un brazo y le ofreció hasta 50 euros a cambio de mantener relaciones sexuales. La víctima intentó zafarse del agresor y llamó a gritos a su hermano.
Después de la supuesta paliza de éste al presunto agresor sexual, el menor subió a casa y allí su madre y después su hermano mayor le pidieron que explicara lo ocurrido, pero no lo hizo hasta horas después. Desde entonces, la madre declaró que ha tenido problemas para dormir por las noches, no le gusta salir solo a la calle y ha dejado de hacer actividades propias de su edad, como salir con sus amistades y acudir a los entrenamientos del equipo de fútbol en el que estaba.
El abogado defensor, quien se ganó varias advertencias del tribunal, preguntó al menor por qué tardaron más de doce horas en poner la denuncia en la Comisaría. La víctima respondió que no fue hasta mucho después de lo sucedido cuando se lo contó a su familia y entonces acudieron a Jefatura a interponer la denuncia correspondiente.
La coartada y visto para sentencia
La mujer que, según el acusado, estaba con él en el portal manteniendo relaciones también acudió como testigo. Declaró que el día de los hechos, el acusado le llamó por teléfono para quedar y que, debido al calor, se refugiaron en un portal, donde comenzaron a “tocarse”. De repente bajó un hombre y empezó a pegar al acusado, por lo que, ella salió corriendo del portal. La testigo aseguró que en el portal no había ningún menor.
El juicio quedó visto para sentencia tras la intervención de la trabajadora social y la psicóloga que evaluaron a la víctima un tiempo después de lo ocurrido. Tras una extensa explicación de los protocolos a seguir en caso de menores que han sufrido abusos sexuales, ambas afirmaron que si bien el delito de abusos no se consumó, las secuelas psicológicas que presentaba la víctima podrían ser fruto, ciertamente, de un hecho violento como el que el menor había descrito.