En Nador lo están pasando mal. No lo digo yo. Lo dice la ONG Asociación Marroquí de Derechos Humanos, que lamenta que el cierre de la frontera. En teoría se hizo para levantar una barrera de protección contra el contagio de la Covid-19, pero en la práctica está asfixiando a Melilla y, como daño colateral, a las familias marroquíes que se han quedado sin ingresos tras el fin de la contratación transfronteriza y el contrabando; el cese de la actividad comercial en el zoco de Nador y la persecución de los vendedores ambulantes en Marruecos.
Los nadorenses están pagando sus orígenes rifeños; sus simpatías con las revueltas de Alhucemas y, en definitiva, su dependencia económica de España. Porque por más que le pese a Rabat nos necesitamos mutuamente. Del otro lado de la frontera dependen de nosotros tanto como nosotros de ellos. Sin Melilla del otro lado pinchan hasta los delincuentes, que estos días se devanan los sesos para colar droga a través de la valla, mientras la gente de a pie, marroquíes que echan de menos a sus familias, intentan saltar la alambrada desde nuestra ciudad para regresar a sus casas en Marruecos. Lo nunca visto. Tratan de escapar de Europa.
En medio de la desolación que la Covid está dejando en el norte de África nos llegan noticias del confinamiento de Tánger y sinceramente creo que es malo para todos porque retrasará aún más la normalización del tráfico fronterizo, necesario para las dos partes.
Creo sinceramente que la recuperación económica de Melilla pasa, necesariamente, por dialogar con Marruecos. Vivir de espaldas nos hace daño a ambos. No son solo nuestros bares y comercios los que echan de menos el género y los turistas marroquíes. Nador también necesita a las decenas de melillenses que cada fin de semana salen a comer en sus establecimientos o a pasar el fin del semana y a consumir del otro lado de la frontera.
España tiene que sentarse a conversar con Marruecos. Todo es negociable menos la soberanía española de las ciudades, islas y peñones que nuestro país tiene en el norte de África. De todo lo demás podemos hablar. Debemos estar dispuestos a ceder en lo que se deba ceder, pero hay que hablar.
No ayuda en nada que Sus Majestades Don Felipe VI y Doña Letizia excluyan a Melilla y Ceuta de su gira por España. El Gobierno niega que ese viaje estuviera planificado, pero la credibilidad del Ejecutivo de Sánchez e Iglesias hace aguas desde hace tiempo. Se les ve el plumero.
Venir a Melilla y Ceuta sería positivo para la Corona, que en estos momentos atraviesa sus horas más bajas tras el escándalo de los 65 millones de supuestas comisiones del AVE a La Meca que el rey emérito, Don Juan Carlos, habría regalado a su amante, Corinna Larsen.
Los Reyes necesitan un baño de multitudes diario para tapar los titulares que desde su retiro dorado genera el padre de Don Felipe. En cualquier caso, sus Majestades no pueden ser ajenos a la difícil situación que viven los territorios españoles en el norte de África tras la pandemia. ¿Por qué iban a suspender un viaje que les beneficia? Evidentemente Zarzuela no va a decir que el presidente del Gobierno se lo ha prohibido al jefe del Estado. No quedaría mal Sánchez, sino la Casa Real. Así que desde el Ejecutivo se hacen los tontos y niegan la mayor cuando aseguran que el viaje nunca estuvo en la agenda de los monarcas.
Una forma de saber quién miente sería llevar a la Asamblea la moción conjunta que ha propuesto el diputado Jesús Delgado Aboy para ver quién se retrata. Porque a estas alturas no sabemos qué piensan los de Gloria Rojas de la visita de los Reyes ni qué gestiones ha hecho Sabrina Moh para conseguir que el Gobierno persuada a Zarzuela de que a día de hoy Melilla y Ceuta siguen siendo España y que, por tanto, no se entiende que ambos territorios sean excluidos de una gira nacional de sus Majestades.
No es tiempo para andarse con ambigüedades porque eso, además de ser peligroso, tiene su coste político. ¿Qué pasaría si los melillenses tuviéramos que votar a las puertas de un nuevo confinamiento? ¿Qué partido acusaría más el desgaste? ¿Quién desaparecería de la Asamblea? ¿Quién se quedaría en la oposición? Aquí no hay nada claro y quien crea que estará en la política por los siglos de los siglos, se equivoca. No hay nada seguro.
No creo que hayamos vivido nunca antes un periodo de inseguridad como el que estamos atravesando. A mí no me queda claro que el Gobierno central esté dispuesto a invertir todo lo que hace falta invertir en esta ciudad para sacarla del atolladero. No nos hagamos falsas ilusiones. Esto no puede solucionarlo la iniciativa privada porque la burocracia, los impuestos y la falta de incentivos son nocivos para el emprendimiento. Países como Andorra, Bahamas o Luxemburgo han conseguido salir adelante con recursos limitadísimos. En todos estos casos, los impuestos son determinantes. Mientras tengamos aquí los mismos precios y los mismos productos que en la península no habrá nada que hacer.
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