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Nadie irá a la calle

El consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, ha dado su palabra: ninguna familia desalojada de su casa por el terremoto se quedará en la calle.
Y lo ha dicho un día antes de que un grupo de melillenses realojados en la Residencia de Estudiantes tenga que abandonar hoy este establecimiento ya que las habitaciones que venían ocupando fueron reservadas con antelación.

El consejero ha sido meridianamente claro. A la par que anuncia que nadie dormirá al raso, también anima a las familias desalojadas a buscar un alquiler. Es más, adelanta que la Ciudad está dispuesta a pagarles seis meses de contrato.
En este caso, el problema principal no es el dinero sino la escasez de arrendamientos en Melilla. A esto hay que sumar los innumerables requisitos que los caseros, escarmentados o no, solicitan a sus inquilinos.
Para una persona en paro y con niños es casi imposible alquilar una casa en la ciudad.
Ya ha hablado sobre el tema el consejero Ventura, que en más de una ocasión ha animado a los caseros a arrendar sus pisos a las familias desalojadas tras el terremoto de 6.3 grados en la escala de Richter que el pasado 25 de enero sacudió Melilla. Para convencerlos ha repetido hasta la saciedad que la Ciudad avalará a estas familias.
La Administración está haciendo un esfuerzo y las familias deben hacer otro.
Hay que preguntar, buscar, indagar, convencer, porque es indudable que los niños están mejor en un hogar que en un hotel.
CpM vino ayer, de alguna manera, a dar la razón a la Ciudad, cuando hizo hincapié en que sale más barato pagar un alquiler a las familias desalojadas tras los seísmos que mantenerlas en un hotel.
El problema es la dificultad real de conseguir un alquiler en Melilla. Hay que moverse, preguntar a los amigos, a los parientes e intentar salir adelante. Es difícil. Desde luego, pero no es imposible. Los caseros, por su parte, también deberían dar un paso adelante. La ciudad avala y se trata de melillenses a los que el terremoto les ha quitado el techo bajo el que vivían.
Les ha tocado a ellos, pero podía haberle tocado a cualquiera de nosotros. Nadie quiere verse en una situación así y comprobar que la gente que te rodea mira más para el bolsillo que para su comunidad.

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