Opinión

Nadie dice que vaya a ser fácil

Qué miedo. La vicepresidenta del Ejecutivo local, Gloria Rojas, y la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, quieren viajar a Madrid para meter mano en el supuesto plan estratégico que Moncloa dice que está elaborando para Melilla y Ceuta y que pretende poner en práctica ‘en verano’.

De momento sabemos lo que filtraron a El País y que el ministro Miquel Iceta ha dejado el tema en manos de una alta funcionaria, de la que sólo se sabe que se dedicará en exclusiva a planificar el rescate de las dos ciudades autónomas. No hay más detalles, ni nombres, ni nada que nos haga pensar que esto es un plan estudiado y no una improvisación nacida al calor de la retirada de las mascarillas obligatorias en espacios abiertos para tapar el derroche de concordia del indulto a los presos del ‘procés’.

Sinceramente no creo que Sabrina Moh y Gloria Rojas estén incapacitadas para pensar en un plan estratégico para Melilla sólo porque cuando nos cerraron la Aduana comercial de Beni Enzar, ninguna de las dos se lo tomó a la tremenda. Lo asumieron como si nos hubieran cerrado un carrillo en Cabrerizas. Si se enfadaron, nosotros, los votantes, no nos enteramos.

Tampoco creo que estén incapacitadas para participar en el diseño del plan estratégico porque aceptaron con disciplina de partido el incremento del precio de los billetes del barco, la disminución de rotaciones y con eso nos han condenado a la peor conectividad con la península que hemos tenido en muchísimos años.

Es cierto que con los socialistas en el tripartito hemos conseguido que Motril sea una línea de interés público, pero todos sabemos que no es gracias al empuje del lobby del profesorado de Melilla sino a la insistencia de los socialistas de Motril. La victoria es suya y nosotros hemos asistido a este final de batalla en concepto de palmeros.

Aún así, me parece bien que ambas políticas melillenses viajen a Madrid porque aunque pertenecen al mismo partido, no parecen estar en la misma cuerda. Lo que no me gusta y, además, me parece impresentable es que lleven a la capital un criterio que, teniendo en cuenta que el PSOE de Melilla es un reino de taifas, puede que no sea ni siquiera representativo de todo el Partido Socialista local.

Esto no se puede convertir en una medallita para dos políticas de Melilla. A Madrid hay que llevar el consenso de esta ciudad. Nos jugamos muchísimo. Nos jugamos nuestro futuro. Nuestra desgracia o nuestro éxito no pueden ni deben llevar sólo el sello de un partido político y de dos tendencias dentro del PSOE local.

Y eso justamente es lo que ha reclamado el diputado popular Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, que ha reivindicado el sello del PP en el programa estratégico para salvar a Ceuta y Melilla de la miseria absoluta en la que nos estamos ahogando.

Pero ni mucho menos creo que esto es cosa de dos. Tan absurdo es que el PP no esté en el diseño del plan estratégico como que no estén el resto de formaciones políticas de esta ciudad.

Todos tienen algo que aportar y debemos llegar a Madrid con un poco de concordia bajo el brazo. Hay que buscar el diálogo, promover el consenso y escuchar a todos porque todos tienen algo que aportar.

Y no sólo eso. Todos tenemos el deber de aportar. Hay que escuchar a los empresarios antes de meterse a aprobar nada. Hay que escuchar a los sindicatos antes de aprobar nada. Hay que escuchar a la sociedad civil. Todos debemos contar en esto.

Y si después de alcanzar acuerdos, de escuchar y de promover la concordia resulta que sale mal, pues no queda otra que asumir juntos la responsabilidad de haber perdido una oportunidad de oro para sacar esta ciudad adelante.

Melilla ha sido una ciudad próspera. Y esa prosperidad se la dio las rebajas fiscales y el hecho de que media España hiciera el servicio militar obligatorio en esta tierra. Usted da una patada en la península y le sale alguien que ha hecho la mili en Melilla y que tiene ganas de volver. Igual tenemos que organizar quedadas anuales de todos los españoles que han hecho la mili en esta tierra. A la gente hay que atraerla por las emociones.

Tenemos que darle vueltas al asunto, pero no podemos plantarnos a Madrid con el ‘sí, señor’ en la punta de la lengua. No podemos seguir plegándonos a la disciplina de partido. Porque si seguimos por ahí, al final el hundimiento de Melilla tendrá un sello muy personal y nadie quiere hundirse.

Hay algo que sigue sin gustarme. De lo poco que hemos visto del plan estratégico, no hay una sola medida que contemple reconducir las relaciones con Marruecos. Es bueno que nos centremos en mirar hacia Europa, pero no es saludable negarle la palabra a nuestro vecino.

Hay que buscar la forma de que Marruecos comprenda que el bien nuestro es también el suyo y que las viejas ambiciones anexionistas no le reportan mayor beneficio que el que le da nuestra soberanía. Para ellos debe ser tan bueno como para nosotros que sigamos siendo españoles. Tenemos que conseguir que lo deseen.

¿Es fácil? Los retos nunca son fáciles. Pero en el contexto actual perdemos todos.

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