Música, baile y confeti protagonizan la Cabalgata del Carnaval de Melilla

  • La ‘diosa’ de estas fiestas, la peque reina y el resto de ganadores del concurso de disfraces precedieron la cabalgata carnavalera

  • El esperado entierro de la sardina se celebró en la puerta del edificio de la Asamblea

Un Carnaval no sería tal si no se celebrara una cabalgata con todos sus complementos: música, baile, mucho confeti, carrozas espectaculares, disfraces sorprendentes y las ganas e ilusión que ponen todos los participantes.

Este año no podía ser menos, y la rúa carnavalera de nuestra ciudad ha cumplido con las expectativas de los más exigentes. Antes de la hora de salida, ya eran muchas las personas que se concentraban en la plaza España para ver las carrozas y los disfraces de los melillenses más fiesteros.

Prácticamente puntual, el desfile comenzó precedido por los ganadores y otros concursantes del certamen de disfraces, que quisieron lucir los trajes que tanto esfuerzo les había costado preparar durante estos últimos meses. Tras ellos, una comitiva de niños, jóvenes y adultos les seguían vestidos de toda clase de personajes: robots, bomberos, hadas, cucarachas, los Mosqueteros, el Monstruo de las Galletas y un sinfín de opciones, resultado de la imaginación de los melillenses, pasearon por el centro de la ciudad.

La música, a todo volumen, acompañaba las carrozas y se mezclaba con las risas de los asistentes que contemplaban la cabalgata desde detrás de la valla, algunos de ellos disfrazados, pero demasiado tímidos como para atreverse a bailar delante de los demás y seguir el ritmo de la fiesta carnavalera.

Algunos de los grupos participantes idearon una coreografía, que no dejaron de bailar en todo momento. Es el caso de la carroza que se insinuaba al ritmo de ‘Moulin Rouge’. Una comparsa de chicas vestidas de cabaret bailaban con canciones de la mítica película. Lo mismo hicieron las bailarinas del ‘1, 2, 3’ y un grupo de jóvenes, que nos trasladó a México con los estampados de sus disfraces y la típica decoración, donde el tequila y los cactus siempre están presente.

La cabalgata también trajo a invitados de otras galaxias. Al menos cinco robots interestelares se dedicaron a lanzar rayos láser al público, que los miraba asombrado por sus dimensiones entre tanto confeti y purpurina. A todo ello hay que sumar el grupo de plañideras que cerraba el desfile. Un conjunto de jóvenes, ataviadas de riguroso negro, lloraba desconsoladas mientras acompañaban el féretro de la sardina. Su llanto variaba con la música de sus acompañantes masculinos, y lo que antes eran sollozos, fácilmente pasaban a ser risas, coros y cantos. Así estuvieron durante todo el recorrido por el centro de Melilla, hasta que la rúa llegó a su destino, la puerta del Palacio de la Asamblea en la plaza España.

En este lugar esperaban la ‘diosa del Carnaval’, Alejandra Miras Mateo, vestida con el disfraz que le dio la victoria en el concurso, y el viceconsejero de Festejos, Paco Díaz, para poner fin a la cabalgata con el entierro de la sardina. El grupo de jóvenes, que escoltó el ataúd de la sardina durante todo el trayecto, realizó un último homenaje a la víctima bailando a su alrededor en corro, entre llantos y risas, manteniendo la dinámica de todo el evento.

Celebradas todas las despedidas y siguiendo con el protocolo, el viceconsejero de Festejos prendió fuego a la antorcha y, con ella, incendió la pequeña carroza que representaba la sardina. Poco a poco las llamas comenzaron a invadir su cuerpo, hasta que alcanzaron el líquido inflamable. La estructura cedió rápidamente y quedó envuelta en una bola de fuego que dio paso a un montón de cenizas. Mientras la sardina se consumía, las plañideras seguían llorando y el público aplaudía.

Con este trágico y tradicional acto, se cerró la cabalgata del Carnaval de Melilla 2017. Las fiestas terminaron, pero muchos ya piensan en las próximas.

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