La escritora y profesora del IES Miguel Fernández explica las características de su primera obra literaria y las motivaciones que le llevaron a escribir este análisis sobre las prácticas y tradiciones sagradas.
La melillense Cristina Hernández González es profesora de Lengua Castellana y Literatura de Educación Secundaria en el instituto Miguel Fernández y presentó hace unos meses su primera obra literaria, ‘La muerte fértil’. Un libro donde realiza una recopilación de varias posturas acerca de algunos elementos comunes y también específicos de diferentes prácticas y tradiciones sagradas. Los ejemplares de esta obra se pueden encontrar en cualquier librería de la ciudad. Por otro lado, Hernández colabora con un diario local elaborando artículos de opinión sobre temas que le resultan interesantes como la antropología, el cine o el tabaco. Además, asegura que anima a sus alumnos a que se interesen por la lectura leyendo en voz alta en el aula, sobre todo, poesía.
–‘La muerte fértil’ es una recopilación de varias posturas acerca de determinados elementos comunes de algunas religiónes. ¿A raíz de qué surge este trabajo?
– ‘Muerte fértil’ es en verdad una metáfora que a su vez se reviste de oxímoron, y con el que intento retomar el camino iniciado por Mircea Eliade cuando acuñó el término ‘coincidencia oppositorum’, el cual suele traducirse como ‘coincidencia de opuestos’ o ‘reunión de contrarios’. En muy pocas palabras, reproduce cierta tendencia inherente a nuestra condición humana de regresar a la unidad, a la totalidad, a la armonía; todo ello perdido paradójicamente por una segunda inclinación nuestra, la dualidad. Sentimos excesivo apego a los dimorfismos, a la dialéctica de elementos autoexcluyentes. Parece que estuviéramos sometidos constantemente a una cadena de encrucijadas en la que siempre hemos de escoger A o B, como si no existieran otras posibilidades. Éste es, sin duda, un auténtico lastre que nos define como seres sociales inmersos en la historia. Mi investigación, por tanto, procura recopilar tanto las manifestaciones ancestrales, como las tentativas más cercanas en el tiempo basadas en la no-dualidad, en esa unidad primordial. Y no sólo de las religiónes, y prefiero la expresión ‘prácticas o tradiciones sagradas’, sino también de mitologías y simbologías orientales y occidentales desde un enfoque interdisciplinar.
– ¿Qué elementos comunes son a los que hace referencia en el libro?
– He de aclarar que no sólo hago hincapié en las convergencias, sino también en las diferencias, que son, al fin y al cabo, las que caracterizan las diversas culturas a la vez que nos enriquecen. Ambos enfoques no son incompatibles si se trabaja con rigor y desde la honradez. Dado que el tema es arduo y casi inabarcable, sólo me detuve en algunos aspectos. Símbolos como el de la serpiente, las aguas y el mundo vegetal, arquetipos como el de la diosa y el del andrógino o mitos como el del descenso al inframundo o más allá revelan la presencia de la ‘coincidencia oppositorum’.
– ¿Por qué recogerlos en un libro? ¿Cuál fue su motivación?
–Siempre he creído que escribo por complejo de inferioridad, pero no me malinterprete, ya que mi “complejo” es el resultado de reconocer que vivimos subyugados por la contingencia, es decir, la muerte, la enfermedad, el cambio, la pérdida, el abandono… Precisamente porque no sabemos vivir con ella. La poesía, por ejemplo, no es tanto un arma contra dicha contingencia, sino un artificio para acostumbrarnos a ella. Con mi libro pretendo algo similar. Como dije en la presentación, ‘Muerte Fértil’ son dos palabras que contienen tres, esa tercera ha de hallarla el lector.
–Su nuevo libro trata sobre las manifestaciones sagradas del erotismo. ¿Qué aspectos podría revelarnos sobre esta futura publicación?
–En realidad consiste en un experimento, más cercano al ensayo del alquimista que a la indagación del filósofo. Se trata de una antología de textos con introducción crítica perforada por diversas disciplinas, distintos géneros literarios y diferentes tiempos y espacios. Asimismo, contará con ilustraciones. El nexo común es la concepción del Eros sagrado, mágico y mitológico. Se habrá dado cuenta de que es algo desproporcionado, pero el Eros es así…
–Realizó un estudio sobre la novela erótica y la colección ‘La Sonrisa Vertical’. El análisis de este tipo de discursos literarios ha estado presente a lo largo de su vida profesional. ¿Cuáles son las características de este tipo de literatura que llaman su atención?
- Mi investigación sobre ‘La Sonrisa Vertical’ fue mi tesina. Al cabo de los años sentí que la literatura, y la crítica literaria, eran insuficientes para poder aproximarnos siquiera a una simple explicación sobre el erotismo. Un ejemplo es la manida diferenciación entre erotismo y pornografía. Como posible género literario, el erotismo es sin duda el que plantea más complejidades, más obstáculos para nuestra tendencia a catalogarlo todo y, sin embargo, es el que más interrogantes genera. Para mi tesis me sumergí en las propuestas de Foucault, Bataille, Weeks, Fromm, Reich, Claudio Guillén… Ninguna me satisfacía. Seguía sin saber con exactitud qué es el erotismo. Había llegado a una aporía, a un callejón sin salida. Me hastié y perdí el interés. No obstante, al profundizar en los estudios de Antropología, comencé a plantearme la posibilidad de que quizás el Eros no admita una única vía, un único camino, sino varios e incluso de manera simultánea. El Eros es otra ‘coincidencia oppositorum’. El Eros como hierofanía, como manifestación de lo sagrado. Y regresé a él.