Un individuo se enfrenta a una posible condena de dos años y medio de cárcel como presunto autor de un delito de lesiones en el ámbito de la violencia doméstica. La fiscal, además de solicitar su ingreso en prisión, pide que se dicte una orden de alejamiento para que el acusado no pueda comunicarse con su ex ni acercarse a ella a menos de 200 metros por un periodo de cuatro años. Según se refleja en el escrito del ministerio público, el encausado se presentó en la vivienda de la víctima el pasado día 21, accediendo a su interior de forma violenta. Una vez dentro, rompió un plato tirándoselo a su ex en la cabeza, además de morderle en una pierna y causarle lesiones en un hombro.
Estos hechos fueron enjuiciados ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla. Supuestamente tuvieron lugar de madrugada, en una casa situada en la calle Nápoles, en el barrio de la Libertad.
El encausado negó que hubiera acudido a la casa de la denunciante. Según apuntó, nunca mantuvo una relación sentimental con ella, aunque sí tuvieron sexo de forma esporádica. “No me he acercado a su casa desde el 8 de marzo”, sostuvo. El hombre aseguró que la mujer está “obsesionada” con él, siendo este el verdadero motivo por el que ella le había interpuesto varias denuncias. Aclaró que ya había sido absuelto en otras dos ocasiones en las que la víctima lo había denunciado por malos tratos.
“Yo no sé cómo se hizo las lesiones, lo único que sé es que no se las he hecho yo”, manifestó. De acuerdo con su versión, aquella noche recibió una llamada de ella y él respondió sin saber que era la denunciante. Entonces, ella le insistió en que tenía varias cartas suyas en su casa, para que fuera a recogerlas. “Yo le dije que no podía ir por la orden de alejamiento y que no volviera a llamar”, afirmó.
Según defendió, la noche de los hechos estuvo en el bar Goldwin jugando al billar hasta pasadas las dos de la madrugada, pese a que la denunciante subrayase que él la agredió a media noche.
El individuo apuntó que la mujer le había dicho en varias ocasiones que, o lo mataba, o lo denunciaba para que fuera a prisión.
La víctima, por su parte, relató que lo llamó varias veces a lo largo del día para advertirle de que tenía cartas suyas en su vivienda, para que mandase a algún amigo a por ellas. Él no le respondió hasta pasada la medianoche. “Al rato apareció en mi casa y yo le di las cartas. Él las dobló y se las metió en el bolsillo”, comenzó a contar. Luego, la empujó con violencia y entró en el domicilio de ella.
Primero tiró las cosas que había en el dormitorio y después comenzó a destrozar los cacharros de la cocina. Según la versión de ella, rompió un plato tirándoselo con fuerza en la cabeza. Después, le mordió en una pierna y también le clavó las uñas en un hombro. No abandonó la vivienda hasta que escuchó al vecino, según expuso la mujer, siendo este quien dio el aviso a la policía.
La denunciante negó que hubiera amenazado nunca al procesado e insistió en que él si le había jurado que la iba a matar. “Tengo un montón de miedo, no puedo ni salir a la calle”, exclamó la mujer, fuera de sí. “Si un día me mata, no os voy a perdonar a ninguno”, gritó.
Después de ella prestó declaración el propietario del bar Goldwin, donde supuestamente estuvo el encausado a la hora de los hechos denunciados. El testigo aseguró que el acusado permaneció en su local hasta que cerró.
Finalmente, la médico forense apuntó que las lesiones que presentaba la mujer en el hombro y en la cabeza eran compatible con una lesión causada por terceras personas, pero también con las autolesiones. Sin embargo, aclaró que el mordisco de la pierna no se lo podría haber hecho la mujer, debido a su localización. “Tendría que ser demasiado flexible”, valoró.
Tanto la fiscal como el letrado de la acusación particular solicitaron que se dictara una sentencia condenatoria, ya que, para la acusación, los hechos habían quedado debidamente acreditados en el juicio. La defensa, sin embargo, solicitó la libre absolución de su cliente y subrayó que la mujer lo había denunciado varias veces movida por motivos espurios.
El caso quedó visto por la magistrada para el dictado de una sentencia. Tendrá que decidir si condena o absuelve al procesado.
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