Durante todo el día de ayer se vivieron momentos de tensión en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) después de un intento de motín de cientos de residentes que fue frustrado por los agentes de la autoridad. La jornada terminó con seis guardias civiles, tres policías y dos residentes heridos leves, uno de ellos fue llevado al Hospital Comarcal después de haber sufrido una herida en la cabeza y volvió más tarde en taxi con la cabeza vendada. Además, 26 de los manifestantes han sido detenidos por su participación en los disturbios, según informó la Delegación del Gobierno.
El día comenzó con la segunda jornada de protestas en el CETI para pedir la salida en la península, un reclamo que ha aumentado después de que fueran confinados el jueves tras detectarse el primer caso positivo de coronavirus entre una de sus residentes. Esto ocurría sobre las 10:00 horas de la mañana y varias patrullas de la Guardia Civil ya se encontraban en el lugar.
A diferencia del día anterior, en el que se manifestaron día y noche, ya se notaba el aumento de la tensión desde el principio de la jornada. Ya fue a partir del mediodía que la situación estalló, se podían ver lanzamientos de piedras, cómo arrancaban las papeleras, los contenedores de reciclaje por el suelo y volaba todo aquello que pudiese ser lanzado. Según ha fuentes consultadas por El Faro, la situación estalló cuando un guardia civil llamó la atención a una mujer siria y los manifestantes se pusieron a la defensiva. Además, una trabajadora del centro tuvo que ser evacuada por una crisis nerviosa.
En los vídeos compartidos en las redes sociales por parte de los manifestantes, se puede ver incluso cómo uno de ellos vaciaba el contenido del extintor contra los agentes, que tuvieron que protegerse con los escudos antidisturbios de todos los objetos que les llovían. Estos pertenecían a la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Policía Local, cuerpos que desplazaron entre todos más de 20 vehículos. Tras una batalla campal, entre agentes y residentes, la situación empezó a controlarse poco a poco. En un rincón del CETI, varios agentes custodiaban a los residentes detenidos, que estaban sentados en el suelo esperando a que fuesen llevados a los furgones para su ingreso en el calabozo.
Las horas iban pasando y bien entrada la tarde, aún se veían a los antidisturbios entrando y saliendo del centro, ya que aún quedaba un grupo de manifestantes congregados que esperaban en silencio para dar un movimiento. Los furgones con los detenidos iban y venían para llevarse a más y el agotamiento comenzaba a verse en los agentes.
Más calmada la situación, un equipo de limpieza fue llamado, y antes de entrar, el responsable les dio las indicaciones de cómo trabajar en la situación. Nada más entrar, comenzaron a despejar la entrada principal y un grupo de antidisturbios, al fondo, custodiaban que estos pudiesen trabajar sin interferencias.
Las piedras lanzadas llegaban hasta la calzada que lleva a la entrada del CETI, ubicado en un terraplén donde solo hay tierra y la carretera de la circunvalación, que recorre el perímetro fronterizo. Los restos de las pancartas que han usado estos dos días también se podían ver todavía y de vez en cuando gritos colectivos espontáneos se escuchaban.
El CETI es un centro de estancia temporal preparado para acoger 782 personas, que en principio deben estar entre tres o cuatro meses hasta que son trasladados a la península. Sin embargo, el centro, en abril sobrepasaba los 1.600 residentes, sosteniendo el doble de su capacidad. La pandemia del coronavirus ha agravado la situación, ya que los traslados a la península de solicitantes de asilo y colectivos en una situación vulnerable se redujeron.
Durante el confinamiento ya hubo protestas y tras decretarse el segundo el jueves pasado tras detectarse el primer caso positivo de coronavirus en una mujer, las tensiones aumentaron.
Viviendo con recursos limitados y una situación de incertidumbre continua, numerosas de las personas que trabajan en el entorno han sido testigos de dicha desesperación, y más aún cuando desde Melilla son pocas las respuestas que se pueden dar.
El día de ayer ha sido fruto de una situación que se arrastraba de años anteriores y que la pandemia ha agravado. Varios residentes aseguraron a El Faro que sufrieron la represión de las autoridades y uno de ellos, que más tarde fue detenido, mostró donde fue golpeado por las porras. Además, una mujer árabe, según explicó una fuente a este medio, se desmayó media hora después de que una bomba lacrimógena cayera en una de la cama de la habitación donde reside.
Los sindicatos de la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía Local de Melilla también han mostrado su rechazo a través de las redes sociales y el apoyo a sus compañeros. Jesús Ruiz, del Sindicato Unificado de la Policía (SUP) de Melilla, explicó a El Faro que acudieron al lugar para “poner orden” y no en contra de los inmigrantes. En la cuenta de Twitter, el comité del SUP de Melilla describió la situación como “una batalla campal” y escriben que las políticas en este sentido por parte de las autoridades son “ineficaces”. Ruiz cree que la Delegación del Gobierno es la responsable de esta situación y que han dejado pasar la situación porque “no saben solucionarla”. Añade que no se deberían haber llevado de Melilla la Unidad de Intervención Policial (UIP), la cual está especializada para este tipo de situaciones y poseen mejor material de protesta. Después de haber visto como se lanzaban los adoquines contra los agentes, manifiesta que “alguien tiene que dar una solución” a una situación “que ya se veía venir”.
Por su lado, sobre las 19 horas de la tarde, el presidente de la Ciudad, Educardo de Castro, escribía en Twitter que “ante la grave situación en el CETI, he trasladado, una vez más, mi preocupación al ministro del Interior”. Además, agradeció su labor a la Guardia Civil, a la Policía Nacional, a la Policía Local y a los vigilantes de seguridad del centro. “Deseo una pronta recuperación a los heridos. La violencia nunca es el camino”, expresó.
La delegada del Gobierno, Sabrina Moh, también se manifestó unos minutos después a través de la misma red social enviando el mensaje de que “después de los hechos de hoy: condenar el comportamiento violento e incívico de algunos residentes., mostrar mi apoyo a los/as trabajadores/as del CETI, agradecer la actuación de FyCSE, Policía Local y servicio de seguridad y desear la pronta recuperación a los heridos”. Esta mañana ofrecerá una rueda de prensa y previsiblemente informará sobre la situación actual.
La noticia ha tenido un impacto, no solo a nivel nacional, sino también a nivel internacional. En las redes sociales, numerosos perfiles compartieron los vídeos condenando la situación en todos los tonos argumentales posibles.
Las fronteras cerradas complican cualquier tipo de solución para los miles de migrantes que viven en la ciudad y que no se quieren quedar aquí. Los 450 de la plaza de toros, los más de 500 del centro de menores de La Purísima y los más de 1.300 residentes del CETI hace que se quede grande su gestión para una ciudad de 85.000 habitantes.
El abril y mayo, las autoridades trasladaron a 51 y 136 personas respectivamente cuyo perfil era de solicitante de asilo y que pertenecía a un colectivo vulnerable. Con ese perfil, quedaban por salir del centro principalmente aquellas familias que están esperando los resultados del ADN que verifiquen su parentesco. Una mujer subsahariana informó a El Faro que aún quedaba por hacer la prueba a su sobrina más pequeña, a pesar de que envió todos los documentos necesarios.
Por otro lado, una gran parte de los residentes del CETI son tunecinos, en torno a unos 800, que esperan con incertidumbre saber qué va a pasar con aquellos que tienen una orden de expulsión, ya que lo último que se supo es que España seguía negociando con Túnez la repatriación forzosa. También hay argelinos y marroquíes, y puesto que las fronteras siguen cerradas, su situación, al igual que la de sus compañeros, sigue en un limbo. Hay que añadir que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, visitó argelia a principios de este mes para tratar la inmigración. Aún así, los que no tienen derecho a asilo, siguen pidiendo ir la península para llegar a Europa.
Fuentes consultadas por El Faro aseguran que ha habido siete vigilantes de seguridad heridos en el motín que hubo está mañana en el CETI. Se trata de heridas leves que se han producido por debajo de la cintura ya que el material de protección antidisturbios llevaba hasta ahí.
Los vigilantes de seguridad han sufrido las pedradas igual que la Policía Nacional y la Guardia Civil. Estas mismas fuentes aseveran que la actuación ha sido conjunta entre todas las Fuerzas de Seguridad, ha que había policías locales, y los vigilantes. Los cascos y los escudos que han utilizado estos vigilantes han sufrido daños y hay algunos rotos.
Estas fuentes han indicado a este periódico que los vigilantes han dejado que los residentes del CETI se manifestaran cómo ha ocurrido en otras ocasiones. Sin embargo, la Guardia Civil, ya dotada de cascos y escudos, tuvo que intervenir para que los manifestantes dentro del centro permitieran el paso de los proveedores de alimentos. Estas fuentes insistieron en que no todos los residentes estaban protestando, sino que hay acogidos que hacían sus actividades normales. Al intentar el paso de los proveedores es cuando la Guardia Civil ha entrado y han comenzado los lanzamientos de piedras. Los vigilantes de seguridad han intervenido para apoyar a los pocos agentes que había y han cogido el material antidisturbios de la oficina de la entrada. También señalaron que había más vigilantes pero no se podían sumar por la falta de material de protección.
Añadieron que durante los primeros 20 minutos, tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional y Local y los vigilantes, han trabajado unidos para parar el lanzamiento de objetos.
Estas mismas fuentes consultadas por El Faro aseguraron que los migrantes llevan mucho tiempo manifestándose porque antes las salidas eran frecuentes y ya no. Afirmaron que el coronavirus es una excusa más para exigir su salida de Melilla. Indicaron que hay personas con casi un año residiendo en el CETI, que lleva saturado muchos meses, y su vida allí es complicada. Además de que estas personas piden su salida de Melilla para seguir su proyecto migratorio.
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