Julián Rodríguez Pardo es doctor en Periodismo, rofesor de Derecho de la Información en la Facultad de Ciencias de la Documentación y de la Comunicación en la Universidad de Extremadura y columnista en el diario Hoy de Extremadura. Se trata de un auténtico experto para comentar cuestiones como el morbo de determinadas noticias y cómo debe actuar el periodista a la hora de abordar la información.
-El morbo nos atrae. Existe algo primario que nos empuja a ello pues tiene una cota de intensidad que no presentan otras cuestiones…
-En España ha habido dos tendencias: una sería la de los sucesos clásicos, lúgubres y oscuros como las agresiones sexuales asesinatos, secuestros...El diario El Caso, ya desaparecido en España con el fin de la Transición, estaba dedicado a las noticias escabrosas. Recuerdo sus portadas en un quiosco cerca de mi casa y cómo capturaban mi mirada. El morbo, el amarillismo, es consustancial al ser humano y los medios de comunicación saben explotarlo. La otra tendencia es la crónica social, que es un periodismo blanco, que es la prensa de corazón. El leitmotiv de la revista Hola es vender a los lectores un mundo más amable del que encontramos en la realidad diaria y permitir, viendo preciosas imágenes, el soñar con otros mundos amables que nos evadan de la realidad.
-En España tenemos casos muy obvios de coberturas mediáticas sensacionalistas.
-Nieves Herrero en el caso de chicas de Alcasser, emitiendo desde un teatro y en esa misma localidad, fue un programa que cayó en el sensacionalismo. Lo mismo en Aquí hay tomate en Tele 5, era un programa que en principio trataba de prensa rosa y se tornó sarcástico y ácido... es decir, los hechos de crónica social empiezan a narrarse de otra manera. Llega un momento en que las cadenas hacen un programa de televisión y, a partir de ahí, toman a los protagonistas de los mismos y los convierten en personajes famosos. No son famosos porque se han ganado su celebridad por un desempeño público de su profesión. Son los celebrity, salidos de los reality show que se convierten en el proprio contenido de los programas de esa cadena que los hizo famosos.
-Ninguna empresa informativa debería transgredir la condición de servicio publico de los medios a favor de sus propios intereses. La salvaguardia de esos derechos se esta viendo amenazado por intereses puramente económicos y el de conseguir la máxima cuota de audiencia.
-Las empresas marcan el ritmo a los profesionales de la comunicación y no es otro que el de llenar horas. Desde que las televisiones emiten practicamente 24 horas al día (programas nuevos o reposiciones) la necesidad de llenar las horas de pantalla se ha acrecentado y hay que “fabricar” contenidos. Las historias se estiran o alargan para que cubran contenidos de programas que susciten más interés, más curiosidad y más morbo. Los profesionales de la comunicación ahondamos en los recovecos sensacionalistas y, en vez de contar lo esencial y lo que tiene interés para todos, se cae en el no preservar lo que no tiene tanto interés o no es necesario conocer. A las empresas les interesa que se hagan información de esta manera para atraer audiencia.
-Los medios de comunicación sobredimensionan un suceso para competir entre sí y generar más audiencia. Entonces estamos ante una instrumentalización de la información. Ya se conoce como "déficit mediático” o la irresponsabilidad comunicativa de la estructura y sistema de comunicación social. ¿Cuál sería su opinión al respecto?
-Las televisiones emiten contenidos a lo largo de todo el día. La excesiva cantidad de minutos para llenar la parrilla ha llevado a un cambio en la programación y a una nueva forma de contar lo que pasa. Hay historias que, contadas por la televisión, son mucho más efectistas, nos atrapan a todos a través de la imagen. Por un lado, recogen el interés que la historia tiene per se; por otro lado, recogen el interés que los ciudadanos puedan tener en un momento dado por una historia y, por otro lado, crean su proprio interés porque algunas noticias ocupen ese espacio de pantalla.
Se cae en tratar el dolor como entretenimiento. Hay historias que antes hubieran tenido poco “recorrido periodístico” y precisamente ahora lo tienen en exceso. Esto se produce por distintos motivos y no solo por el contenido de las historias sino por el tipo de programas.
-Tenemos un caso muy reciente que tuvo en vilo a todo el país por una semana. Me pregunto si hizo falta un seguimiento tan exhaustivo del caso. Durante una semana no se hablaba de otra cosa (en plena guerra en Oriente Medio).
-Tenemos muchos casos pero éste es muy reciente. El caso Álvaro Prieto es muy gráfico porque se llenaban los minutos de la pantalla comentando el caso sin ninguna razón de ser. A nosotros, como espectadores, nos interesaba saber que había desaparecido un chaval futbolista pero no era absolutamente necesario hacer una reconstrucción de lo que pasaba minuto a minuto.
Se ha cometido un exceso en este caso y es obligación del periodista el ponerse en el lugar de los afectados. Debe ser muy desagradable para los familiares ver cómo se trata el tema de un hijo en las pantallas y comprobar que, una desaparición que conlleva un dolor profundo, está sirviendo de entretenimiento para otros.
-¿Ha fallado la ética profesional en algunos programas en el caso Álvaro Prieto?
-La pregunta que habría que hacerse sería: qué aporta a la audiencia el saber tanto dato de esta desaparición. La respuesta no es otra que curiosidad y morbo. Un suceso triste y de desasosiego para la familia que entretiene a todos los demás y los tiene en vilo como en una serie de suspense, No me estoy refiriendo a ocultar la verdad sino a dar la noticia con comedimiento: la audiencia no necesita tanto relato, que es precisamente de los que se nutre la televisión. Este clima el periodista no lo debe alimentar.
-Con la proliferación redes sociales se amplifica el morbo… ¿Las redes sociales nos están educando para que nos sintamos atraídos por lo escabroso?
-Las redes todo es opinable, que según el tipo de hechos de los que estemos hablando puede suponer un problema, pues hasta un suceso macabro o puro morbo encuentra un lugar en que se retroalimenta y esto es negativo. Se plantea un debate si está haciendo bien un periodista determinado o un programa de una cadena de televisión etc... Las redes sociales no ayudan a contener la explotación del morbo sino que lo potencian sobremanera. Parece que hoy día en las redes sociales se ha perdido el norte..., es decir que muchas personas están en la antípodas de lo que está contando. No se tienen límite, hay una sobreexposición.
En las redes hay personas constantemente narrando su vida, como si a los demás nos interesara. Te muestran imágenes de lo que están comiendo en ese momento, es decir que desean trasmitir su vida en directo.
-El sensacionalismo no es pues una buena práctica de la profesión periodística… No es ético.
-Los periodistas tenemos que vender las noticias y eso es así desde que le periodismo se profesionaliza. En la facultad a los periodistas se nos enseña que un titular con gancho y bueno vende más la noticia y lleva a tener más lectores que un titular malo o demasiado neutro. Y esto se puede aplicar también a las coberturas informativas de sucesos que pueden contener morbo y pueden ser tratados con sensacionalismo.
La curiosidad humana es algo natural y el morbo es natural, innato, lo que me parece sin embargo que no es natural es la explotación del mismo, la exacerbación de la curiosidad. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo denomina curiosidad mal entendida o malsana. Hay que dosificar el morbo para no convertirnos en la peor versión de nosotros mismos.
-Los periodistas deben de saber controlar los contenidos, la dosis de morbo que no beneficia a las personas.
-Efectivamente, el periodista debe saber comunicar bien. Desde el punto de vista humano el morbo no nos convierte en mejores personas, pues busca y acrecienta las partes humanas que están en nuestras vísceras pero que no son precisamente las partes que nos hacen ser humanamente mejores. Si quiero saber desde el punto de vista de la tristeza, la compasión o la solidaridad está muy bien … Por ejemplo, si quiero saber como está Julen (el niño que cayó en un pozo y se tardó días en encontrarlo muerto) es porque nos solidarizamos con la familia que perdió al niño.
-Pero podemos querer ir a más, es la tentación y ya no es un querer saber por compasión sino en querer saber todo, más que los padres del niño.
-El periodista sabe que su público quiere estar informado de un caso tal vez por solidaridad o compasión, pero pueden caer en dar a conocer todo y no se dosifica a la hora de informar, cayendo en un sensacionalismo puro y duro.
Pero no podemos olvidar que en el ser humano no hay una sola motivación, pues somos seres poliédricos y ambivalentes en ese sentido: nos engancha al suceso la esperanza de que todo acabe bien pero se puede caer en el culebrón y se quiere saber más y más. Se derrama una lágrima pero después se busca otra pues somos seres emocionales. Es deber del periodista encontrar la dosis justa.
-Las noticias, no cabe duda, se deben comentar de forma atractiva..., hay muchos canales y mucha competencia hoy día.
-Una noticia sobre un suceso con un punto de gancho puede servir para despertar el interés, hacernos mejores personas, prestar atención en un hecho de interés público o ser más solidarios ( por ejemplo, si no hubiéramos nunca vistos las casa arrasadas por las lavas del volcán en Tenerife no nos podríamos haber solidarizado). El comunicador debe que saber cuándo hay que parar, que es cuando ya no satisfacemos el interés informativo sino alimentando emociones.
-Ante un caso morboso, cómo debería actuar un buen periodista.
-Es todo cuestión de dosificación. El periodista tiene que educar a la audiencia. Somos animales y todo lo que tiene que ver con lo animalesco, lo visceral, el sensacionalismo o amarillismo, la emoción exacerbada, nos atrae. El placer interior que encontramos en el dolor ajeno el periodista tiene que saber manejarlo con las emociones que trasmite. Yo siempre digo a mis alumnos en las clases que hay que plantearse al ejercer esta profesión hasta dónde tengo que llegar, es decir “te cuento hasta aquí porque más allá de aquí no debes tener ningún interés”.