El súperconsejero de Salud Pública de Melilla, Mohand Mohamed Mohamed, nos tomó ayer el pelo a todos los ciudadanos que pagamos el sueldazo que cobra a fin de mes. En su insignificante opinión, los contribuyentes no merecemos que nos dé explicaciones sobre un vídeo que se ha hecho viral en esta ciudad y que recoge una estampa poco recomendable en tiempos de pandemia del coronavirus. Al benjamín de los socialistas locales se le ve degustando una paella en una casa y con más amigos de los que hoy por hoy está permitido reunirse.
Me da a mí que el súperconsejero se vino arriba con la victoria electoral de Salvador Illa en Cataluña y por eso optó ayer por hacer gala de un discurso que mezcla prepotencia y falta de saber estar a partes iguales. Él sólo tenía claro que no debía dar explicaciones a los melillenses no fuera a ser que la cosa se liara aún más. ¿Para qué?
De Mohand nos contó la oposición que se fue de vacaciones en verano, en plena pandemia; que autorizó la Pascua Grande; que tomó decisiones a destiempo y la segunda ola de la Covid en Melilla se le fue de las manos. Sin embargo, nunca ha dado explicaciones. ¿Por qué iba a darlas ahora? Si el lobby del profesorado socialista se lo consiente, ¿cuál es el problema?
¿Si no hay delito, cuál es el miedo? Por qué no aclara el súperconsejero si la imprudencia la cometió antes de que estuviera prohibido a todos los mortales reunirse con más de cuatro personas no convivientes en Melilla. Eso no hace que deje de ser imprudente. Sencillamente hace que no sea una falta administrativa.
Lo de este Gobierno es ya un cachondeo. Un alto cargo de Hacienda hizo una boda a finales de diciembre y las imágenes hablaban por sí solas: bailes con cero distancia de seguridad y las mascarillas, invisibles. Como todos sabéis, no hubo dimisión. En CpM aguantaron la presión, confiando en la mala memoria de la gente.
Os equivocáis, queridos. No sólo no se olvida sino que además, los periodistas nos encargaremos de recordarlo de vez en cuando, aunque sólo sea por tocar las narices.
Ahora se hace viral un vídeo de Mohand, poniéndose morado comiendo una paella con amigos y el consejero más listo de Melilla sale y nos dice que no va a dar explicaciones porque no lo ve necesario. ¿Por quién nos toma?
El súperconsejero debería ser el primero en evitar las reuniones para dar ejemplo y en lugar de eso, nos sale con el cuento de que ese vídeo viral no dice nada; que él no tiene por qué explicar de qué va esta historia. Sólo le faltó colocar su mano izquierda sobre algún punto indefinido de su entrepierna y sugerir alguna grosería.
El que calla, otorga. Si Mohand no quiere dar la fecha del vídeo, entonces exigimos a Seguridad Ciudadana que investigue las imágenes para saber si el responsable de Salud Pública de nuestra ciudad cometió una falta administrativa, que está penalizada con multa. Señores, donde las dan, las toman. La ley tiene que ser igual para todos.
No entiendo qué hay de malo en explicar que el vídeo viral de la paella en grupo data de hace años, de cuando ni siquiera sospechábamos que el coronavirus podía convertir las promesas de un partido en ineptos consumados. Porque si no es así y ese vídeo es de tiempos de pandemia, el consejero nos debe más que una explicación.
Los políticos tienen que predicar con el ejemplo. Eso es algo que está de más que lo recordemos. Pero en esta ciudad, tan pegadita a Marruecos, tan cerca del tercer mundo, hay quienes creen que a la política se viene a cobrar una buena nómina a fin de mes y a escalar todo lo que deba ser escalado. Y el contribuyente, que se aguante, que apechugue porque son lentejas.
Mohand es el buque insignia de la nueva hornada de políticos que nos presenta el PSOE de Melilla. Esa formación política que se desangra en favor de CpM; el PSOE es el partido al que la última encuesta de diciembre de S&M Consulting le da dos diputados; es la formación que ha gestionado la pandemia en esta ciudad con más errores que aciertos.
No nos extraña la actitud del súperconsejero. Qué se puede esperar de un político que lleva el nudo de la corbata ‘desagüacatao’. Qué se puede esperar de quien ya muy pocos esperan algo. A punto de entrar en el ecuador de la legislatura, Mohand no está quemado: está achicharrado.
¿De verdad no entiende que Illa no ganó en Barcelona por su fantástica gestión de la pandemia sino porque los votantes estamos hartos de los políticos siempre a la gresca; de la chulería y las amenazas? Illa ganó por la lección de moderación y de serenidad que nos ha dado a todos los españoles en tiempos muy muy difíciles.
El mismo día en que nos enteramos de que tenemos en Melilla la cepa británica del coronavirus, mucho más letal, según nos alertó el señor Boris Johnson, nuestro súperconsejero de Salud Pública se niega a explicarnos por qué aparece en un vídeo con amigos en tiempos en los que todos echamos de menos a los amigos, pero por prudencia no los visitamos. Ay, Mohand, qué cara te va a salir esa paella.
Un cargo político siempre tiene la obligación de rendir cuentas a la ciudadanía a la que representa, cualquier otra actitud contraria a eso no es más que chulería y falta de carácter democrático. La gente se acuerda muy bien de las formas en que se está gestionando el poder con sus votos. El gobierno anterior quiso pasar de todos y le recordaron que el voto, al menos una vez cada cuatro años les da la oportunidad de decir que es lo que quieren, y cada vez apunta con más acierto. No queda otra que dar una explicación creíble o marcharse.