Sin previo aviso la Ciudad anunció ayer una remodelación del Gobierno que amplía el número (ya desmesurado) de cargos públicos que tiene el Ejecutivo de Melilla. Se trata de un trueque que, en mitad de la quinta ola, despoja al súperconjero Mohamed Mohand de las competencias de Salud Pública y le deja al frente de la gestión de los millones que llegarán desde Bruselas para la recuperación post-covid.
Después de leer en qué consisten los cambios, tengo la sensación de que esta remodelación del Gobierno de Melilla es una operación, en primer lugar, de maquillaje. Simula ser un punto de inflexión, pero no quita sino añade grasa a la Administración pública. Más gente chupando del bote, en un momento en el que en todas partes los políticos adelgazan los gobiernos para que la ciudadanía crea que se están poniendo las pilas. Aquí, todo lo contrario. Venga más pampaneo.
En segundo lugar, esta remodelación es una rectificación en toda regla porque lo que se vende como catarsis es en realidad un orgasmo fingido. Se reestructuran consejerías, sin que ninguno de los nuevos perfiles añadidos o recolocados en el Ejecutivo mande a la ciudadanía un mensaje de solvencia.
En esta rectificación manifiesta entra la simulación de crujido que le han dado a Mohand. Ya habíamos dicho en esta misma sección que era una locura que en una ciudad asfixiada económicamente el consejero de Salud Pública de la pandemia se dedicara también a dos áreas importantísimas como economía y turismo.
El resultado es bien conocido por todos: Mohand hizo lo que pudo, pero en general ha tenido más errores que aciertos en Salud Pública y ha descuidado de manera indiscreta las otras dos áreas.
Entiendo que no haya estado atento a su trabajo de consejero porque tiene que haber estado centrado en conseguir un puesto fijo en el Puerto de Melilla. Su nombre aparece en la lista de admitidos del Tribunal de la Convocatoria pública efectuada al amparo del Real Decreto 702/2017 y Real Decreto 955/2018 por el que se aprobó la OEP de 2017 y 2018, respectivamente para la contratación mediante proceso selectivo de dos plazas de técnico económico-financiero para personal laboral fijo.
Como lo oyen, el consejero socialista Mohand, en pleno ejercicio de sus cargos públicos ha sido incluido en la lista provisional de aspirantes admitidos en ese concurso público. Ya hasta aquí es éticamente escandaloso. Pero si a eso le añadimos que Mohand estuvo en el Consejo de Administración del Puerto, ya es nauseabundo. No hablo de ilegalidad sino de un gesto tan feo como el de comerse una paella con un numeroso grupo de amigos en medio de la pandemia y de la prohibición de reuniones de más de seis personas en Melilla. Recuerden que nos pidió disculpas porque se vio acorralado no porque hubiera tenido intención de hacerlo.
En fin, que su jefa Gloria Rojas lo premia quitándole las competencias de Salud Pública, que lo han venido desgastando durante estos dos años, y lo deja sólo con las de Economía cuando está a punto de llegar una lluvia de millones procedentes de Bruselas.
No sé quién mete más la pata, si ella por ascenderlo o él por aceptarlo. Mohand es ya un cadáver político y cualquier intento de resurrección sólo consigue arrastrar hacia las catacumbas a quien lo premia.
Una encuesta realizada por NC Report para La Razón arrojó que el PSOE de Pedro Sánchez ganó en intención de voto entre dos y tres escaños tras la remodelación del Gobierno que sacó del Ejecutivo a Ábalos, a Carmen Calvo y a Iván Redondo, entre otros.
No creo que el orgasmo muteado que nos presentó ayer el Ejecutivo de Melilla consiga la misma reacción en el electorado. No se entiende a qué viene la creación de un nuevo cargo público en una ciudad asfixiada por Marruecos y sin ayuda del Estado.
De verdad, esto es de juzgado de guardia. Como también lo es la carta de despedida de Mohand en la que reconoce que ha metido la pata hasta cuando no se lo proponía y acto seguido se cuelga 700 medallas como si los ciudadanos de esta ciudad tuviéramos amnesia.
Se le olvida que durante semanas estuvimos al frente de las estadísticas de contagio en toda España. Se le olvida la improvisación que ha marcado su gestión en estos dos años; se le olvida su ir por libre sin respetar las jerarquías del Ejecutivo ni de su partido.
Este cambio del PSOE, evidentemente, envía un mensaje claro a CpM. Los de Rojas vienen a decirle a los de Aberchán que Mohand se dedicará en cuerpo y alma a montarle miniguerras a Dunia Almansouri.
Imbroda tiene hoy motivos para frotarse las manos. Nunca ha tenido tan cerca recuperar el Gobierno.
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