Mohamed y Yusef, veto a los estereotipos

Desigualdad, guetos pobres ocultos a la sombra de sociedades en desarrollo, abandono infantil y adolescencia indigente expuesta al tráfico humano, trabajos forzosos y mendicidad.

Son historias que se repiten en el pasado de los 110 menores que residen en el centro asistencial de la Gota de Leche. Así para muchos este centro es el hogar de aquellos niños que han perdido todas las esperanzas. Pero jóvenes como Mohamed de 11 y Yusef de 12 años muestran que hay luz al final del túnel. Son auténticos supervivientes del naufragio social de sus familias.
Ambos han finalizado el curso escolar con únicamente dos notables en su expediente académico. El resto, todo sobresalientes. Para reconocer sus logros, el consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, les entregó, ayer, un obsequio y afirmó que son un ejemplo para acabar con los prejuicios que arrastra la sociedad ante los menores extranjeros. "Últimamente vemos, cada vez más en las redes sociales acusaciones a los jóvenes extranjeros por parte de la sociedad melillense. Me gustaría que cambiasen su opinión", afirmó. "No quiero decir que no haya menores que cometan delitos, que los hay, pero no podemos hacer generalizaciones", señaló.
Por otra parte, quiso reconocer la labor de los profesionales de la Gota de Leche y de todos los centros que acogen menores desamparados. "Los educadores sociales son, a veces, la parte más invisible porque cada vez que se menciona a los menores extranjeros en prensa se hace para hablar de las faltas o delitos que cometen", lamentó.

Cinco años en Melilla
Mohamed y Yusef residen desde tan sólo cinco años en la Gota de Leche y se han empeñado en desafiar todos los estereotipos que siguen anclados en la sociedad. A pesar de su corta estancia en la ciudad, han entendido el sentido del esfuerzo vinculándolo a objetivos y a la obtención de resultados. Yusef dice que ha aprendido a "compartir" y a "afrontar los retos diarios" con una actitud constructiva. "A lo largo de los años he encontrado en el estudio un entretenimiento que además me servirá para el futuro". Así describe su evolución desde que descubrió el poder de la educación como motor para su desarrollo.
De hecho, sus futuros están repletos de sueños. Yusef quiere ser policía y Mohamed profesor de Educación Infantil. Unas profesiones, ni muchos menos elegidas al azar. "Quiero velar por la seguridad de los ciudadanos para que no tengan que temerle a nada", explica Yusef. "Me gustaría enseñar a los niños pequeños para que algún día puedan tener el acceso a una educación superior si ellos lo desean", dice Mohamed.
De momento, el próximo reto al que se enfrenta Yusef es cursar primero de la ESO, y sexto de Primaria en el caso de Mohamed. A juzgar por sus resultados actuales un desafío que superarán sin problemas.
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