Política

Mohamed Mohand: “Aún no hemos encontrado el equilibrio entre la economía y la salud pública”

El consejero de Economía y Políticas Sociales, Mohamed Mohamed Mohand, ha sido el encargado de gestionar el área de Salud Pública y los servicios sociales en unos meses complicados y llenos de incertidumbre. Recuerda lo duro que fue comunicar el primer fallecimiento por Covid-19, el de una mujer joven. También que la lluvia llegó en el peor momento para el albergue provisional que se montó en el V Pino y que se pasó de contar con 400 personas en la plaza de toros a tener ahora 120. Asimismo, recuerda cómo en septiembre solicitó el estado de alarma para poder poner en marcha restricciones necesarias para evitar contagios y cree que eso hubiera parado la segunda ola.

Además, reconoce que el cierre perimetral no está impidiendo viajar del todo a los ciudadanos. Y avanza que se está estudiando cómo influye la densidad de población de Melilla, Ceuta y Madrid en los contagios.

–Ha pasado un año desde que se declaró el primer estado de alarma. Pero mucho antes ya escuchamos hablar de la Covid-19. ¿Recuerda cuándo le dijeron que este virus no era como una gripe común?

–En realidad empezamos a hablar de la Covid-19 en enero cuando las autoridades chinas empiezan a comentar que la trasmisión del virus se está generalizando. No es hasta febrero cuando salta el virus a nuestro país. Luego en una semana empieza la transmisión del virus en el norte de Italia y ahí está el inicio de la pandemia en Europa. Es a partir de ahí cuando en febrero tenemos el consejo interterritorial de Sanidad en Madrid, el último presencial, para abordar esta crisis tras entrar en Europa. Allí acordamos traer de vuela a los Erasmus, recomendar no viajar a Italia... Hasta ese momento, lo que nos traslada el doctor Fernando Simón es que no estamos ante una enfermedad que presente unos grandes porcentajes de mortalidad y letalidad, pero sí de trasmisión. Y de ahí que se podría asimilar como una gripe.

Y vuelvo de Madrid y traslado estas palabras en una reunión de Turismo en la que preparábamos la llegada de cinco cruceros para el pasado año.

Ya alrededor del 8 de marzo, la trasmisión del virus empieza a crecer en nuestro país, principalmente en Madrid y Cataluña. Es ahí donde los dicen los técnicos que la trasmisión es alta. Llegan los datos clínicos de Italia donde, con dos semanas de antelación, el virus se comporta de una forma agresiva y nos dicen que no estamos ante una gripe común.

–¿Cómo recuerda aquellos primeros días de gestión? No solo a nivel de Salud Pública, sino en Servicios Sociales porque con el confinamiento y el cierre de la frontera muchas familias se quedaron sin nada.

–Los primeros días de gestión fueron bastante desconcertantes para todos. Los vivimos en Delegación del Gobierno y, principalmente, la incertidumbre era ver cuándo se tomaban las medidas. Estábamos a la espera desde el 10 de marzo más o menos, de si se declaraba el estado de alarma. Y es que hay que recordar que todo esto pasó en una sola semana. El 8 de marzo estábamos en Delegación del Gobierno viendo qué medida se implantaban para evitar la trasmisión del virus, pero a la vez expectantes de si se declaraba el estado de alarma.

Pasaron los días. Se anuncia que habrá estado de alarma, pero no cuándo ni los términos en los que se iba a decretar. Por ello, el 12 por la noche se emite una orden desde Salud Pública para cerrar toda la actividad no esencial.

Luego a la mañana siguiente entra en vigor el decreto de estado de alarma, que va más allá de nuestra orden. Y a partir de ahí sí que empiezan a surgir problemas que nunca se habían planteado.

Había personas durmiendo en la calle, algunos por empeorarse su situación; había marroquíes que con el cierre de la frontera del 12 estaban atrapados; españoles que no pasaron antes del cierre de la frontera; la gente que se queda sin empleo de la noche a la mañana... Aunque esas consecuencias económicas se ven días más tarde. Y además el cierre de la actividad educativa provoca problemas de conciliación a las familias... Son una serie de problemas que no se habían planteado y que hay que solucionar de forma celera y continua.

Para ayudar en la conciliación, hicimos un programa de acompañamiento familiar con técnicos de Infantil que acudían a los hogares; también hicimos el refuerzo del Banco de Alimentos para evitar que se quedara sin alimentos y que llevaran estos a los domicilios para evitar esa imágenes de vergüenza de las colas del hambre... El albergue provisional que pusimos en el pabellón Lázaro Fernández y que posteriormente llevamos al V Pino y que actualmente está en la plaza de toros para todos aquellos que no pudieron o quisieron regresar a su país...

Fueron cuestiones que tuvimos que afrontar y llegaron de forma sobrevenida porque, como siempre hemos dicho, el Covid-19 venía sin manual de instrucciones.

–¿Y en qué situación se encuentra ahora la plaza de toros? ¿Sigue dependiendo de la Consejería de Economía y Políticas Sociales?

–La plaza de toros sigue dependiendo del área de Servicios Sociales con diferentes competencias porque está Cruz Roja y hay otra parte de gestión que realiza el Ministerio de Migración en cuanto hay una población inmigrante que pasa por este espacio, luego va a Altos del Real y más tarde al CETI. Hay una gestión bastante compartida. Pero es verdad que hemos pasado de 500 personas acogidas a 120 que residen hoy y, evidentemente, el objetivo es devolver la plaza de toros para su disfrute al conjunto de los melillenses.

–¿Cuál ha sido el momento más duro de la gestión de la pandemia?

–Después de un año de gestión hay momentos muy complejos. Pero yo creo que el más difícil fue tener que informar del primer fallecimiento. Fue una señora que perdió la vida por la Covid-19 y fue el momento más duro. De hecho, tuvimos que anunciar esto la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, el director territorial del Ingesa, Omar Haouari, y yo.

También fue complicada la gestión de la acogida de personas que no tenían dónde quedarse porque el pabellón Lázaro Fernández se quedó pequeño y no era adecuado para esto, no solo para estas personas, sino para los vecinos. Y fue un momento complicado cuando montamos un albergue provisional en el V Pino y llegaron cuatro días de lluvias. Un día estuve allí por la noche por solidaridad con estas personas y con el objetivo de que se facilitasen las instalaciones donde estuvieran en unas condiciones mínimas.

Un momento de mucho estrés fue cuando en agosto del pasado año hubo un brote que llegó a niveles importantes en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Emitimos una orden para que estuviera en cuarentena y el juzgado de guardia, que llevaba a cabo las funciones de lo Contencioso no solo no ratificó la orden una vez, sino dos veces. Luego, posteriormente, el Tribunal Superior de Andalucía sí que dio la razón a la Consejería afirmando que era oportuno y ponderado, así como el momento de hacerlo. Fueron días complicados porque teníamos a 100 personas en el CETI que había que confinar y nos encontramos con este parón judicial.

Y la gestión de la segunda y la tercera ola, donde había que encontrar un equilibrio, que no hemos llegado a encontrar, entre la actividad económica y la salud pública, son momentos también muy difíciles.

No podíamos cerrar como quien baja una persiana el puerto y el aeropuerto, puesto que eran asuntos más sensibles. Las compañías aéreas decían que si se volvía a cerrar, no vendrían de nuevo a Melilla. Las navieras estaban negociando un rescate con Marina Mercante... Fueron momentos complejos en los que no se podía limitar los transportes y sabemos que evidentemente el confinamiento perimetral real, y no el que tenemos actualmente en la ciudad de Melilla, es la solución a la situación epidemiológica de nuestra tierra.

–Volviendo a las normas que no fueron ratificadas estaba entre ellas la prohibición de fumar en la calle.

–Pero fíjese que la prohibición de fumas en la vía pública se supone que está vigente en todo el territorio nacional. Pero ha sido una medida que evidentemente ha sido imposible que entrase en aplicación. Pero hoy en Guadalajara, por ejemplo, está prohibido fumar en la vía pública. Pero aquí, a las pruebas nos remitimos.

Esa orden no contó con una ratificación en Melilla, pero sí que lo fue en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Pero evidentemente, tarde. Y es que esto tiene sus tiempos.

La consecuencia fue que la segunda ola en Melilla fue una de las más agresivas en España, alcanzando los 1.400 casos por cada 100.000 habitantes de incidencia acumulada.

–¿Achaca la gran cantidad de contagios de la segunda ola a no poder cerrar del todo la ciudad?

–Bueno ahora estamos pasando la los últimos flecos de la tercera ola. Pero sí que en la segunda influye el hecho de no poder recurrir al cierre de nuestra ciudad, y con ello me refiero a suspender las conexiones marítimas y aéreas y no al cierre perimetral de hoy en día, sino al cierre total. No lo podemos hacer porque no se puede cerrar de forma continua la ciudad al resto de España. Se ha demostrado. Y ello ha generado que en una ciudad, como Melilla o Ceuta, con una densidad de población tan alta pues se complique mucho luego el control de la trasmisión de la enfermedad.

–¿Pero no tiene que ver esa alta incidencia de casos con el comportamiento de los ciudadanos y las relaciones personales? Llevamos meses de restricciones en hostelería, comercio y reuniones sin que haya una bajada considerable de casos.

–Sí, claro. Por eso le decía que influye la densidad de población. Ahora las tres regiones con mayor incidencia acumulada son Melilla, Ceuta y la Comunidad de Madrid. Es verdad que Melilla destaca sobre las otras dos. Pero tras son casualmente las tres regiones con la mayor densidad de población de España.

Ahora mismo se está estudiando por los técnicos de Salud Pública este elemento diferenciador y es que las regiones con una mayor densidad de población, generan mayor relaciones entre las personas que viven en un territorio. Y esto dificulta mucho el control de la trasmisión del virus.

–¿Cree que la gente cumple con las normas? ¿O están intentado sortear algunas de esas medidas, como el cierre perimetral o las reuniones en espacios privados o incluso la reserva de varias mesas, situadas una junto a la otra, por grupos de amigos en terrazas para poder salir juntos?

–Es compleja la situación. El confinamiento perimetral sabe usted mejor que yo el número de citas médicas que se están sacando en la península... Eso es sabido y al final es complicado. Es un tema que regula el decreto del presidente de la Ciudad y ahí habrá que encontrar la solución.

Con respecto al cumplimiento de las medidas, se cumplen en gran medida. Pero es cierto que después de un año de pandemia la gente, pues bueno, entienda que intentan tener relaciones con otras personas que no cumplen con el 100% de las medidas.

–Quería también preguntarle por otra fecha destacada a nivel informativo. En septiembre solicitó el estado de alarma para Melilla. ¿Cree que se podría haber evitado la segunda ola o finalmente todas las regiones acaban llegando a grandes picos de contagio y Melilla lo hubiera hecho más tarde?

–Desde el área de Salud Pública estamos plenamente convencidos de que si en septiembre se nos hubiera concedido el paraguas legal del estado de alarma, no habríamos llegado a los niveles de contagios de octubre y noviembre. Fíjese lo que le digo que cuando solicité en esa rueda de prensa el estado de alarma para Melilla, se dijo que no y se está demostrando que el estado de alarma no es el cierre total, sino el paraguas que te permite adoptar determinadas medidas. Nos dijeron que no estábamos capacitados para pedirlo y que nadie en España lo había pedido. Pero finalmente, lo que ocurrió es que al mes siguiente, desde octubre hasta este mes tenemos un estado de alarma para el país.

Si lo pedimos fue por algo. Y es que nos estábamos encontrado el stop judicial de forma reiterada. Y no es culpa de los jueces. Ellos aplican la normativa con mayor garantía jurídica posible. Pero es que la mayor garantía para restringir derechos y libertades te la da el estado de alarma, de excepción o de sitio, que nos encontramos regulado en la Constitución.

Y era por ello por lo que demandaba la Consejería de Salud Pública el estado de alarma. Para poder tomar medidas.

–¿Qué perspectivas de futuro tenemos?

–Pues yo lo mismo es que como llevo un año y estoy cansado ya, soy optimista con la campaña de vacunación. Espero, deseo y rezo por que en verano hayamos vacunado, como programa el Ministerio de Sanidad, al 70% de la población.

“Se expresó la sensación de infrarrepresentación en cuanto al número de dosis recibidas”

–¿Cómo va el proceso de vacunación? ¿Vamos retrasados respecto a otras autonomías?

–Aquí hay que diferenciar dos cuestiones. Una de ellas es cómo va el proceso de vacunación en Melilla. Ahí no se nos puede achacar lentitud, ni mucho menos, puesto que hemos sido y seguimos siendo una de las regiones que más rápido lo hacemos de España. Y no solo somos los que más rápido vacunamos, sino los que más dosis suministramos. Y es que Melilla lleva desde el inicio suministrando seis dosis de Pfizer mientras que en el resto de España se sacaba cinco. Por ello, en cuanto a la logística de vacunación a la Ciudad Autónoma de Melilla no se nos puede achacar nada. Los datos están ahí.

¿Cuál es el problema que nos encontramos? El número de dosis que recibimos. Y lo hemos dicho tanto el director general de Salud Pública como yo en el consejo interterritorial de Salud. Melilla tiene que tener un mayor número de dosis. Creo que un artículo de este periódico escrito por Luis Aznar coincidía en este mismo punto. Es decir, reconocía que desde la Consejería de Salud Pública habíamos solicitado de forma reiterada el aumento del número de dosis que le corresponde a la ciudad.

Y es cierto que en la última semana, en unas las conversaciones ya algo más intensas, tanto de la vicepresidenta primera de la Ciudad como mías al más alto nivel del Ministerio de Sanidad pues se ha explicado y expresado nuestra sensación de infrarrepresentación en cuanto al número de dosis recibida. Y a partir de esta semana se va a equilibrar esta cuestión recibiendo 2.340 vacunas de Pfizer, además de las de Moderna y AstraZeneca programadas.

–¿Cómo cree que serán las medidas que se van a ir adoptando? ¿Melilla va a seguir en este estado de ‘semiabierta’ la economía? ¿Se adoptarán medidas más restrictivas en verano?

–La campaña de vacunación es donde estamos centrados y trabajando. Nos gustaría acelerar la campaña, pero para ello necesitamos más suministros.

En cuanto a las medidas, si se da cuenta, nadie en España, a pesar de los datos actuales, se atreve en flexibilizar demasiado las medidas. Y eso es por una sencilla razón y es que la variante británica, seguramente, en el mes de marzo se convierta en la variante dominante del virus en nuestro país. Actualmente, está rozando en una cuota del 40% de los contagios. Esta variante se trasmite con más celeridad. Y esto es lo que está provocando que todos los territorios estén flexibilizando medidas de forma muy lenta para evitar una cuarta ola, en la que la variante británica sea la predominante.

Éste es el motivo por el cual, aunque se haya mejorado la situación en toda España, incluso en Melilla, que hemos estado en 1.000 casos por cada 100.000 habitantes y hemos pasado a estar debajo de los 400, continuemos con las mismas medidas de hace semanas. Nadie quiere entrar de lleno en esa cuarta ola, en la que ya le digo que la variante británica será la dominante a finales de marzo según nos dicen los especialistas.

–¿Qué recomendaciones haría de cara la Semana Santa?

–La recomendación es evitar viajar. Sabemos que mucha gente ha sacado cita médica en el marco de la Semana Santa para poder salir y pedimos un pequeño ejercicio de responsabilidad en este sentido. Evitar viajar y los movimientos innecesarios.

Y el que llegue a Melilla, que se haya visto forzado a salir de la ciudad o haya tomado esa decisión excusándose en una de esas excepciones del real decreto, que sepa que a su vuelta cuenta con un instrumento como es la prueba de diagnóstico de la Covid-19 totalmente gratuita. No la hay en muchos territorios. Y se puede solicitar llamando por teléfono al laboratorio Ciudad de Melilla.

Cuando vuelvan por favor que utilicen este instrumento que está para todos los viajeros a coste cero. Además, hay que entender que, aunque estemos hartos, que lo estamos; aunque la ciudadanía esté cansada, que lo estamos; que no le veamos final a esto porque estamos en una situación de desesperanza, aún así debemos intentar reducir los movimientos y viajar solo cuando sea necesario.

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