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Moh: “Sabía que me iban a atacar por el hecho de ser mujer y joven”

La delegada del Gobierno, Sabrina Moh, asegura que no puede ser que las mujeres que ocupan altos cargos tengan que justificar cada día que valen para ello, porque esa exigencia no se hace con los hombres.

–¿Qué le llevó a entrar en política?

–La verdad es que la política me llamaba mucho la atención, pero nunca imaginé estar participando de forma activa en ella y menos en este cargo. Pero un día me piden colaboración, en concreto, un 8 de marzo para leer un manifiesto en el PSOE. A partir de ahí empecé en política. Eso hizo que me acercara al partido y empezara a colaborar. En mayo de 2015 me propusieron ir en las listas de las elecciones locales. Al principio colaboraba en lo que podía, en lo que sirviera de ayuda. Empecé así. Al poco tiempo me hicieron la propuesta de ir de candidata al Congreso. Eso fue un honor y a la par una responsabilidad muy grande, porque fue poner mi cara relacionándose ya con el partido. Pero fue un honor porque es el partido al que he votado y formar parte de él de esta forma fue muy importante. Pero se repitieron las elecciones ese mismo año por primera vez. En aquellos momento, el partido estaba con una gestora y también colaboraba ahí. Esos fueron los comienzos. He trabajado desde la oposición visitando barrios hasta que llegó el XIII Congreso del PSOE y la secretaria general de los socialistas melillenses, Gloria Rojas, me propone ser su secretaria de organización. Le dije que sí por varias razones.

–Es la primera mujer delega del Gobierno y le pido sinceridad. ¿Siente que le han mirado con ojos diferentes por ser mujer? ¿Tiene la sensación de que todo el tiempo tiene que justificar que sirve para esto?

–Si te soy sincera sí. Cuando hubo la moción de censura no me imaginaba que mi nombre se barajase para ocupar el cargo de delegada del Gobierno. Pero cuando me lo dicen empiezas a valorar y a plantear cosas. No sabía exactamente cuál era la cantidad de trabajo pero me imaginaba que el volumen era interminable y sabía que era una gran responsabilidad. Pero una de las cosas que me planteé y mucho es si me iban a ver diferente por ser mujer y también por mi edad. Es que para algunas cosas, como el fútbol, tener 34 años es ser viejo, pero para ser delegada del Gobierno es ser joven. Soy mujer y joven. Esa circunstancia pesa más que el trabajo. Yo tengo muchas ganas de hacer bien las cosas y de trabajar. Mi compromiso y el trabajo están. Eso lo dije el primer día y sigue. Pero sabía que me iban a atacar por el hecho de ser mujer y ser joven. Muchos de los ataques, aunque no sean de forma explícita, sí que van relacionados con el hecho de ser mujer. A ningún delegado del Gobierno le han cuestionado nunca que lleve una corbata roja o de cuadros. Pero a mí me cuestionan si me pongo gafas o no, si llevo el pelo recogido o suelto, o como un comentario reciente que me hicieron: que dejara de pensar en el color de las uñas y que me pusiera a trabajar. Yo no he escuchado esos comentarios hacia ningún delegado del Gobierno y sí que lo escucho ahora.

–Ha recibido muchas críticas por vestimenta, pero también por hacerse fotografías.

–Va relacionado con lo anterior. No he escuchado críticas a delegados de Gobierno por llevar un traje gris o marrón. Y ahora mismo hay gente que me ataca a mí por hacerme fotos cuando, por ejemplo, no hacen lo mismo con el presidente de la Ciudad que es un hombre. El presidente se hace una fotografía viendo unos nuevos contenedores de basura, una carretera nueva o haciéndose un selfie en una recepción de un equipo de fútbol o del deporte que sea. A él no se le cuestiona, pero a mí sí. Pero respecto a criticar las fotos me molesta y además mucho, la falta de respeto a las personas que salen conmigo en la foto. Yo no salgo en las fotos tomando tapas con mis amigas o dándome un paseo por la playa. Nosotros hacemos fotos porque me he comprometido a dar transparencia y vamos a mostrar lo que estamos haciendo en todo momento. Lo que yo hago en esa mesa cuando salgo con gente en las fotos es trabajar. Esas personas se desplazan a la Delegación para hacerme propuestas, plantearme problemas o ver temas concretos y buscar soluciones. Eso es trabajo. Luego hacemos una foto para mostrar a la ciudadanía que ha habido tal reunión con tal entidad por este tema. Cuando hablan de las fotos, no sólo me faltan al respeto a mí, que lo hacen y es un comentario totalmente machista, sino que le faltan el respeto a todas las personas que vienen a la Delegación del Gobierno. De tanto reiterar esas críticas, acaban calando en la sociedad y todos saben de dónde vinieron esas primeras críticas. Hay que luchar contra esos comentarios machistas y para eso también estoy en política. No puede ser que las mujeres que ocupamos cargos tengamos que justificarnos por nuestra ropa, el pelo o la pintura. Eso no se hace con los hombres.

–¿Cree que puede ser realidad la conciliación? ¿Cree que esta pregunta se tiene que formular también a los hombres que son entrevistados?

–Pues sí que es necesario preguntar esto a los hombres porque ellos también forman parte de buscar una solución. Esa pregunta se obviaría si hubiera un hombre en la Delegación. Pero los hombres también demandan esa conciliación. Mi situación es complicada porque estoy divorciada y tengo un niño, aunque tengo la custodia compartida del pequeño con su padre. Pero en mi periodo de tiempo con él, la conciliación es complicada porque surge cualquier viaje o reunión extra. Sin embargo, creo que intento organizarme lo mejor que puedo para dedicarle tiempo a la familia. La conciliación es complicada en el momento en el que tienes un trabajo fuera de casa. Si a eso se añade una responsabilidad, aún más. El día a día es difícil porque hay mucho trabajo. Eso lo relaciono con la pregunta anterior. Cuando tienes este volumen de trabajo, ves las horas que hechas y que todo se centre luego en que si hoy me he puesto una falda de cuadros, me he pintado las uñas o me he hecho una foto, pues me parece un insulto. Y todos deberíamos concienciarnos sobre este tema porque no se puede buscar sacar rédito político de todo. Hay líneas que no se pueden cruzar.

–¿Se siente un referente?

–Para mí es un honor ser delegada del Gobierno en mi ciudad. ¿Que si me siento un referente? Pues no lo sé. A lo largo de mi vida he intentado trabajar mucho esté donde esté y trabajar acorde a mis pensamientos e ideas. Trabajando, al final, he acabado aquí. No sé si seré un referente para las demás por estar en la Delegación. Pero lo que sí me gustaría trasladar es que, al final, con esfuerzo, con constancia y siendo firme con tus ideas y con tus principios puedes alcanzar metas y objetivos. Esto es fundamental. Creo que más que pensar en ser delegada del Gobierno lo que hay que hacer es trabajar. Quizás no se alcance ese objetivo, pero si ha luchado con sus principios, estés donde estés te llevas una satisfacción. Yo sigo siendo la misma persona y, en estos momentos, ocupo un cargo. Mientras esté aquí quiero hacerlo lo mejor posible y si mañana alguien decide que yo no soy la persona que debe estar aquí, pues lo asumiré con naturalidad y volveré a mi trabajo, que además me encanta. Si tú tienes un compromiso, das tu palabra y tienes unos principios, los tienes que cumplir. Si te equivocas, será tu responsabilidad, pero no será en función de lo que otros te puedan marcar ni irá en contra de tus principios por mantenerte en un puesto. –¿Cuál cree que es el papel de la mujer en la sociedad? –Pues cada vez tiene un papel más fuerte. La mujer por el hecho de ser mujer no tiene que justificarse en su puesto de trabajo y por el simple hecho de ser hombre, no se tiene un derecho más. Un día las mujeres dijimos hasta aquí y a partir de ahí el papel de la mujer ha ido a más. Espero que las mujeres estemos visibles, porque estamos capacitadas para ocupar cualquier puesto. La lucha tiene que continuar para que siga con ese papel importante en la sociedad.

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