Modernismo en Melilla y edificios históricos, entre la conservación y la desaparición

Sin duda, uno de los elementos que más marcan la identidad de Melilla es su arquitectura modernista. Edificios emblemáticos que forman parte del imaginario de la ciudad. Cada persona tiene su favorito.

Entrando más al detalle, se puede observar que ciertos inmuebles están mejor conservados que otros y que en la zona centro hay mayor cuidado patrimonial que en el resto de barrios, en los que se pueden ver casas de estilo modernista aisladas que resisten como testigos de lo que fue la ciudad hace décadas.

¿Y por qué esta disparidad entre unos edificios y otros y entre los distintos barrios? Nadil Chilah, arquitecto melillense, señala que el problema es que Melilla tiene un documento de conservación “que es muy vago”, que no es demasiado estricto o no se sigue al pie de la letra.

Explica que cada zona tiene lo que se llama PEPRI (Plan Especial de Protección y Reforma Interior) y ahí es donde se regula cómo ha de ser la conservación de las zonas históricas de las ciudades. “Es un manual de mantenimiento y uso” en el que se señala qué hay que mantener, de qué forma, cada cuánto tiempo hay que hacer cualquier tipo de intervención, o si el cableado tiene que ir bajo tierra o no.

Actualmente, dice que la ley que regula a Melilla es la del 1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español; luego, las zonas BIC de la ciudad se trazaron en 1986 y el actual Reglamento de Conservación de Melilla, Rehabilitación, Inspección Técnica y estado Ruinoso de las Edificaciones es del 2013. A nivel de las autonomías, la antigüedad de las leyes van desde 1990 en el País Vasco hasta la de 2013  en la Comunidad de Madrid.

“El problema de esto es que no tenemos un documento actualizado, es decir, un Plan Director que diga qué hay que hacer y cómo hacerlo”, insiste. Así pues, “al no tener una guía dura o estricta” se deja al promotor que haga lo que considere en base a las leyes generales, la cual “da manga ancha al promotor”. A esto hay que añadirle que la Administración “no llega” a todo.

Esto deriva a que el centro de la ciudad sí que se entienda como un conjunto y que por ello la Administración se esfuerza más en mantenerlo “mientras que se les pierde la pista del extrarradio”. Recalca que los edificios históricos que se han salvado en los barrios ha sido gracias a la iniciativa popular y propietarios que han puesto en valor el interés cultural del edificio.

Además, el hecho de que haya unos edificios mejor conservados que otros es “por dejadez” de la Administración, ya que el estado de los inmuebles dependerá de la implicación del promotor.

Y es que fijándose un poco en los edificios históricos de Melilla, se pueden ver cornisas y ornamentación cayéndose, pintura que se desprende e incluso desperfectos en fachadas debido al viento, como le ocurrió a un edificio en la calle Chacel y en el que los bomberos tuvieron que actuar para prevenir daños personales a pesar de que el inmueble había sido restaurado en 2016 tras el terremoto. También se ven aires acondicionados, agujeros para hacer pasar los cables y desperfectos incluso en el propio portal de entrada.

Además, la normativa en Melilla pasa de la Ley de 1984 a un decreto local que regula la declaración en ruinas, apunta. “Directamente no pasamos a hablar de conservación, sino que se pone la receta para la declaración en ruinas”.

La Ley de Patrimonio Nacional exige que tiene que haber una conservación a nivel nacional y en Melilla, la Administración salta directamente a regular la declaración en ruinas. “Son documentos más bien ejecutivos sobre realizar inspecciones y declarar el estado de ruinas, pero se pasan el preámbulo inicial que es el método de conservación de cualquier elemento protegido”.

Insiste que todos son documentos “muy vagos” que no reflejan la dureza que deberían tener. Además, explica que la Administración tiene más margen de maniobra, pues en cuanto vea que no se actúa sobre un edificio, pueden mandar un aviso al propietario o expropiarlo.

Patrimonio

“En Melilla en general, no hay un conocimiento de lo que es el Patrimonio, o sea, se hacen cosas porque se debe hacer pero no porque quieran”. Pone el ejemplo de que en el centro de la ciudad se están tirando edificios conservándose solo la fachada, “entendiendo que el valor es solamente el ornato, lo decorativo”. Sin embargo, recalca que no se respeta el suelo, las puertas, las escaleras, la distribución interior y señala el edificio de la calle General Prim en la que solo han dejado la fachada tras vaciar todo el interior.

Cree que en otras zonas de la península este hecho hubiera tenido más repercusión y críticas; sin embargo, señala que solo se ha mencionado en la página de Facebook Arquitectura Melilla. “Al final esto no es potestad de un grupo de ciudadanos a través de un grupo de Facebook”.

Así pues, recalca que conservando solo la fachada se desvirtúa el edificio. “Es como un paripé para salir del paso porque el inmueble está protegido y es, te lo digo yo como técnico, buscar la trampa para salir consiguiendo lo que quieren” para que la Comisión de Patrimonio dé su visto bueno.

Señala que los fines son inmobiliarios y que el promotor “tiene unos intereses diferentes a los del sector público”.

Dada esta situación, dice que bajo su punto de vista, la idea que se quiere dar de una Melilla modernista de cara la turismo es más bien una postura en la que se inventa una imagen “para vender” y piensa que “no existe una base sólida” para crear ese retrato de Melilla Monumental. “Solamente existen unos pequeños clichés que se intentan repetir para que nosotros mismos nos la creamos, pero luego a la hora de la verdad, miras el trasfondo y no hay nada”. Pone de ejemplo a unos conocidos que pasaron un fin de semana en Melilla y cuando fueron a la ciudadela se encontraron con edificios tapiados, señalando que la zona que más cuidada debería estar al ser Melilla La Vieja un Bien de Interés Cultural.

“El patrimonio es la huella de nuestra historia; de dónde venimos y a dónde vamos se entiende leyendo nuestra historia”, asegura.