Categorías: Editorial

Mirando a Europa

LA plaza de abastos del barrio de El Real se muere y la Consejería de Sanidad tiene en mente devolverle la vida.

Para ello ha pedido apoyo a la empresa estatal Mercasa, que se dedica a la remodelación de mercados municipales minoristas. Este miércoles, sus representantes tienen previsto presentar en Melilla un proyecto que pretende reconvertir este mercado agonizante en un centro comercial. En Córdoba, por ejemplo, Mercasa se planteó invertir 4 millones de euros en la remodelación del Pósito, en la Plaza de la Corredera. El proyecto presentado allí incluía un espacio gastronómico con 22 puestos distribuidos en dos plantas. La idea, según explicaron, era darle una nueva imagen a esta plaza de abastos y convertirla un espacio gastronómico vinculado a los productos de la tierra. Es de esperar que algo similar se haga en Melilla. ¿Por qué iba alguien querer comprar pescado en un sitio depauperado si cruzando la frontera puede adquirirlo igual de fresco y a mejor precio? Está claro que lo que hay que cambiar es el concepto. Las plazas de abasto, tal y como las conocemos en Melilla, se han hundido hace mucho tiempo en la península y en Europa. Ahora los mercados se han convertido en lugares donde, además de comprar pescado fresco para llevar a casa, puedes degustarlo en el mismo puesto. Este concepto ya funciona y con muchísimo éxito en Madrid donde, por ejemplo, en el mercado de San Miguel, cerca de la Plaza Mayor, es casi imposible hacerse un hueco para tapear los sábados: además de tapas hay música y arte. Otro tanto ocurre en el Mercado Central de Budapest, en el Torvehallerne, de Copenhague o en el Markthalle Neun de Berlín. Todos han resurgido de sus cenizas y hoy se encuentran en el ‘top five’ de los mejores sitios para probar gastronomía regional. En Melilla nos hemos quedado anclados en el siglo XX. Los comerciantes de las plazas de abasto saben mejor que nadie que es imposible echar un pulso a los vendedores ambulantes o a los precios que ofrecen los mercados de Beni Enzar, Farhana o Barrio Chino. La revitalización de estas plazas pasa por devolverles la vida apelando a otro concepto, que bien podría ser el gastronómico, aunque los comerciantes de El Real creen que la solución pasa por la apertura de tiendas de ropa o ferreterías junto a los puestos de pescados o frutas. Habrá que esperar al miércoles para saber en qué consiste el proyecto de Mercasa, pero una cosa está clara: si su plan funciona, El Real se va a convertir en uno de los sitios más atractivos del norte de África.

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