Los vecinos aprovechan la obra del parking de La Goleta para reclamar a la Ciudad la reparación de sus casas, afectadas principalmente por las humedades. Llega la temporada de lluvias y los vecinos de Minas del Rif no miran al cielo, miran al suelo. En los diversos patios que conforman esta laberíntica urbanización en el corazón del Industrial, se forman grandes charcos debido a que la red de alcantarillado no desagua en condiciones. El agua se estanca en el patio y, misteriosamente, a Carmen, que vive en uno de los bajos de Minas del Rif, ese agua sucia y maloliente le sale por la bañera. Es un ejemplo de las condiciones en las que tienen que vivir cerca de 500 familias en Minas del Rif.
En el otro extremo están los vecinos del tercer piso. Da igual el bloque a escoger, todos ellos sufren humedades por las malas condiciones del tejado. Los inquilinos ya desesperados, como Luisa Requena, presidenta de la Asociación Minas del Rif, arreglan ellos mismos el techo, colocando tela asfáltica para impermeabilizar la azotea. Es lo que en la mañana de ayer hacía Andrés en el tejado de su casa, mientras otra vecina se quejaba de que anduviera por los techos. Tiene miedo de que ceda y su casa se quede, precisamente, sin techo.
Llevan tanto tiempo sufriendo las humedades que ya no saben cómo combatirlas. “Las arreglas y a los dos días vuelven a salir”, comenta Luisa. Y no tienen recursos. En su mayoría, las familias están en el paro y algunas no tienen ni para poner un plato en la mesa. Ante esta situación, el poco dinero que entra en casa no se destina a reparar el techo, quitar las goteras ni pintar las paredes.
En el bloque de Luisa han tomado una decisión salomónica: Los vecinos que viven en el tercero, como puedan, costean la reparación e impermeabilización de su tejado, y “se les perdona” un año el pago de las cuotas de la comunidad.
No al parking en La Goleta
Carmen, la vecina a la que las aguas residuales le surgen de su bañera, lo tiene claro: Aparcamiento en la plaza de La Goleta ni hablar. Tiene miedo de que las máquinas echen abajo la urbanización Minas del Rif. Los cinco bloques de viviendas están unidos entre sí, por tanto, si uno de ellos cae, se podría producir un efecto dominó. En Minas del Rif no son arquitectos ni expertos en la materia, pero saben de sobra que las condiciones en las que está la urbanización no son las más óptimas para ejecutar una obra de la envergadura del aparcamiento proyectado por Medio Ambiente.
Las columnas a lo largo y ancho de la urbanización dan muestras de agotamiento. Están desconchadas y dejan a la vista la estructura de hierro que las sustenta... completamente oxidada. Sólo hay que tocar el hierro para quedarse con el óxido en la mano.
Los vecinos se oponen a la construcción del aparcamiento y se niegan a dejar entrar a nadie en sus viviendas para que las inspeccionen. Reclaman a la Ciudad que les ayude económicamente a reparar tejados, cimientos, columnas, paredes y juntas de dilatación. Luisa asegura que en el año 96 Emvismesa les prometió cerrar los patios, pero quedó en papel mojado. El año pasado pidieron un campo de petanca y otro de futbito y siguen esperando.
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