Más de veinte peñas y asociaciones dieron vida a la fiesta, con barras abiertas a cuantos quisieron sumarse y viandas típicas como el arroz, las sardinas y los choricillos
La Romería del Rocío volvió a escribir ayer un exitoso capítulo en su largo devenir desde que en los años 50 se instaurara como una tradición melillense más e iniciara una sucesión de etapas que, en la actual, dentro del recinto acotado y anexo al Fuerte de Rostrogordo, ha encontrado poco a poco la respuesta creciente del público melillense.
Ayer, fueron miles los ciudadanos que en torno a más de veinte peñas y asociaciones, algunas de ellas de nuevo cuño en la Romería como el Club Scorpio, dieron vida y alegría a la fiesta romera de Melilla.
Con presencia de todos los sectores, desde grupos culturales como ‘Los Cabales’ o ‘Los Medios’, hasta asociaciones de vecinos o entidades varias como la Casa Regional de Ceuta en Melilla, la Romería del Rocío fue un año más una gran barra libre para cuantos desearon degustar los típicos choricillos, sardinas, paella y pinchitos, al compás de la rubia cerveza, el vino de verano o el dulce y tradicional jumilla.
Del camino a los Pinos
Como siempre la Romería se inició a las siete de la mañana, con el rezo del Santo Rosario en la Parroquia de Santa María Micaela (Virgen de la Victoria) para, desde allí, recoger en la casa de hermandad de la Cofradía del Cautivo y María Santísima del Rocío el simpecado representativo de la Virgen, que por su carácter de penitencia y procesión en Semana Santa no sube nunca a los Pinares.
Tras el desayuno, no exento de churros y el típico aguardiente, comenzó un camino que como las procesiones de este año de la Hermandad del Barrio de la Victoria tuvo que alterar su recorrido para burlar las obras del nuevo túnel de Alfonso XIII.
Un nuevo trazado, a lo largo de todo el barrio del Tesorillo, que dio si cabe más colorido a un cortejo en el que veinte coches y carretas engalanados para la ocasión daban particular vistosidad al desfile. Como novedad, además, un grupo de nueve jinetes del aula de equitación de ‘La Hípica’ que, encabezado por Nicolás Sánchez, y perfectamente engalanado al estilo andaluz, aportó también color y solera a la comitiva romera.
Empieza la fiesta
Ya sobre la una del mediodía, con todos los espacios previamente repartidos por la Comisión de Festejos de la Ciudad Autónoma y las barras prestas a servir cerveza, jumilla y vino de verano, comenzó un jolgorio en el que no faltaron los clásicos de siempre, caso del Coro del Cautivo y Virgen de la Victoria, los partidos políticos (PP y PSOE) o las muchas peñas y asociaciones que comparten sitio también con particulares que, en familia, se suman año tras año a la fiesta.
Y si el camino trascurrió sin problemas ni incidentes de ningún tipo, ya en los Pinares sí hubo alguna que otra intervención policial por el incivismo de grupo de jóvenes dispuestos a crear desorden público y que provocaron hasta tres detenciones, aunque sin mayor consecuencia, salvo por la lesión que sufrió en el brazo uno de los agentes de la Policía Local.
Buena Salud
Para el hermano mayor de la Cofradía del Cautivo y María Santísima del Rocío, Gregorio Castillo, no cabe duda que la romería goza de buena salud, “que la gente quiere la fiesta” y que “hay que hacer todo lo posible para mantener la tradición y mejorar año tras año la organización”.
Reacio a cifrar cuantos pudieron sumarse a la convocatoria, que por sí sola movió a veintidós peñas y asociaciones, Castillo comentaba como vara de medir que los mil gorros a repartir entre los romeros se habían agotado en pocos minutos, y aunque es verdad que eran muchos los que se protegían del sol gracias al sombrero de paja que animaba a participar en el Rocío, también es verdad que eran muchos los que lucían gorra propia o burlaban la solana como podían.
Rezo y vuelta
La Romería, como todos los años, se dio por finalizada pasadas las siete de la tarde, con la recogida de bártulos y enseres y un primer rezo del rosario, al que seguiría después el acto de devoción mariana en la parroquia de Batería Jota de la Medalla Milagrosa, que en el camino de retorno siempre se convierte en un primer lugar de descanso y ejercicio cristiano dentro de una fiesta que, a pesar de su aire andaluz y su jolgorio inherente, no deja de ser sobre todo una ofrenda más a la Virgen del Rocío.
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