Hace ya bastante tiempo que inmigrantes marroquíes están entrando a nado en Melilla por la zona del Dique Sur, según informaron desde el Sindicato Unificado de Policía (SUP).
Estas fuentes desconocen la cantidad exacta, porque no se ha podido contabilizar, ya que estos inmigrantes están escondidos. Algunos buscan conseguir el asilo político. Otros desaparecen durante un tiempo hasta que sienten que la Guardia Civil y la Policía Nacional dejan de seguir sus pasos y entonces intentan lograr el asilo. La Guardia Civil está alertando de estos avistamientos en el dique sur.
Fuentes policiales indicaron que no es algo exclusivo de ahora, sino que se remonta al cierre de la frontera con Marruecos. Calculan que, después de Madrid y Barcelona, no hay otra ciudad española que acoja más entrevistas por asuntos relacionados con la protección internacional, y que “habitualmente” se está concediendo un número de citas semanales que varía entre las 10 y las 40. Según afirman, “ha habido una inmigración irregular marroquí que se asentó después del cierre de la frontera”.
Como no se fueron a Marruecos y tampoco se les podía expulsar, porque el país vecino no lo permirtía, según estas fuentes, puede haber alrededor de 2.000 o incluso 3.000 personas en esta situación. Estas cifras también pueden ser precisas también según la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en Melilla.
En efecto, la página web del Ministerio del Interior habla de 1.421 solicitudes de asilo en Melilla en el año 2020, la mayor parte -316- de Túnez, seguido de Marruecos -284-, Siria -230- y Argelia y Egipto 152 cada uno-. En el año 2021, hubo 3.277 solicitudes en la ciudad autónoma, mientras que, desde el 1 de enero hasta el pasado día 30 de abril, se habían registrado 1.648 solicitudes solamente. Así, la ciudad autónoma se sitúa así como la tercera con mayor número de solicitudes de asilo en 2022, sólo por detrás de Madrid -14.867- y Barcelona -1.960-.
En la ciudad autónoma, el caso se agrava porque no es un asilo político al uso. Las entrevistas que se están realizando tienen como fin último tramitar los papeles que entregar al inmigrante para poder trasladarse a la península, ya que la ciudad autónoma no pertenece al espacio Schengen y, por tanto, se precisa para moverse de una documentación más exhaustiva.
Al respecto, cabe recordar una sentencia del Tribunal Supremo (TS), de febrero del año pasado, que establecía que las personas solicitantes de asilo tenían derecho a la libre circulación entre Melilla y la península.
En concreto, dicha sentencia expresa lo siguiente: “Todo ciudadano extranjero que haya solicitado una protección internacional o asilo en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla tiene derecho a la libertad de movimiento, y a fijar su residencia en cualquier otra ciudad del territorio nacional, sin que pueda limitarse dicho derecho por la Administración por su condición de solicitante de la protección internacional y siempre con la obligación del solicitante de comunicar a la Administración dicho cambio de domicilio”.
Fuentes policiales insisten en que “ha habido de todo”: desde trabajadores transfronterizos que permanecieron en Melilla, hasta menores marroquíes que cumplieron la mayoría de edad. “Mucha gente; muchos marroquíes”, cuentan.
“Estamos hablando de 2.000 ó 3.000 personas” -reiteran- “que, una vez que cerró la frontera, en marzo de 2020, se quedaron encerrados y el Gobierno decidió, con la sentencia del Tribunal Supremo (casi un año más tarde), que pudieran desplazarse a la península sin pedir asilo político”.
En su opinión, se está haciendo lo correcto, que consiste en agilizar los plazos lo máximo posible, y, si antes se tardaban “uno o dos meses”, ahora se está dando salida a esos trámites en “diez o quince días como mucho”. Según parece, “la mayoría viene desestimada” y entonces esa persona tiene que regresar a su país.
Sin embargo, estas fuentes no tienen claro que efectivamente estas personas cuyas solicitudes de asilo son rechazadas estén marchándose de España y, según han visto, de momento, no se está echando a nadie. “Aunque la frontera está ya abierta hace semanas, no se expulsa a los marroquíes que entran ni vienen las unidades de la península que se dedican a hacer estas expulsiones”, explican, para añadir que, por lo menos, “por Beni Enzar no está echando a nadie”.
Además, estas fuentes reconocen que, aunque “la colaboración podría ser mejor por parte de las autoridades marroquíes”, en el sentido de admitir esas expulsiones, ahora se está en otra etapa que tiene más que ver con abrir la frontera y que los ciudadanos de ambas partes puedan ver a sus familiares, siempre con la documentación que se exige. De cualquier forma, en Melilla las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ya están “acostumbrados a estas situaciones”. Y es que “la frontera cerrada, desde hace dos años, nos dio una perspectiva diferente de cómo es la situación de la irregularidad, la documentación y todo lo demás, y los compañeros están trabajando de forma casi mecánica en ese sentido”, concluyen.
"No se le pueden poner puertas al campo ni medidas al mar"
“No se le pueden poner puertas al campo ni medidas al mar”. Esta fue la respuesta obtenida a la pregunta de cómo era posible que siguiera llegando gente irregularmente en Melilla. “¿Qué vas a hacer? ¿Vas a vigiar con un barco a gente que va costeando y quiere entrar en Melilla?”, se cuestiona desde el SUP, al tiempo que se recuerda que algunos de los que lo intentan no llegan a buen puerto, como sucedió hace poco. Con resignación, esta fuente expresa que es “muy difícil” de solucionar, porque, aunque están las fronteras para prevenir que la gente entre ilegalmente en el país, en definitiva, “el que quiere saltar, salta y el que quiere nadar, nada”. “Si puede, sabe y el tiempo se lo permite llegará a Melilla, y aquí se quedará”, asegura.
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