Said B. vivía escondido en el bosque de Alhucemas. Cuando a través de las redes sociales veía que había una manifestación, bajaba corriendo a la ciudad, participaba en ella y nada más terminar esta, se volvía a esconder en las montañas.
Pastelero de profesión, Said es uno de los miles de manifestantes que han estado saliendo a la calle desde la muerte de Mouhcine Fikri, un vendedor ambulante que fue triturado por el camión de la basura en 2016 tras intentar recuperar la mercancía que la policía marroquí le había confiscado y tirado. “El pueblo de Alhucemas salió a manifestarse, a pesar de que el gobernador lo prohibió”.
Said pasó tres días en la cárcel y fue soltado. La policía ya lo tiene fichado por participar en dichas manifestaciones, e incluso es activista en las redes sociales, donde en su página de Facebook manda su apoyo a Nasser Zefzafi, el líder del movimiento popular del Rif que fue condenado a 20 años de prisión.
“Murió un joven con nosotros en una gran manifestación de Alhucemas en 2017. Allí hay casi 3.000 personas que están en la cárcel, al igual que muchos periodistas. La verdad es que nuestro país, no quiere la democracia, no quiere la ley, no quiere la verdad y no quiere respetar los derechos humanos”, aseguró Said.
La situación para Said se complicaba, así que intentó de todas las maneras posibles renovar su pasaporte, el cual se había caducado en 2012. Llevó todos los documentos necesarios, según él, estuvo “un año” preparándolos y en la oficina le decían que “no era posible porque tenía muchos problemas con el Gobierno”. Finalmente, el 16 de otubre de este año consiguió el pasaporte y nada más tenerlo se vino a Melilla. El 28 de ese mismo mes ingresó en el CETI de Melilla y el 4 de noviembre pidió protección internacional en el puesto fronterizo de Beni Enzar. El 13 de noviembre rechazaron su solicitud.
Este declaró que se manifestó porque “Marruecos no quiere desarrollar el país para democratizarlo. Las personas que han salido a manifestarse solo quieren un hospital que trate el cáncer, una universidad y oficinas para trabajar. Dos millones de personas se han tenido que ir del Rif, porque tenemos la bandera roja. El gobernador es un gobernador de mafias, no quieren la democracia. Si hablas te matan, vas a la cárcel o te secuestran. Nuestro jefe, Nasser, está en la cárcel. Yo no me quería ir de Marruecos, no he venido al CETI para comer”, aseguró Said.
Said contó con dolor cómo en una manifestación en Rabat, la policía prendió fuego a dos hombres y él fue a socorrer a uno, según relató. Said no pudo salvarle la vida y él acabó con quemaduras. También contó que “la policía le dio dinero a los presos comunes para que pegaran a los manifestantes rifeños que entraban en la prisión”. También contó que en una manifestación en Nador en la que participó Nasser Zefzafi, “acudieron personas para lanzarnos cuchillos. Se me clavó uno y tuve que ir al hospital”.
“¿Por qué me han negado la protección internacional? ¿Por qué no me ayudan? ¿Quieren matarme? Yo soy tranquilo, no he hecho nada. Pasé tres días en la cárcel y vino mi madre a ayudarme. Me dijeron familiares que era la última vez que me ayudaban”, relató Said.
“Luchamos para vivir”, aseguró Said. “El Rif no es nada. La policía secreta está por todos lados. Si quieres vivir y eres rifeño, no puedes. Si sales a la calle para pedir colegios o escuelas, van a por ti. No puedes decir la verdad en Marruecos”, explicó Said. También contó que hasta para hacer el trámite más sencillo, hay problemas si no trabajas para el ayuntamiento o las administraciones.
“Yo no puedo volver a Marruecos. Si me voy, van a matarme. Al 100%. O me llevan a la cárcel 20 años. No he hecho nada, solo soy un activista que se manifiesta”.
Su hermano sí que consiguió el asilo político y ahora está viviendo en Francia junto a sus dos hijos.
A Said, la policía marroquí le contactó para decirle que “si te quedas tranquilo, te damos 100.000 euros y vamos a ayudar a tu hermano a volver a Marruecos”. “Yo no quiero dinero. Yo quiero la democracia. Quiero que mis hermanos salgan de la prisión. Están en huelga de hambre”.
En la resolución de petición de asilo de Said, se describe que “la pretensión de no ser devuleto a su país de origen no se basa en un temor fundado a sufrir persecución política”. Él tiene el derecho a recurrirla, pero no es él único rifeño que se encuentra en esta situación. Muchos siguen denunciando la represión de Marruecos sobre el Rif.