No hay melillense que no conozca la panadería ‘Mi Patria’. Situada en la calle Castelar, decenas de personas acuden para día allí para comprar el pan. Para tener todo listo, Rosendo Herrera, panadero, explica que cada día se levantan a las 04:00 horas para estar a las 04:30 en la panadería. Hay que hacer el pan, dejarlo fermentar y así poder abrir antes de las 07:00 horas al público. Rosendo recalca que ahora mismo son cuatro trabajadores, sin embargo, debería haber tres más.
El hermano de Rosendo, José Luis, es el actual propietario. Éste explica que lleva en la panadería más de 30 años y fue cuando su anterior jefe se jubiló, que le traspasó el negocio. Este jefe, lo recibió a su vez, de propietarios anteriores. “Es una panadería de toda la vida, con solera”.
A pesar de que hay familias que comen ingentes cantidades de pan cada día y es un alimento que no falta en la mesa de muchos melillenses, la pandemia le ha pasado factura a esta histórica panadería, concretamente, el cierre de la frontera.
José Luis recalca que les faltan tres trabajadores, siendo imposible encontrarlos en Melilla. Subraya que han intentado de todas las formas posibles, incluso poniendo dinero, para poder contratar a empleados transfronterizos, pero que después, Delegación del Gobierno les echa la solicitud hacia atrás.
Además, en Melilla no hay nadie que tenga experiencia en este sector y no pueden traer a nadie de la península porque saldría demasiado caro. La falta de trabajadores es la razón por la que cierran por la tarde desde que comenzó la pandemia del coronavirus.
Son numerosos los retos a los que se enfrentan, no solo a la falta de empleados. El encarecimiento de los precios se ha traducido en subir el pan cinco céntimos; José Luis señala que hay personas que se han quejado, pero a ellos les ha subido más de tres euros el saco de levadura y eso hay que multiplicarlo por las decenas de sacos que piden cada mes.
Es por ello que piden, al menos, poder contratar a los trabajadores que deseen sin todos los problemas burocráticos acaecidos desde el cierre de la frontera de Melilla con Marruecos.
Documentos caducados
La frontera cerró el pasado 14 de marzo del 2020. En ese momento, nadie sabía si iba a ser una cuestión de días, semanas o meses y al principio hubo bastante especulación al respecto.
Sin embargo, el tiempo ha ido avanzando y a muchos marroquíes se les ha ido caducando la documentación. Para renovarla, han tenido que viajar a la península porque su país rechaza la renovación de los que están empadronados en Melilla.
Una panadería que lleva cerca de 100 años junto con los melillenses
Se acerca la hora de comer y en la calle Castelar, frente a una pequeña puerta, hay un grupo de personas haciendo cola: van a comprar pan en la panadería Mi Patria. Media Melilla compra en este pequeño establecimiento que lleva abierto décadas y son muchas las voces que aseguran que “es el mejor pan” de la ciudad. Rosendo Herrera López es el trabajador que siempre vamos a ver en el mostrador y lleva ahí desde el año 2008.
Explica a El Faro que la panadería está abierta desde el año 1926, año de construcción del edificio, y que son numerosas las personas que van allí a comprar. Bollitos, pitufos, pan de perritos, pan de molde, donuts, croissants, bizcocho de chocolate, pan integral y así un sinfín de productos que están colocados en la estantería metálica y en el mostrador que hay nada más entrar.
“El pan es bueno, los dulces son de Donato y le gustan bastante a la gente, así que se van contentos”, dice Rosendo mientras atiende a los clientes que van entrando. “¿Con tarjeta?”, pregunta a los clientes, ya que desde la pandemia se ha reducido el uso de efectivo y pusieron datáfono. Las barras de céntimos ya se pueden pagar con el móvil. “Se utiliza más el datáfono”.
Lo que más se suelen llevar los melillenses son los pitufos, de entre 40 y 50 gramos, para congelarlos y de esta forma tener pan para desayunar todos los días. Los locales de restauración también suelen acudir a esta panadería y se llevan el pan con el que luego hacen los clásicos perritos.“Estamos todos los días haciendo pan sin parar”.
Uno de los días que más le impactó a Rosendo fue el de la Fiesta del Borrego. Explica que no se esperaba tanta afluencia, llegando la fila de espera hasta la avenida Juan Carlos I Rey. “No dábamos abasto”.
La familia Herrera son los cuartos propietarios que sacan adelante la panadería. Anteriormente estaba el matrimonio de Antonio y Mari Carmen, que a su vez lo adquirieron también de un matrimonio con los mismos nombres: Antonio y María. Estos últimos eran familia de los fundadores de la panadería en 1926.
Mari Carmen, a la que conocen en Melilla como María, explica que antes eran muchos más trabajadores y había más gente, pues venían desde Marruecos o a través de los barcos que llegaban de distintos puntos de la península, como de Valencia.
Su marido empezó a trabajar con 13 años en el negocio y cuando el dueño anterior quiso dejarlo, les vendió la panadería y la casa.
Recuerda que se empezaban a trabajar entre las 02:00 y las 03:00 de la mañana. Su marido falleció en el 2013 y ella cada vez se acuerda menos de aquellos días. A pesar de ello, todas las mañanas se levanta disfrutando del pequeño placer de oler el pan horneándose.
¿Y qué pasa con todos los "ninis" que hay en Melilla? ¿Por qué no se forman en oficios y así no hay que depender de la mano de obra extranjera? Ah, que vivir de las subvenciones, de las paguitas y de los trapicheos en negro trae más cuenta. Ya, ya, ya...